Crítica de Cine cine

"Let the good times roll"

Todos queremos algo

Comedia, EEUU, 2016, 117 min. Dirección y guion: Richard Linklater. Fotografía: Shane F. Kelly. Intérpretes: Ryan Guzman, Zoey Deutch, Tyler Hoechlin, Wyatt Russell, Adriene Mishler, Blake Jenner, Jonathan Breck, Jessi Mechler, Glen Powell, Will Brittain, Taylor Murphy, Lizzy Pop, Vanessa Amaya, Sophia Taylor Ali. Cines: Bahía de Cádiz.

Un Linklater menor es siempre un Linklater interesante, importante incluso. Y hay quienes sostienen que son precisamente sus películas menores (pienso en Una pandilla de pelotas o Bernie) las mejores de su ya amplio repertorio.

Más allá de este ranking interno, Todos queremos algo ha sido vista como prolongación de la reveladora y generacional Movida del '76 (1993), en su regreso a los primeros años ochenta, al ámbito del college universitario y a la amistad masculina como territorio donde explorar de nuevo los matices diferenciales de todos esos ritos de iniciación y tránsito tan caros a la comedia adolescente y post-adolescente.

Pero en Linklater la juventud, la adolescencia y la primera madurez son siempre mucho más complejas que en el molde industrial donde se han hecho fuertes. Todos queremos algo aparca levemente la melancolía crepuscular de aquella cinta fundacional para celebrar ahora el inicio de un nuevo ciclo, y vuelve a jugar con la condensación temporal (todo sucede el fin de semana previo al inicio del curso) y con la depuración del retrato colectivo hacia el individual como estrategias narrativas para acotar y desgranar su fábula de transiciones, descubrimientos, identidades y cambios.

Hasta bien entrada su primera mitad, se diría que la película celebra de manera algo histriónica, caricaturesca y complaciente la fraternidad masculina a través del retrato coral de un grupo de jóvenes jugadores de béisbol cuyo objetivo no parece ser otro que ligar y pasárselo bien en su periplo universitario. Linklater filma con aséptica corrección todas esas escenas de camaradería cuartelera, juegos cómplices, ganas de diversión y gamberrismo autorizado que forman parte del rito generacional.

Sin embargo, el filme empieza a pulir poco a poco el foco múltiple para destacar al personaje de Jake (Blake Jenner, apenas conocido, como muchos de sus colegas de reparto) como la mirada moral del relato, que se irá abriendo al mundo exterior para dar voz (propia) a las mujeres que hasta entonces apenas eran un objeto decorativo o abrirse a nuevos ámbitos más allá de ese universo masculino primario con olor a vestuario.

Puede que Linklater no esté aquí tan fino como en ocasiones anteriores en el dominio de esa temporalidad concentrada, como tampoco parece demasiado interesado en que sus imágenes, el trabajo de dirección artística o la selección musical no trasluzcan un cierto acartonamiento o vayan más allá del cliché retro. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Todos queremos algo acaba imponiéndose como una profunda, poliédrica y al mismo tiempo ligera y luminosa mirada a un grupo y a una etapa de cambios, transformaciones y revelaciones que, como ocurría en Boyhood y en otras películas de su autor, se sitúan ya en un plano de celebración, empatía y (auto)reconocimiento de la vida que pocos cineastas norteamericanos han alcanzado a plasmar con tanta sencillez y facilidad.

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