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Cultura

Jorge Semprún, una voz con eco en toda Europa

  • España, Francia y Alemania coinciden en destacar la talla intelectual del escritor

Nunca renunció a su nacionalidad. España era su patria, aunque se exiliara en Francia de por vida. Primero, en la huida de la Guerra Civil española. Después, tras el trauma del campo de concentración nazi de Buchenwald. Jorge Semprún luchó por ella como dirigente comunista contra la dictadura de Francisco Franco. Y tras una profunda reflexión política, trató de aportar como intelectual al asentamiento de su democracia.

Pero su propio país nunca reconoció del todo su altura. "España ha sido poco generosa con él", dijo el ex ministro de Cultura español César Antonio Molina, al lamentar su muerte, el martes en París a los 87 años. "Ha sido un escritor español aunque haya escrito parte de su obra en francés". De haber escrito más en español, podría haber ganado el Cervantes, según creen algunos expertos. El que sí ganó fue el Planeta, con Autobiografía de Federico Sánchez (1977), una de sus pocas obras escritas en español y en la que narró los entresijos del Partido Comunista (PCE) y su expulsión, en 1964, por no comulgar con la línea estalinista imperante.

No fue hasta 2008 cuando España le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. El resto de los grandes premios recibidos a lo largo de su carrera le llegó de fuera. El Formentor se lo concedió en 1964 el Congreso Internacional de Editores por su primera obra, El largo viaje, en la que narró su deportación a Buchenwald tras ser capturado por los nazis cuando luchaba en la resistencia francesa. También obtuvo el francés Femina por La segunda muerte de Ramón Mercader. Fue aceptado como miembro en la Académie Goncourt, aunque no logró entrar en la Académie Française precisamente por no querer renunciar a la nacionalidad española.

Fue un "extraordinario escritor y testigo del horror y la esperanza", escribió ayer el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en el pésame que envió a su familia. "Los españoles vivimos con especial dolor la desaparición de uno de nuestros más grandes intelectuales".

España fue el país del que Semprún tuvo que salir exiliado por la Guerra Civil siendo aún un adolescente. El país al que, bajo la identidad de Federico Sánchez, regresó clandestinamente una y otra vez como dirigente del PCE para luchar contra la dictadura de Franco. España fue el país en el que desempeñó su labor como ministro de Cultura (1988-1991) bajo el Gobierno de Felipe González.

"La vida de Semprún es símbolo de la historia de España y de Europa del siglo XX, de sus sueños y de sus pesadillas. Testigo de las atrocidades de los campos de concentración nazis, luchador antifranquista, ministro de Cultura de España y ferviente defensor de la Unión Europea", resumió Zapatero.

Tras su expulsión del PCE de Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri, la figura de Semprún no tuvo buena publicidad en los círculos comunistas ni en la nueva izquierda. Entonces, él no sólo se apartó de la línea estalinista, sino también de la reformista representada por la socialdemocracia. Luego, siendo ministro de Cultura con González, enfrentado al vicepresidente Alfonso Guerra, fue tratado de francés y criticado incluso por la prensa cercana a los socialistas.

España, Alemania, Francia... El exilio de Semprún duró toda su vida. Alemania lo trató casi como si fuera uno de sus grandes intelectuales. Su paso por el campo de concentración de Buchenwald y la forma en la que lo plasmó en su obra literaria (El largo viaje, La escritura o la vida, Viviré con su nombre, morirá con el mío...) lo convirtieron en una de las voces de la memoria alemana. "Se ha ido un amigo muy importante y un gran intelectual, y eso me pone triste", dijo el director del museo de Buchenwald, Volkhard Knigge. Una de las pocas biografías que existen sobre Semprún, Von Treue und Verrat (Lealtad y traición), la publicó la alemana Franziska Augstein. Otra, L'écriture de la vie (La escritura de la vida), la hizo un francés, su amigo Gérard de Cortanze.

En Francia, Semprún fue casi siempre tratado como un intelectual francés más, eso sí, de los grandes y reconocidos. Ése fue el país en el que, tras salir de España, luchó contra el nazismo. Allí fue capturado cuando combatía en la resistencia contra la ocupación nazi. Desde allí fue deportado. Y allí regresó y vivió hasta su muerte, con la excepción del periodo en el que se instaló en Madrid para ser ministro. "Fue uno de los últimos grandes actores de una época trágica pero radiante de la historia intelectual y literaria de nuestro país", dijo ayer de Semprún el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy. "Eligió por patria el francés, como Casanova, Cioran o Beckett. Era un francés de adopción para el que la plaza del Panteón constituía el centro del universo".

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