Cultura

Frescura expositiva en la calima veraniega

Al reclamo de la gran exposición de El Bosco en El Prado, la visita a Madrid sólo era tiempo de que la primera institución museística española te concediera la fecha para conseguir los pases vía internet. La particularísima obra del gran Hieronymus Bosch -las piezas más significativas las podemos encontrar permanentemente en el Museo madrileño para ser contempladas sin los agobios masivos de una muestra temporal- ofrecía, no cabe la menor duda, un supremo interés. Sin embargo, Madrid, en estos días de verano, no sólo vivía artísticamente de la inquietante pintura del aquel holandés que se llamó realmente Hieronymus van Ecke. Varías exposiciones de muchísima significación cubrían el apasionante paisaje plástico de la capital española. Frente al Prado, el Reina Sofía acogía tres importantes muestras: la de Wifredo Lam, el pintor cubano que vivió mucho tiempo en España y se impregnó de todo el arte europeo de las grandes vanguardias. Junto al cubano, Campo Cerrado, una exposición que presenta el arte que se llevó a cabo en la dura España de los años después de terminar la Guerra Civil hasta 1953, un tiempo que se intentó mejorar la imagen de nuesrtro país después de los nefastos y descarnados argumentos que nos dejó el conflicto bélico. También el Centro que dirige Manuel Borja Videll nos permitió contemplar, de nuevo, la gran fotografía española que se realizó en torno a AFAL -1956 a 1963- y que se hace posible por una donación del miebro del Grupo, el almeriense Carlos Pérez Siquier.

En Caixaforum se nos presenta una oportunidad excepcional para contemplar obras maestras de algunos de los más grandes artistas modernos. Una muestra que presenta los nombres de los principales maestros de la pintura a través de las obras de Manet, Courbet, Sisley, Van Gogh, Degas, Picasso, Modigliani, Kandinski, Pollock y Rothko, entre otros, todas procedentes de la Phillips Collection de Washington, una de las mayores colecciones de los Estados Unidos en arte moderno y de las vanguardias.

Avanzando hacia el centro de Madrid nos encontramos el Museo Thyssen Bornemisza que nos hace detenernos en una exposición que nos deja medianamente satisfechos. Caravaggio y los Pintores del Norte. La obra del gran Michelangelo Merisi da Caravaggio, uno de los pintores más grandes de la historia siempre, es un gozo para los sentidos. En el Museo Thyssen sólo se presentaban siete obras del mismo y no de las mejores. No obstante, las obras del pintor milanés eran de una calidad infinitamente mayor que las del resto de estos pintores a los que se les ha considerado seguidores del maestro. No ha sido, ni mucho menos, la mejor exposición del Tyssen madrileño de los últimos años.

Cuatro exposiciones más nos ocuparon el tiempo en esta visita centrada por la gran muestra del Bosco. La primera una de las mejores sobre fotografía que hemos tenido la oportunidad de ver: Hiroshi Sugimoto, en la Fundación Mapfre. Con él la gran fotografía se hace eterna. Hoy que tanto advenedizo con una cámara digital en las manos, un cursillito de ordenador o un móvil de última generación, se cree el inventor de la fotografía, nos encontramos con un fotógrafo de altura, al que todos consideran uno de los fotógrafos más importantes de los últimos tiempos y que nos presenta la gran fotografía de siempre. Una obra que nos lleva a meditar sobre la naturaleza de la percepción, la ilusión, la representación; en definitiva, sobre la fotografía eterna llevada a cabo con los métodos tradicionales. Esos que muchos de los que, ahora, se llaman fotógrafos no conocen ni de oídas.

La Fundación Telefónica nos ofrecía otra de las grandes exposiciones del verano, la del artista uruguayo Joaquín Torres-García, aquel que fue padre de la modernidad tanto en Europa como en Ameríca y que llevó las primeras vanguardias a unas posiciones personales que aumentaron la nueva realidad de un Arte que, en las primeras décadas del siglo pasado, crearon las bases de una realidad artística nueva.

Por último, este rápido recorrido por el Arte del Madrid estival, se cierra con una visita a la antigua Fábrica de Tabacos. Allí nos encontramos con un artista muy querido por nosotros y que ha sido de gran referencia en nuestra zona: Fernando Bellver; artista importante al que se le realizaba una gran retrospectiva donde se nos presentaban esas afortunadas series que durante su larga carrera han descontextualizado una realidad que él gestaba libremente y con una gran fuerza ilustrativa.

Madrid, presentaba un verano artístico apasionante, además de El Bosco.

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