La tarde de toros de ayer en Tarifa con motivo de su feria tuvo el aliciente de una noble corrida de Carlos Núñez, que en líneas generales ofreció un buen juego y hubo toros que se fueron con las orejas al desolladero. Por un lado, porque los toreros no estuvieron acertado con los aceros y por otro, porque no supieron estar a la altura de alguno de los toros.

El rejoneador Antonio Domecq tuvo una buena actuación con su lote. Estuvo acertado en los tercios de banderillas a una mano, clásico y con precisión en la reunión. Arriesgó dejando que el astado llegara a escasos centímetros de la cabalgadura con las cortas. La pena es que falló con el rejón en su primero y perdió los trofeos. En el cuarto sí estuvo más acertado y paseó una oreja. Logró una notable actuación.

Ferrera hizo vibrar al público en banderillas en sus dos toros. A su primero, un animal cariavacado, silleto de los que suelen embestir en esta ganadería. Y no falló. El toro derrochó nobleza y fue a más, sacando el fondo puro de Núñez. El extremeño no le dio la suavidad que el toro exigía. Aún así le sacó muletazos sueltos. Falló con la espada. En el quinto se sacó la espinita con la espada y paseó las dos orejas de un toro que se rajó en la muleta. Ferrera firmó una faena de entrega y pundonor a un toro que a pesar de su mansedumbre tenía transmisión.

Manuel Escribano hacía el paseíllo en su segunda plaza después de Sevilla. Le tocó un lote bueno. Su primero fue un animal noble que pedía todo por abajo. Escribano cuajó una faena con pasajes buenos. En el que cerró plaza, el diestro sevillano paseó las dos orejas de un toro noble, al que le realizó un trasteo por ambos pitones, destacando alguna naturales sueltos. Fue un gran toro, de un juego similar al resto de la corrida de Carlos Núñez.