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arte

Espacios urbanos sabiamente estructurados

  • Cecilio Chaves busca y encuentra localizaciones atractivas para sus cuadros

Después de ocupar un espacio expositivo tan poco habitual como era la bella plaza de Abastos, centro neurálgico de toda la sabiduría popular gaditana, esa que está curtida en el milenario acerbo cultural de un pueblo viejo, grande y culto, llega Cecilio Chaves a su galería de siempre a continuar mostrando el encanto de la luz y los imposibles rincones de las azoteas de Cádiz.

No es fácil, ni mucho menos, que la pintura figurativa y mucho menos aquella que tiene al paisaje urbano más inmediato como centro de interés, sea capaz de mostrar un sentido ilustrativo convincente. Tanta repetición sobre lo mismo no ha hecho sino generar un arte epidérmico, trasnochado y tremendamente aburrido. Además, la plasmación exacta de lo real es algo que ya convence a menos gente y es demandada cada vez menos y por consumidores poco enterados. Por eso, formular una pintura sobre el paisaje de Cádiz debe tener muy buenos argumentos pictóricos, conceptuales, estéticos y representativos para que sea atractiva, para que ofrezca convincentes registros artísticos, para que no sea lo mismo de siempre y para que encuentre acomodo en este complejo laberíntico del arte actual.

Cecilio Chaves ya ha demostrado en suficientes ocasiones que su pintura es algo más que la mera traslación de lo que la mirada ve en los espacios ficticios de los soportes. El pintor gaditano busca y encuentra localizaciones atractivas, algo apartadas de las escenas habituales en otros pintores; una vez adaptadas a su ideario conceptual, les imprime un particular sentido ilustrativo que se ve aderezado y sujeto al especialísimo carácter artístico del autor.

La representación de la escena no se somete a una rocambolesca y desfasada sucesión de capas de veladuras sino que proyecta un básico repertorio pictórico, sin exuberancias pero rigurosas medidas interpretativas, con el escenario adecuadamente organizado para que, con poco, patrocine máximos expresivos.

Para esta ocasión, Cecilio Chaves escoge las azoteas de Cádiz, algo no por muchas veces pintadas hasta la saciedad por otros, siempre acertadamente conseguidas sin que aburran, convenzan mínimamente y dejen entrever poco acierto. En ellas, el artista plantea un esquema compositivo esencial, con los volúmenes ejerciendo un máximo sentido que simplifiquen los espacios representativos, a la vez que acentúan las posiciones expresivas dejando abiertas múltiples vías para que la mirada adopte nuevas manifestaciones.

Las azoteas de Cecilio Chaves se apartan de las simples pinturas urbanas. Su poderosa manifestación espacial, su contenida estructura cromática con la luz yuxtaponiendo un nuevo desenlace lumínico y su atractiva disposición ilustradora de una realidad con infinitos matices, nos abren una nueva perspectiva en una pintura figurativa que el pintor asume con una gran particularidad.

A los pocos pintores del personalísimo paisaje urbano de Cádiz -Manolo Cano, Eduardo Millán, Lola Montero- hay que sumar a Cecilio Chaves, un ejecutor de mucho carácter en una pintura que de tanto usarse ha dejado de emocionar. Su obra mantiene intactas las posiciones entusiastas de una manifestación artística que debe convencer desde el propio convencimiento del que lo hace.

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