Cultura

"Escribir las historias de Torre es algo parecido a la escritura autómática"

  • Rafael Marín descubre en 'Lona de tinieblas' parte del pasado de su peculiar detective gaditano La nueva novela presenta una trama situada en la inmigración clandestina china

Reconoce Rafa Marín que meterse en la voz de Torre, su ex boxeador de memoria y nariz rotas y excelente olfato, es lo más parecido que existe "a la escritura automática. ¿Has visto Minority Report, cómo se manejan las imágenes del ordenador? -dice-. Pues cuando me meto con una historia de Torre es lo mismo".

La voz de Torre es tan auténtica, tan recogida de parroquia, tan Molly Bloom de codo en la barra, que parece imposible que no exista -¿de verdad no existe?-. Porque con cada entrega -con Detective sin licencia, con Los espejos turbios y ahora con Lona de tinieblas, publicada por Quorum Editores- parece hacerse más contundente. Es imposible que no exista.

"Ponerle voz a Torre es como escribir al dictado, da un poco de miedo -comenta su creador-. Cuando te das cuenta, has encajado frases y capítulos. No sé cómo se hace. Por otro lado, siempre digo que en Cádiz es un sacrilegio ir por la calle con pinganillos... Hace poco, cerca precisamente de la supuesta casa de Torre, encontré a una mujer que le decía a otra: 'Encontró al marido malo en el suelo, y tuvo que irse a Residencia sin lavarse los bajos ni nada...' Uno escucha ese tipo de cosas y piensa que para lo que está es para ser testigo".

"También por eso los textos de las historias de Torre salen de un tirón y no se cambian, porque se les iría la gracia -explica-. Lo curioso es que da una sensación muy dinámica cuando son historias sin diálogos, y no te das ni cuenta".

Marín recuerda, sin embargo, que en la primera aparición del personaje - "En un relato llamado Ciudad negra, que apareció en este Diario ya ni sé cuándo..."-, Torre tenía la voz propia de una historia de Marlowe. "Encontré la tecla luego, en un texto que llamé Con la memoria partida. En el primer borrador, aparece la voz de Torre tal que ahora, en el velatorio de Pepito Fiestas, donde se cuelan los prohombres y mujeres de la ciudad, el tout Cádiz al completo".

Esa es, precisamente, otra gran cualidad del personaje: su excelente condición de observador social. "Y Cádiz -añade Marín- es un magnífico escenario. La mitad de lo que he escrito lo he hecho huyendo de Cádiz, y la otra mitad, cayendo en ella. Y cuando escribo en clave de Cádiz me dicen que es muy difícil seguir el discurso del gaditano... En Cádiz se da esa capacidad de microcosmos, de poder contar todo el paisaje y los personajes. Hay gente muy novelesca, que te ofrece muchas posibilidades literarias, y muchos van apareciendo a lo largo de los títulos de Torre... Kid Betún, Ángel Torres Quesada, Quiñones, Téllez como conocido, Óscar Lobato... No sé si algún día habrá un encuentro entre Torre y Rafa Marín pero, curiosamente, el único recuerdo de Torre es de un niño cantando en el bar Juani, que soy yo de pequeño. En cualquier caso, sería una aparición muy velada".

Con una acción situada años después de la segunda entrega, en 2011, Lona de tinieblas desarrolla un asesinato relacionado con una red de mafias chinas: "Hace unos años, había una china que vendía rosas por la noche, algo que ya no se ve -cuenta Rafael Marín-. Esto, unido a ese rumor de que había una casa de "niñas malas", orientales a lo geishas por la Barriada o por la zona de El Corte Inglés... pues me dio gran parte de la historia".

La novela, contada en dos tiempos, descubre por primera vez parte del pasado de Torre a través de la figura de Kid Levante. Vemos, por ejemplo, que el Torre boxeador no quería ser boxeador, sino figurante de los espaguetti western en Almería. El glamour máximo -cuánta ternura- de la época: "Imagino al Torre de ahora viendo una peli en la que sale sin reconocerse. Hay que hacerse a la idea: de repente, campesinos que sabían montar a caballo se encontraban con que aguantaban un primer plano... Hablaban en italiano, en alemán... ¡qué más daba, si luego les ponían la voz de Sean Connery! El peligro para la historia que cuento, claro, es que no había que dejar asomar mucho esa parte, porque es una veta, una época, más rica que la actual..."

Pero, según dice Marín, no sólo ha habido que poner brida al escenario, sino también a los personajes: Pepito Fiestas era tan potente que no había más solución que eliminarlo. Su hijo, Angelito, no aparece en Lona de tinieblas por la misma razón. "Y al dibujar a Kid Levante también me he encontrado a un personaje potentísimo, lleno de energía".

Las historias de Torre continuarán, ya sea hacia atrás o hacia delante. "Conozco su biografía desde que nace hasta hoy", dice Marín. De hecho, la siguiente novela proyectada, Los muertos de Madrid, pretende recoger cómo "funcionaría un Torre más joven, de treinta y tantos o cuarenta años, en pleno Madrid de la movida, cuando es un tipo capaz de perderse en una rotonda..."

Por otro lado, Rafael Marín no descarta provocar un "encuentro" entre su heterodoxo detective y Plinio, el policía de García Pavón. "Plinio sería ya un abuelo, tendría mucha edad, pero me fascina la idea de colocarlos a ambos investigando los asesinatos de un asilo, por ejemplo".

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