Cultura

Elogio al vértigo de la imaginación

  • El artista gaditano Alejandro Botubol expone en la galería Artífice un conjunto de obras cuyas pinceladas están cargadas de insinuaciones y códigos metafísicos

Contaba el maestro Alvaro Siza hace pocos días en las páginas de este periódico, que la arquitectura "tiene que dar razones de existencia" para que tenga la categoría de honesta. Es evidente que esa apreciación tan significativa para los tiempos que corren se puede transpolar a las otras bellas artes, que auspiciadas por las tecnologías y las comunicaciones han creado un conjunto de conexiones emocionales a veces difíciles de descifrar.

Y aunque sabemos que el verdadero arte debe aspirar a molestar a Dios y al diablo a partes iguales, también debe manejar de manera virtuosa su propio lenguaje; susurrar, insinuar, ofrecer revisionismo… y en ese plano es donde

Alejandro Botubol sabe desenvolverse bien, haciendo y deshaciendo cuan cuerpo desmadejado, vehementes y personales estructuras narrativas sacadas de las más diversas fuentes de reflexión: el arte Zen, el cine del ruso Andréi

Tarkovski, la pintura metafísica de los Jorges italianos De Chirico y Morandi o la Teoría de la relatividad de Einstein.

Esas claves mencionadas, esas brújulas conceptuales no deben despistarnos de la verdadera intención del trabajo de Botubol, todo lo contrario. La serie expuesta en Artífice deja claro que pretende un entendimiento con el lector de libres interpretaciones, de no encorsetar nada, de caminar si gravedad por una plasticidad de fuertes evocaciones al objeto y al paisaje, en definitiva de alejarse de un culto hierático para adentrarse en determinadas heterodoxias.

En otro lado, el espacio y el tiempo lucha por una compleja inexistencia, lo que el propio Botubol determina como los "no lugares", magníficamente bien representados en las obras Monte del juicio, Blanco de cal II o el bodegón Tránsito, ejemplos representativos del planteamiento estético de un joven autor que pinta sin controles de aduana y que está interesado por objetos cotidianos de claros signos efímeros donde ejercer la fabulación con sus propias normas poéticas.

Queda por tanto bien representada la pintura gaditana contemporánea con autores como Alejandro Botubol, con proyectos creativos de fuertes contenidos reflexivos que auguran y ponen en danza una prometedora carrera.

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