Gran acogida La cantaora cosechó un gran éxito entre el público asistente

Despliegue de poderío

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Sorprende Argentina sobre el escenario. Tiene presencia y luce poderío, aunque el formato elegido termine por ser un arma de doble filo. Es cierto que, desde la grabación de su disco de debut hace dos años, la cantaora ha ido labrándose de forma cuidada un espacio propio cimentado en la fuerza de sus directos, que le han hecho cosechar críticas más que positivas. Pero verla -y escucharla- en un gran escenario como el del Falla no deja de ser una prueba. La onubense se muestra suelta y, por momentos, se come la escena con su fuerza. Viene muy bien apoyada: dos guitarras, coro de cuatro voces, percusión, unos palmeros de primer orden y, en ocasiones, bajo y teclados, una docena de artistas sobre las tablas. La iluminación es potente y el sonido lo mismo, incluso más de lo deseable porque -y ese era el doble filo- con todas las líneas abiertas, el alto volumen provocaba una saturación que ocultaba los matices y, en algunos temas, terminaba por ahogar la voz de la propia cantaora. Eso ocurrió sobre todo en la segunda parte, cuando Argentina abordó la interpretación de los temas de su primera grabación. Pero, antes de ello, hubo buenas oportunidades para gozar de sus cualidades.

Argentina arrancó su actuación con unos tangos variados en los que dominó el recuerdo de Pastora pasada por el tamiz de Carmen Linares. La cantaora lucía con fuerza y un ajustado dominio de los tiempos. El mismo que mantuvo en los verdiales, que ofreció de forma sobria. Pero, fue con las soleares donde puede que alcanzara su mejor versión, pues fueron dichas con la justeza y la templanza suficientes para apreciar los estilos de El Mellizo -Aunque toquen a rebato las campanas del orvío…- que se oyeron limpiamente. En la misma línea de valentía recordó a Manuel Torre -Por buscar la flor más bella- antes de rematar la granaína. En este estilo, estuvo espléndido en el toque el jerezano José Quevedo 'Bola', productor de la citada grabación de la cantaora, que se quedó solo para la suerte. Lo mismo ocurrió con las seguiriyas que siguieron -con marca de Jerez y remate en valiente cabal- en las que se lució en el acompañamiento Eugenio Iglesias. Antes de tomarse un respiro, la cantaora haría aún un viaje a su primer disco para hacer los fandangos Comparable a tu hermosura y completar la serie con una tanda de cantiñas de Los Puertos con mirabrás.

La potencia de la banda quedó patente en el interludio instrumental que ofreció, con una rumba compuesta por José Quevedo que fue interpretada al completo con un ritmo trepidante. Y volvió Argentina. Fue el momento de repasar los temas de su disco del que sonaron los tangos -Las Palabras-, la canción por bulerías -El Árbol-, las alegrías, la rumba -Se me perdió en Sevilla- y las bulerías de El poeta, el músico y el pintor. Una tanda en la que cobró protagonismo un coro con claro predominio gaditano: Anabel Rivera, Raúl Gálvez, Javier Katumba y Toñi Nogareda. También volvieron esos palmeros de primera división como son Bobote y Torombo, que encienden fuego con las manos y eso que nos quedamos sin gozar de su poderosa pataíta por bulerías, para las que no hubo ocasión porque la cantaora prefirió para el bis ofrecer su dominio de los fandangos de su tierra onubense que interpretó fuera de micro al borde de la escena.

Gustó mucho Argentina en Cádiz y parte del público se tomó el Falla como si de un patio se tratara, alzando la voz para dirigirse a los artistas y permitiéndose todo tipo de comentarios. Uno tiende a pensar que, con este tipo de intervenciones, más que arropar a los artistas, lo que se consigue es distraerlos.

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