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Cultura

Compás de luna llena

  • El flamenco en sus más diversas vertientes clausura la primera exitosa edición del Concert Music Festival de Sancti Petri

La cantaora Rocío Márquez fue la encargada de abrir el espectáculo anoche.

La cantaora Rocío Márquez fue la encargada de abrir el espectáculo anoche. / Nacho Frade

Quiso la luna mostrarse la noche del domingo en su máximo esplendor. Llena, de un blanco calcáreo y esférica brillantez presidió el cielo del flamenco para despedir a final de agosto y con todos los honores los dos intensos meses que el Concert Music Festival ha llenado de música y espectáculo no solo el coqueto poblado de Sancti Petri, sino también el verano musical de la provincia de Cádiz con un impresionante cartel de artistas de enorme éxito.

El último foco del festival, con permiso del precioso satélite, dio luz al flamenco más joven y éste supo cómo iluminar la velada a base de talento. El que representan tres artistas andaluzas que mostraron en el escenario cada uno de los perfiles de este arte patrimonio de la humanidad. Rocío Márquez, Rosario La Tremendita y María Terremoto se sacaron partido y sentaron cátedra sobre el sentimiento como forma de representación personal de la creatividad.

Por serrana, alegrías, copla o seguiriyas, la onubense Rocío Márquez fue la encargada de abrir la cita con ese requiebro cristalino que emana su voz y que la hizo merecedora hace ahora una década del triunfo en el Festival del Cante de las Minas de La Unión. Acompañada a la guitarra por Manuel Herrera, la cantaora dio una clase magistral de elegancia y sentimiento y fue calentando el ambiente de una noche variada en puntos de vista musicales y ecuanimidad en aplausos.

Media hora antes de tocar la medianoche el compás cambió de tercio radicalmente. Para quien no la haya disfrutado nunca en vivo, que no se espere una flor prendida en la peineta o escucharla sentada en una silla de enea. La trianera Rosario La Tremendita parecía literalmente venida de la luna. Con su media cabeza rapada y la otra mitad ondeando de rizos el viento, la artista desbarató cualquier tipo de ortodoxia para, sin haber inventado nada nuevo, dejar boquiabiertos a los que esperaban una propuesta previsible.

Se encargó la sevillana de allanar el terreno con una pequeña presentación. "Os estaréis preguntando, ¿qué hace esta mujer aquí?", comenzaba La Tremendita su discurso. "Con esta cabeza, ese bajo… Cantando por tarantas, soleás, serranas y tangos. Con mi pinchaor y mi vasco -presentaba a sus músicos, Pablo Martín Jones a la batería y Pablo Martín Caminero al bajo-. A veces no en todos los ambientes te entienden. Vengo de una familia de artistas, soy cantaora de Triana y me encanta la tradición, no puedo vivir sin ella. Pero me he criado rodeada de instrumentos y libertad. Quiero transmitir toda mi sinceridad".

A la guitarra española, bajo o sintetizadores, con voces pregrabadas y mucho genio en la garganta, el espectáculo de La Tremendita no deja indiferente. "Ay, caramba" decía al descubrir en su personalísima visión del milenario arte una voz con un poso de primitivismo salvaje aunque de exquisita ejecución. "¡Qué alegría de público, cómo se nota que estamos en la tierra!", confesaba la artista tras exhibirse por tangos y antes de pelearse con la afinación de su guitarra que prefería -contaba chistosa- "estar en la playa". Le quitó el gusto y regaló a la audiencia Delirio degradante/Mi infierno es tu gloria, la canción que abre el álbum Delirium tremens, antes de despedirse con la luna plena de vigor y un "¡viva el arte!", cualesquiera que sean sus formas.

El cante de siempre, ahora sí con mantón y lunares, regresó en la voz de María Terremoto. La jerezana, acompañada de manera soberbia a la guitarra por Nono Jero, deslumbró por bulerías, tientos, alegrías "cantadas con todo el respeto a esta tierra" y fandangos.

La voz de María Terremoto, potente, corpórea y sentimental, de llanto y miel, contrastaba con la dulzura en su hablar y relucía cuando a capela remataba los palos para entusiasmo de la audiencia, con baile y poderío. La cantaora hace honor a su nombre y su fuerza indómita fue la encargada de iluminar con fulgor selenita y mimbres dorados la última de las grandes noches del Concert Music Festival de Sancti Petri, un lujo de propuesta que seguro se convertirá en una consistente realidad en los próximos años en este lugar de Andalucía.

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