Cultura

Cinejuego de coches

Acción, EE UU, 2014, 80 min. Dirección: Scott Waugh. Guión: John Gatins, George Gatins. Intérpretes: Aaron Paul, Michael Keaton, Dominic Cooper, Imogen Poots. Cines: Bahía de Cádiz, Bahía Mar (El Puerto), San Fernando Plaza, Yelmo Jerez, Cinesa Los Barrios.

El automóvil y el cine son hijos del mismo tiempo. Benz presentó el primer automóvil en 1886 y realizó el primer viaje en 1888, el mismo año en el que Muybridge presentó a Edison el zoopraxiscopio que le inspiró el kinetoscopio que, a su vez, sirvió a los Lumière para perfeccionar en 1895 su cinematógrafo. Es lógico que desde el principio se llevaran bien. Películas de persecuciones y accidentes espectaculares se filmaron mientras nacía el propio lenguaje cinematográfico. A lo largo de más de un siglo las carreras de coches, los viajes en automóvil y las persecuciones automovilísticas -ya sean en tono trágico o cómico, policíaco o sentimental- han inspirado docenas de películas, algunas magistrales como Grand Prix, Punto límite cero, El mundo está loco, loco, loco, Bullit, French Connection, Dos en la carretera o La carrera del siglo… Y otras muchas buenas películas entre las que Need for Speed no figurará.

Su origen es un videojuego (alguien debería prohibir los videojuegos que más o menos disimuladamente jalean las carreras ilegales) y su director, un antiguo especialista en escenas de riesgo. Melancólico. El resultado es el previsible. El cine americano siempre ha tenido una especial habilidad para revestir de grandeza lo nimio, de nobleza lo hortera, de sacrificio la estupidez y de vocación las obsesiones de los colgados. En este caso se trata del universo de las carreras clandestinas o legales, la velocidad, el tuneo y las chicas de páginas centrales de almanaque sobre las paredes de un garaje… Todo levemente aliñado con una subtrama de muerte y venganza, amistad y sacrificio. Lo dicho: un leve aliño para una ensalada de neón, carrocerías, neumáticos, tuneo y carreras -con el añadido de una especie de Risto Mejide de las carreras- que entusiasmará a los fans y aburrirá a los demás. Eso sí: nadie se dormirá gracias a la música y al ruido a veces no tan fácilmente diferenciables.

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