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Cultura

Cierre de ases para el ciclo del Mellizo

  • Miguel Poveda clausuró, en medio de una gran expectación, la nueva edición de los Jueves Flamenco con continuos recuerdos a Chano Lobato · El cantaor apadrinó a la joven promesa Kiko Peña

La noche del pasado jueves el Baluarte de la Candelaria fue escenario de una noche mágica de flamenco. Se colgó el cartel de no hay billetes y tanto el escenario como el patio de butacas presentaron una disposición distinta a la que habían mantenido durante el resto del ciclo. Las tablas resemblaban la plaza de España. La escenografía, no exenta de ingenio y gracia, reproducía en clave flamenca el monumento a las Cortes. Se mantuvo no obstante el retrato del gran Chano Lobato que gozoso y sonriente intuía lo que allí se avecinaba. Se habían retirado también las mesas habituales en el patio para facilitar así una mayor afluencia de público y se habilitaron distintas áreas para socios, abonados y autoridades. La expectación era tremenda, la presencia de artistas entre los asistentes era numerosa. Juan Villar, Felipe Scapacchini, Yeyé de Cádiz, Rosario Toledo, David Palomar, May Fernández y Fernando Terremoto, felizmente recuperado tras la enfermedad que le ha mantenido unos meses apartado de toda actividad profesional, no quisieron perderse tan especial ocasión.

Unos minutos después de la hora inicialmente prevista, las diez y media, Pastora Galván y su grupo tomaron el escenario. La bailaora sevillana apareció con bata de cola y mantón e interpretó unas alegrías llenas de fuerza y temperamento, de sensualidad y dulzura. Una combinación equilibrada, dejes de la escuela sevillana adobados con pasos y mudanzas de corte más moderno e impetuoso. El solvente atrás que llevaba interpretó unas malagueñas mientras Pastora cambiaba de vestuario. La bailaora nos brindó a continuación unos tangos rematados por alboreá. Su baile creció entonces en sensualidad y jocosidad, las influencias trianeras y el personalismo interpretativo de su hermano Israel se hicieron patentes. Arropada por los cantaores abandonó el escenario dejando al público con ganas de más. A pesar de su juventud y de la búsqueda de un estilo propio en la que se encuentra inmersa, la sevillana personifica una de las propuestas más interesantes y prometedoras del baile flamenco actual.

Las ansias por ver a Poveda iban en aumento. Así lo puso de manifiesto el público cuando recibió de no muy buena gana el anuncio de un descanso más largo de lo habitual. El cantaor catalán representa sin duda alguna un fenómeno social en el contexto flamenco comparable al que en su día protagonizaran Caracol, Valderrama o el mismo Camarón. Su quehacer artístico está contribuyendo sobremanera a la popularización del género, sus actuaciones atraen a un público diverso y heterogéneo que de otra manera no se hubiese sentido atraído por lo jondo. Nos alegramos por ello.

Con el respaldo de Chicuelo y sus habituales palmeros, Carlos Grilo y Luis Cantarote, Miguel principió por alegrías. Los recuerdos al homenajeado fueron múltiples tanto en su discurso cantaor como en los abundantes comentarios y anécdotas que refirió entre cantes. Se acordó también de Chacón en la malagueña, rematada por abandolaos, y de Mairena al interpretar la soleá de Charamusco. Hizo después una petenera con letra clásica y siguiriyas en las que predominaron las variantes jerezanas. Cerró la primera parte de su actuación con unos sabrosos tanguillos que tributó a su admirado Chano. La sonrisa que esbozaba su retrato se hizo entonces más grande.

Asumió Poveda el papel de padrino artístico y dio paso al joven astigitano Kilo Peña. Nos sorprendió tremendamente el conocimiento y las ganas que este chaval atesora. Dando muestras de una soltura y dominio inusuales para su corta edad, Kiko cantó por alegrías y cantiñas, soleá con aires alcalareños, siguiriyas jerezanas, bulerías con introducción de estilos plazueleros y tanguillos. Gran proyección le auguramos a este joven aficionado. No obstante consideramos que su actuación debería haber sido algo más corta pues el evento perdió algo de intensidad, el ritmo se vio ralentizado. Como en el toreo, las distintas etapas de la profesión hay que respetarlas y no se puede llegar a ser primer espada sin haber pasado antes por el periodo de novillero.

Se hizo después entrega al joven cantaor de un galardón por parte del presidente de la peña y promotor Antonio Benítez. Poveda por su parte fue nombrado socio de honor de la entidad. Cantando por fiesta, coplas clásicas por bulerías especialmente, Miguel retomó el hilo de la noche para delirio de sus incondicionales. Se consumó así un ritual que sin duda alguna quedará grabado en la memoria de los aficionados.

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