Cultura

Los Centros de Arte Contemporáneo, unas muy dispares realidades

  • Tras la ebullición reciente de espacios de arte por Andalucía, queda poco, aunque permanece lo bueno, prevalece lo verdadero y funciona lo sensato

Como en todos los órdenes de la vida, lo artístico tampoco está exento de hechos poco rigurosos y, más bien, desarrollados al albur de modas espurias y con desenlaces no siempre razonables. Hubo un tiempo, no demasiado lejano, que cualquier ayuntamiento, sin excesivos criterios, potenciaba la creación de Centros de Arte Contemporáneo para mantener un cierto status de solvencia y brillo cultural que diera lustre a su, quizás, no excesivamente buen estamento político. Fueron años en los que los Centros de Arte aparecían como rosquillas - algún ayuntamiento de famoso triste deambular presentó, en medio de un fasto ambiente de dudoso glamour, la inminente creación de un Centro de Arte Contemporáneo que sería la envidia del mundo; algo que era un manifiesto engaño y que no llegó absolutamente ni a convertirse en proyecto - y, siempre, con las dudas de su financiación y vocación de futuro como espada de Damocles sobre su inquietante horizonte.

De todo aquel ruidoso e interesado afán por lo artístico con mayúscula, poco queda y el tiempo ha puesto a todos en su sitio. Lo bueno permanece, lo sensato funciona y lo verdadero prevalece llevado por criterios juiciosos, responsables con sabios conocimientos de lo que tienen entre manos y programas adecuados, variados, atractivos y con vocación de un arte acomodado a los tiempos y a los intereses que reclama un aficionado informado y entendido.

En el ánimo de todos están los poco juiciosos esquemas que llevaron a la puesta en escena del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, con sedes variables, direcciones en la distancia o de oídas y mucho dinero y tiempo perdido en los trasbases y búsquedas de identidades. Tuvo que pasar mucho tiempo para que llegaran Directores preparados, solventes y con criterio - mucho criterio - para que la luz se hiciera presente en las espectaculares estancias de la antigua Cartuja de Sevilla. Pepe Lebrero, en primer lugar y, en estos momentos, Juan Antonio Álvarez Reyes, pusieron carácter a un Centro con demasiados desajustes. Si se suplieran las demasiadas patentes intervenciones de ciertas manos con poder en medios y ambientes, el CAAC desarrollaría uno de los más trascendentes episodios artísticos de cuantos se dan en el conjunto general de nuestros museos contemporáneos. Las series que se están llevando a cabo son importantes, abiertas y atractivas para todos. "Más allá de Figura" ha generado varios proyectos expositivos de capital importancia para conocer lo que se cocinó en torno a la Revista Figura y que generó un espacio conceptual amplio donde han tenido cabida muestras que, de una manera u otra, vinculaban a la realidad que la publicación patrocinaba, desarrollos e ideas muy vinculados con el espíritu de Figura, así como artistas implicados en aquel discurrir, iniciático en muchas cosas del arte de los años ochenta. Exposiciones de Guillermo Paneque, uno de los artistas de mayor implicación en el proyecto artístico de la Sevilla de aquellos años; muestras de Sylvia Sleigh y Tala Madani que generan desarrollos sobre la identidad masculina, así como un amplio programa de comparecencias de artistas que son una realidad indiscutible en el momento de la plástica andaluza: Miki Leal, Maríajosé Gallardo y José Miguel Pereñíguez; sin olvidarnos de esa muestra espectacular donde se presenta el legado, no menos espectacular, de la obra de Guillermo Pérez Villalta a la colección del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

Tampoco resultó nada edificante, por lo menos en el desarrollo de su concepción y primeros pasos, la propuesta de un Museo, en Málaga, dedicado a la figura de Pablo Ruiz Picasso. Durante muchos años todo el presupuesto de la Cultura andaluza fue dedicada a la construcción de un museo que , en principio, sólo iba a suponer el legado de obras del genio nacido en Málaga - que no malagueño - y de la sesión por un tiempo, de ciertas piezas -las menos- de capital importancia en el conjunto ingente de la obra picassiana. Mucho dinero para tan poco. Sin embargo, tuvo que transcurrir algún tiempo, dejar fuera de combate las arbitrarias acciones de su primera directora - dictando órdenes desde Nueva York-, de su poco trascendente sustituto y esperar a la llegada de Pepe Lebrero, para que el Museo que se encuentra en el palacio de Buenavista fuera todo un éxito, más que por el contenido sobre Picasso, por su magnífico programa de exposiciones temporales: Hilma af Klint, Dennis Hopper, El factor grotesco, El cartel europeo 1888 - 1930, Alberto Giacometti, Los juguetes de las vanguardias, Frantisek Kupka, Sophie Taeuber-Arp, Once obras invitadas y algunas otras que han hecho del MPM visita obligada a una Málaga, capital del arte andaluz y, si me apuran, de una parte muy importante del conjunto nacional.

Ya se ha manifestado en todos los más elogiosos de los sentidos la espectacular programación continuada en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, insistir en ello, no es nada más que reiterar uno de los mejores planteamientos artísticos que se han dado en España en los últimos tiempos. En una década, el CACMálaga de Fernando Francés nos ha llevado por lo mejor del arte internacional, por los artistas españoles de mayor interés y por aquellas jóvenes realidades que poseían una voz de mayor fortuna. Su programa está en el imaginario de todos y Málaga se ha convertido en la estación término hasta donde llegar para contemplar lo mejor que uno puede imaginarse.

Lo de doña Carmen Thyssen en la capital malagueña es otra historia. Su Museo, aparte de para restaurar de forma esplendida un palacio arruinado, poco ha aportado al discurrir del arte. Quizás se haya potenciado el ego de doña Tita pero casi nada más. La colección de arte del XIX, todavía, tiene un pase; pero lo que habitualmente se presenta de forma temporal muy poco nos dice en el concierto expositivo general de una ciudad con muchos más valores que lo que ofrece la viuda del Barón.

En Cádiz, la inauguración de Espacio de Creación Contemporánea, el ECCO, ha llevado hasta las antiguas estancias cuartelarias, mucha frescura y una apuesta por el arte de los más jóvenes. Era muy necesario en la capital gaditana un Centro de Arte que cubriera un espacio dentro de un contexto artístico de mucho dinamismo. Su proyecto Línea de Costa, permite a los artistas disponer de un tiempo y de un espacio para crear y para hacer patente una realidad que ofrece muchas posibilidades.

El Centro José Guerrero, quizás llevado por ese magnífico apéndice expositivo con el que cuenta en el Palacio de los Conde de Gabia, ha especializado, probablemente de manera demasiado acentuada, su programación. Su desarrollo se ha centrado en aspectos demasiado elitistas, con asuntos muy de minorías y con muestras para muy escasas miradas. Lo que se presenta, no obstante, en el espacio de la Plaza de los Girones es más cercano y de mayor consideración inmediata. Los esplendores expositivos de antaño han atemperado su realidad y se echa de menos aquellas tan buenas circunstancias que Yolanda Romero, sin solución de continuidad, hacía llegar a una Granada, entonces, mucho más activa.

El Damián Bayón, mantiene el tipo de forma heroica; sobre todo para los más jóvenes y para muchos otros que encuentran en el Instituto de América de Santa Fe mucho del entusiasmo y la ilusión, que han desaparecido de otros estamentos.

En esta situación se encuentran aquellos Centros de Arte Contemporáneo que florecieron para lustres interesados y que hoy, inmersos en tiempos de mínimos, subsisten cuando las ideas están claras y los conceptos limpios. Afortunadamente, en Andalucía las cosas nos parecen realizadas de forma, más o menos, adecuadas. Espero de la vocación de futuro que debe existir en este tipo de instituciones para que sigan teniendo vigencia e interés.

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