Cultura

Cartagena y Diego Ventura salen a hombros en la nocturna de rejones

  • Entretenido festejo con lleno en los tendidos de la Plaza Real · Los toros de Bohórquez, sosos y parados, no impidieron el triunfo de los rejoneadores · Fermín Bohórquez recibió sendas ovaciones

Diego Ventura ha sido el triunfador del entretenido festejo celebrado en la noche del pasado sábado. Un triunfo indiscutible si tenemos en cuenta que el rejoneador sevillano, aunque nacido en Lisboa, practica un toreo a caballo muy del gusto del público actual.

En apenas unos años el rejoneo ha pasado de ser una lidia campera y pausada a una sucesión constante de piruetas, quiebros y alardes de todo tipo. El público es el que paga y no hay nada que objetar. No obstante, la cada día mejor preparación de los caballos unida a la falta de casta de los toros puede llevar a las corridas de rejones a una difícil situación, en la que el toro sea un simple pretexto para presenciar una exhibición ecuestre.

Ventura realizó dos formidables faenas a sus enemigos. Tiene, además, enorme facilidad para conectar con los tendidos. En el tercero de la suelta sufrió una aparatosa cogida cuando cabalgaba a dos pistas con Morante. Afortunadamente la cogida no tuvo consecuencias.

Los mejores momentos de su actuación llegarían con el último toro de la noche y montando a Distinto. Un extraordinario par de banderillas al quiebro, de dentro a fuera, dejando llegar al toro hasta el estribo y clavando en todo lo alto, puso al público en pie. Las banderillas a dos manos montando a Califa también tuvieron su mérito. Lástima que estropeara su labor con los rejones de muerte. Un bajonazo y la fea costumbre de Ventura de barrenar con el rejón le impidieron redondear su magnífica actuación.

Andy Cartagena acompañó a Ventura en su salida a hombros por la puerta grande, aunque su actuación fue menos brillante que la de su compañero de terna. Su primer toro carecía de fuerzas haciendo muy difícil la labor del rejoneador.

Mucho más entonada fue la faena a su segundo enemigo, un manso en el que había que exponer mucho para provocar la embestida. Cartagena fue de menos a más y alcanzó sus mejores momentos colocando banderillas al violín. La presidencia le concedió las dos orejas, tal vez para compensar la falta de premio en el primero.

Fermín Bohórquez tuvo enfrente a los dos toros más sosos y parados de la corrida. El jerezano sigue fiel a su estilo clásico y campero, aunque ello ya no esté de moda. Estuvo muy elegante parando de salida a sus toros y alternó buenos pares de banderillas con pasadas en falso, tal vez debidas a las condiciones de los toros. Su segundo enemigo se rajó enseguida e hizo imposible el trabajo del rejoneador.

La corrida resultó en resumen muy entretenida para el numeroso público que acudió en la noche del sábado a la Plaza Real. Ya era hora, después de tantas tardes de aburrimiento.

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