Cultura

Cano y amigos

  • El guitarrista publica su segundo disco, en este caso acompañado por la formación Ensemble Hispánico Numen

Se trata de un disco más obvio, menos sorprendente por tanto, que Son de ayer (2008) la obra con la que este guitarrista catalán, de orígenes extremeños, presentó sus credenciales como uno de los grandes tocaores de nuetro tiempo. Si allí sobresalían los toques en solitario de Cano, en Flamenco crossover se ha pretendido destacar la dimensión social de las interpretaciones. Si aquél era un disco excepcional, imprescindible, éste es un gran disco que en más de una ocasión deambula por el lugar común del encuentro musical, tanto en acordes como en melodías.

Eso sí, Cano mantiene intacta su mayor virtud, esa capacidad, no ya de sorpresa, esta vez, como de extraer del oyente lo más íntimo, casi siempre, de una forma natural. Y eso es un don, extraño e inexplicable, como todos los dones, como el amor, la belleza, la vida. Como reza un título maravilloso de Carmen Martín Gaite, "lo raro es vivir". Lo importante, una vez más tratándose de arte flamenco, no es el concepto, harto convencional como digo, sino la emoción, que se lanza por los abismos del alma como una loca.

El repertorio lo conforman las composiciones de Cano con lo que es básicamente flamenco: soleares, malagueñas, bulerías, granaínas, etc. Eso sí, los arreglos del grupo tienen un peso enorme a la hora de tratar las composiciones que en escasas ocasiones aparecen completamente desnudas. Por contra, se trata de presentar la obra de Cano superarreglada. Ésa es la idea. Con un par de excepciones: la primera de ellas la malagueña que se presenta con los vientos y cuerdas como mero subrayado armónico.

En la Soleá del Pablo aparece el piano de Pablo Suárez como protagonista absoluto, pese a que se trata de un original del guitarrista. Una obra preñada de melancolía en la que los vientos de Nacho Gil dan la réplica melódica y en la que la guitarra no hace acto de presencia.

Cano ha dedidido volver a grabar en este disco una composición que ya presentó en su primera obra, Mi pequeño mundo. Se trata de una larga suite que en su primera versión se mostraba casi desnuda, a pesar se que se trataba de uno de los temas más ricos a nivel armónico de Son de ayer. Aquí, sin embargo, hace acto de presencia pronto el bajo eléctrico y los vientos. El disco se cierra con una nueva composición, una granaína que es la única entrega de Cano en solitario. Una vez más, el mejor Cano (como el mejor Riqueni, como el mejor Gerardo Núñez, sus maestros) es el Cano en solitario. La música es también un ejercicio de solidaridad y de complicidad, como evidencia la mayor parte de este disco. Pero el destino de algunos intérpretes es quedar solos enfrente de su auditorio. Y el de Cano también es éste. Este hombre está preparado para enfrentarse solo al universo. Este hombre sabe lo que es el silencio y la soledad, ya nada le queda por aprender.

Juan Antonio Suárez García (Barcelona, 1971), Cano en el mundo del arte flamenco, ha militado en las compañías de baile de Rafaela Carrasco, Merche Esmeralda, Andrés Marín y Francisco Suárez. Participó en la obra colectiva La nueva escuela de guitarra (2003), y secundó al Falo en su disco de debut (¡Cante gitano!, 1996), único hasta ahora en el mercado del cantaor asturiano.

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