Cultura

Buenos tiempos para la 'lírika'

Drama-Fantástico, España, 2011, 87 min. Dirección y guión: Eduardo Chapero-Jackson. Fotografía: Juan Carlos Gómez. Música: Pascal Gaigne. Intérpretes: Alba García, Miguel Ángel Silvestre, Najwa Nimri, Verónica Echegui, Macarena Gómez, Manolo Solo, Víctor Clavijo. Cines: El Centro, Bahía Mar, Las Salinas, Multicines Jerez, Ábaco Jerez, Cinesa Los Barrios.

Niño mimado del cortometraje español, por cuyo circuito ha cosechado decenas de premios con la trilogía formada por Contracuerpo(s), Alumbramiento y The End, Eduardo Chapero-Jackson se enfrenta a su primer largo como nueva esperanza blanca de la industria para perpetuar ese ciclo que alimenta el tinglado de las escuelas de cine, festivales y demás peajes institucionales en la autopista hacia el éxito y el reconocimiento mediático de nuestros jóvenes cachorros.

Si hace un par de semanas Kike Maíllo se aventuraba a la ciencia-ficción futurista-robótica con Eva, Chapero-Jackson no es menos ambicioso y soñador a la hora de transitar, en serio y a lo grande, por un género y una estética, la de la fantasía escapista sobre y para adolescentes, de la que apenas hay tradición en nuestro cine. El director ha cambiado los anhelos poéticos, los duelos y la sequía apocalíptica de sus afamados cortos por una fábula iniciática sobre el angst juvenil que bebe de la estética de los videojuegos, el cómic y la cultura urbana para orquestar un trasunto virtual de la periferia urbana en la que una joven inadaptada coquetea con la idea del suicidio.

Nuestra particular Alicia (Alba García: ha nacido una estrella) atraviesa el espejo de la vida y la muerte impulsada por la prosa quijotesca (sic) para encontrar a su verdadero yo entre ridículas rimas de rapero insumiso y a través de una serie de pruebas en las que está acompañada por un comando subterráneo de perfil cyber punk liderado por el poeta Líriko (sic).

Dirigida al público adolescente más consumista y plagada de mensajes (sms) sobre la ausencia de belleza en este mundo (adulto) corrompido, Verbo se mantiene tan fiel a la ingenuidad de parvulario de su discurso como sólida en sus más que dudosas convicciones estéticas, resueltas desde una contención y un posibilismo tecnológico que, al menos, podrá empezar a dar de comer a un nuevo sector en la industria a poco que la fórmula tenga cierto éxito.

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