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Cultura

La sala Benot conecta el arte de cinco jóvenes gaditanos en diáspora

  • La colección que actualmente puede verse en la galería pretende servir de vínculo a los artistas que trabajan fuera de Andalucía

  • Todos ellos han nacido en las décadas de los 80 y 90

Una de las obras de Pablo Muñoz de Arenillas que reúne la exposición.

Una de las obras de Pablo Muñoz de Arenillas que reúne la exposición. / lourdes de vicente

Según cuenta la encargada de la galería, Lucía Benot, Conectados -la muestra que puede verse en la sala hasta el próximo mes de marzo- resume origen, proyección y razón de ser en su nombres: antes de estar unidos en esta sala, ninguno de los artistas se conocía entre sí. Circunstancia más que extraña si tenemos en cuenta que todos son de Cádiz, de una misma generación, y que se dedican a las artes plásticas. "Nosotros sí los conocíamos, claro, y nos llamó muchísimo la atención", explica Lucía.

Desde la galería confían en que esta exposición pueda servir de conexión entre ellos, de punto de partida para ir trabajando en proyectos conjuntos desde la "diáspora": "Que en el campo del arte tengamos a tanta gente joven y con talento que ha tenido que salir a formarse o trabajar fuera no es nada nuevo -desarrolla Lucía Benot-. Es algo que, de hecho, se vive también en cualquier otro campo, en una tendencia que no ha hecho más que aumentar desde los años de crisis".

Así, los cinco artistas que integran Conectados tienen en común juventud (todos nacidos en las décadas de los 80 y 90) y dispersión. Beatriz Ocaña vive y trabaja en Barcelona, Berta Lloch y Lucía Paniagua lo hacen en Madrid, mientras que Pablo Muñoz de Arenillas y Blanca Castro residen fuera de España -uno en Londres, la otra en Rodhe Island-.

Tanto Beatriz Ocaña como Lucía Paniagua han trabajado para la propuesta de la galería Benot sobre la relación entre retratos y naturaleza. Ocaña, que se ha especializado en dibujo, indaga en sus delicados retratos en la inspiración y relación entre rostros y gestos y motivos vegetales.

Por su parte, los trabajos de Lucía Paniagua remiten a un mundo onírico, al vuelo del sueño, que puede ser al mismo tiempo acariciante y abisal. Paniagua, que ha desarrollado una técnica en la que mezcla lápiz, tinta, bolígrafo y digital, se ha formado con el ilustrador Gabriel Moreno, además de como diseñadora y programadora. "Las emociones -explica en el texto de presentación de Conectados- son líquidas. Transitan por nuestra vida y aunque intentemos capturarlas, no podemos retenerlas. Las emociones son escurridizas como un pez entre las manos".

Del agua, curiosamente, ha conseguido hacer una herramienta de trabajo Berta Lloch, que busca en sus piezas la originalidad a partir de lo evidente. En esta propuesta, con una serie de láminas en la que destaca un enorme oso polar hecho hielo.

La más joven del grupo, Blanca Castro (Cádiz, 1997) aún se encuentra estudiando textil en Estados Unidos. Ha vivido desde los trece años en Inglaterra y cita entre sus referencias a nombres como Gonzalo Hörh, Ricardo Urréjola, Rafael Benot, Antonio Agudo o Hernán Cortés. Afirma que las piezas que pueden verse en Benot, y en las que fuerza los límites de la textura en lo figurativo, podrían formar parte de una serie llamada Lo que el ojo a veces no ve, en torno a los mensajes "especiales" que pueden llegar a mandarnos la imaginación o la casualidad.

Por último, las vibrantes propuestas de Pablo Muñoz de Arenillas remiten al street art como una de sus influencias. El artista ha expuesto, entre otras salas, en el Espacio de Creación Contemporánea de Cádiz en 2014. Junto a su pareja, Julia Fuentesal, ha formado el dúo Fuentesal & Arenillas, dedicado a una producción "experimental, con un discurso más crítico y reflexivo".

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