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Autoras sin más

La exposición que se presenta en la Sala Rivadavia fue la última producción de la Delegación de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de Jerez antes del debacle electoral que costó el gobierno municipal al partido entonces liderado por Pilar Sánchez. Los nombres importantes de sus artistas y la calidad de las obras no pasaron desapercibidos para Macarena Alés y para Eduardo Rodríguez, probablemente nuestras más seguras referencias gestoras de lo artístico y tras su presentación en la Pescadería jerezana, inició un periplo provincial por la galería que lleva el nombre del genial Manolo Alés para recalar, ahora, en los bellos espacios del consulado de Argentina.

Una muestra que no es si no la constatación absoluta de que el arte no debe tener ninguna consideración extraña al mero sentido artístico. Existe arte realizado por mujeres o por hombres; artistas, en definitiva; obras hechas por artistas que trabajan, en este caso en Andalucía, sin gesto diferenciador alguno. El arte verdadero no tiene alambradas que lo sujeten ni coarten; su horizonte es diáfano y su vocación infinita. Y esto es lo que plantean estas nueve mujeres que ejercen de artistas, ajenas a género alguno y provistas de unos ilimitados horizontes de miras artísticas.

Pureza compositiva, libertad estructural y desarrollo visual de una idea nos sirve en bandeja Mercedes Santos, cuya obra gira en torno a las constantes que le obsesionan, sobre todo, el pasado como camino o, más bien, como trinchera en la que, parece, que la artista se refugia de una batalla en la que participa como contendiente. En la Edad Media, a las mujeres denunciadas por adulterio se las condenaba a ser emplumadas; se les cubría el cuerpo con pez sobre el que se extendían las plumas, el castigo llegaba, incluso, a producir la muerte. Marisa Mancilla nos presenta el estadio final de un proceso que comienza con todo el desarrollo de emplumar a una persona y que, una vez terminado, se plasma en una fotografía y se recoge en vídeo. Patri Díez nos muestra retazos de su vida, de un tiempo que ha ofertado su impenitente potestad, trocando la realidad en lo que fuimos, porque para ella tan importante es la impresión colorista o en blanco y negro de la foto, que lo que te descubre cuando a la misma le das la vuelta. Lleva tiempo Julie Rivera interesándose por aspectos de la vida urbana, por las experiencias que acontecen en las grandes urbes, de sus espacios existenciales y de su abierta problemática. La vida en las grandes ciudades, la población que sólo posee un medio de escape y que se encuentra en los grandes Centros Comerciales hasta donde acude en busca de un poco de aire que la aisle de tanta problemática circundante. Paloma Gámez nos introduce en los parámetros de la gran pintura abstracta. El más puro goce estético es provocado por una limpia superficie de color que extrema la percepción y genera las máximas sensaciones. Cristina Martín Lara oferta, desde una mínima propuesta fotográfica, la inquietante visión de unos personajes que protagonizan una humanidad controvertida, donde la soledad, el vacío, la inconsciencia de la incertidumbre, la incomunicación, la desesperanza, son algunos de los conceptos que subyacen en las espectaculares imágenes de esta artista que deja abierta una puerta para que el propio espectador se inmiscuya en una realidad que ofrece infinitas lecturas. María Ortega manipula la realidad de la materia plástica para generar múltiples espacios donde tiene lugar ese proceso creativo inundado de emoción, verdad y carácter pictórico. Su obra se pone en escena mediante un entramado compositivo que aúna materiales de distinta naturaleza hasta componer una bella realidad floral de increíble plasticidad y energía creativa. Gloria Martín convence absolutamente desde un escenario cotidiano, lleno de esenciales elementos compositivos, recreando una entidad ilustrativa que va mucho más allá que la propia realidad representada. Dos posiciones, distintas pero llenas del máximo carácter artístico nos ofrece Asunción Lozano, una artista multidisciplinar que con la fotografía primero y con los recursos visuales y la idea, después, marcan una obra donde se conjugan varios sistemas de una misma realidad visual.

Una exposición aderezada con todos los ingredientes de un arte abierto donde se encuentran todas las circunstancias que animan el arte contemporáneo y que suspenden cualquier hilo conductor ajeno a lo meramente artístico.

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