la hora del bocadillo

Atrapado por su telaraña

  • El origen del Trepamuros es modernizado por el dúo de artistas Brian Michael Bendis y Mark Bagley

Spiderman, en acción.

Spiderman, en acción.

¿Cuál es vuestro personaje de cómic favorito? Seguro que los más talluditos, rendidos ante la herencia de Bruguera, levantan la mano para decir que Mortadelo y Filemón, los inefables agentes de la TIA ocupan el primer puesto. Otros, con una tendencia más francófila, disfrutaron de sus primeras viñetas con las aventuras de cierto periodista de cabello rubio, Tintín, la genial creación de Hergé, aunque muchos señalarán que como las divertidas peripecias de los galos Asterix y Obelix no hay nada. Claro está, que los más jóvenes de la sala seguro que se decantan por el mundo del manga, en concreto por Son Goku o Naruto, por nombrar solo a dos héroes venidos del País del Sol Naciente…

Pues yo, si os soy sincero, he de confesar que, pese a haber leído cuando era chaval los tebeos que os acabo de nombrar, me quedo con un héroe, un superhéroe que vestido de rojo y azul saltaba con agilidad de tejado a pared en la gran ciudad que nunca duerme, New York: Spiderman.

La publicación de Panini habla de la inyección de una droga sintética en la araña

Aquellos vetustos tomitos de Ediciones Vértice que me dejaba leer mi primo (que poseía una envidiable y envidiada colección) me mostraron al Peter Parker creado por Stan Lee y Steve Ditko (con la intervención de Jack Kirby, aunque de esto me enteré muchos años después…). Aquel chaval canijo y con gafas (con el que me sentí rápidamente identificado, ya que yo también las llevaba desde la más tierna infancia), que era el objetivo de las chanzas de sus compañeros de clase, cuando aún la palabra bulliyng no se había inventado, de pronto, era picado por una ¡araña radiactiva! y adoptaba las características del insecto, convirtiéndose en Spiderman, el Hombre Araña, tal como se le conocía por estos lares.

Muchas, muchísimas aventuras siguieron después… Se enfrentó a toda una colorida galería de villanos que cada vez se lo ponían más difícil al muchacho que, mientras tanto, trataba de tener una vida, aunque el caos era su principal ingrediente. La pérdida de su tío Ben, la responsabilidad que cargaba sobre sus hombros desde que adquirió los poderes arácnidos, la frágil salud de su pobre tía May, los amoríos…

Seguí a su lado durante mucho tiempo, buscando sus aventuras en papelerías, mercadillos… Cosa harto complicada en aquellos tiempos. Y así pasó el tiempo y como nos suele ocurrir a los que amamos al medio, otras lecturas me subyugaron y me apartaron de Peter Parker, dejándolo en el olvido.

Pero hete aquí que en el año 2000, a la todopoderosa editorial norteamericana Marvel se le ocurre crear, o más bien diría recrear, un nuevo universo llamado Ultimate, donde se darían versiones frescas, no sujetas a la continuidad, de sus principales personajes: Los Ultimates (rebautizados Vengadores), X-Men, Los 4 Fantásticos y, claro está, Spiderman.

Al principio, cuando conocí la noticia, recelé imaginando que aquello sería una nueva vuelta de tuerca en unos personajes que, debido a su periodicidad mensual, mostraban claros signos de agotamiento. Pero nunca me alegré tanto de estar equivocado. Las riendas de la cabecera protagonizada por el Trepamuros iba a estar conducida por un dúo de lujo, el guionista Brian Michael Bendis, que ya había dejado huella y prueba de su talento en multitud de colecciones. Junto a él, un dibujante en el que confiar y que estaría en la colección por mucho tiempo, marcando su estilo gráfico, Mark Bagley.

¿Y qué nos contaba este dúo que ya no supiéramos? Pues, en este primer volumen que reedita Panini Comics, seremos testigos de que el origen de Spiderman no se debe a la casualidad, sino a las maquinaciones del multimillonario Norman Osborn, que inyecta una nueva droga sintética llamada Oz en la araña que después picará al escuálido Peter.

El chico que vive con sus tíos, a los que considera sus verdaderos padres, sufrirán los insultos de Flash Thompson y el gigantesco King Kong en el instituto, pero que se consolará gracias a la amistad de su vecina, la guapa Mary Jane Watson.

Y, sobre todo, el espectacular giro que dará su existencia cuando descubra que puede pegarse a las paredes y posee una fuerza descomunal, aunque todos estos poderes se verán ensombrecidos cuando la tragedia llegue a su vida, producida por su propia actitud…

Pero no esperéis que la labor de Bendis aquí se limita a copiar y actualizar las aventuras de aquel Spiderman creado por Lee y Ditko. Para nada, ya que las cosas se pondrán especialmente peligrosas cuando Osborn se convierta en el conejillo de indias de sus propios experimentos y una inesperada y letal visita aparezca en el instituto donde estudian los protagonistas.

Por su parte, Mark Bagley se suelta el cabello y nos regala unas páginas espectaculares, que resaltan aún más, si cabe, en esta nueva edición con un formato más grande del habitual.

Una lectura ésta de lo más fresca, con giros inesperados, que se consume a una velocidad endiablada y que hizo que muchos lectores, entre ellos un servidor, nos volviéramos a enganchar a las aventuras del Hombre Araña, ¡Spiderman!

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