Cultura

Amor en la periferia

  • La cantaora jiennense Rosario López publica un disco con grabaciones realizadas en directo en Japón entre los años 1998 y 2001, acompañada por Enrique Sakai

Rosario López con la guitarra de Enrique Sakai. Studio Gen.

Unidos por la periferia. Pues si Jaén se ha situado por los finos ensayistas flamencos del pasado siempre fuera del "triángulo de la baja Andalucía de los cantes básicos", Japón está más cerca del sol que de la tierra que canta. Y, sin embargo, no es cierto.

Jaén es la cuna de uno de los estilos fundamentales de la baraja flamenca, como es la taranta, además de poseer otros estilos propios, de tangos y fandangos sobre todo, muchos de estos últimos todavía en el ámbito hoy llamado "folclórico".

Japón es una de las capitales mundiales del flamenco ¿Qué artista fundamental de este arte, por no decir qué artista flamenco, así, en general, no tiene algún vínculo personal o profesional con este país? Ya hay una buena hornada de cantaores y guitarristas nipones y la primera generación de bailaores ya se ha jubilado.

Es la segunda grabación de Rosario López (Rosario López Carrascosa, Jaén, 1943) que nos llega en los últimos meses después de años de silencio. Es una voz capital del flamenco jiennense y, sin embargo, cosas de la falta de imaginación de los programadores, ha cantado más veces en Japón que en Sevilla. La asociación de artistas flamencos se quejaba hace unas semanas, con toda la razón, de que en las programaciones anuales de nuestra ciudad siempre vemos los mismos nombres.

Este disco es un gran testimonio de las visitas llevadas a cabo por López en los últimos años a Japón, con registros en directo realizados en 1998, 2000 y 2001. La guitarra la pone un veterano del toque en el país del sol naciente, Enrique Sakai. Discípulo de Melchor de Marchena y Diego del Gastor, Enrique Sakai fue un habitual de los tablaos madrileños en los primeros años 70. Gran aficionado al cante, que domina además de acompañarlo con gusto y solera, regenta, junto a su mujer, la bailaora Mika Kato, una escuela de flamenco en su país natal. Como cantaor llegó a participar en la V Bienal de Flamenco de Sevilla, en 1988.

Las grabaciones de 1998 son las más abundantes en esta obra, y también las más interesantes por las condiciones vocales con que contaba la intérprete. Claro que ya no es la frescura que deslumbró a la afición en los años 70. El cante de Rosario López es fundamentalmente brillante, directo, sensual. Con los años este poderío físico ha venido a menos, dando paso a una ensolerada melancolía, cuya mejor manifestación son los desnudos tientos incluidos en este disco. La guitarra de Sakai deja el cante muy libre, arropándolo con un estilo tenso y austero en las falsetas clásicas marcheneras.

La belleza de los tientos reside en su máxima fidelidad al tiento-tango gaditano, que es lo que hace a las mil maravillas Rosario López. Esta riqueza melódica y esta ligereza rítmica evitan que el cante se convierta en una cosa pesada y rígida, como ocurre en la mayoría de las interpretaciones contemporáneas de este cante. Por tangos la cantaora se mantiene fiel al legado de Pastora Pavón, cosa que sólo se puede hacer gracias un endiablado virtuosismo rítmico como el que Rosario López posee sobradamente. Algo parecido podemos decir de las bulerías gaditanas en tono mayor con cuplé, rematado en colombiana, en las que la cantaora demuestra su enorme garra.

La petenera es otro de los estilos favoritos de la cantaora, en el que sigue fielmente el legado de su venerado maestro Rafael Romero. Con intimidad y huyendo de esa falsa solemnidad tan frecuente hoy en este palo.

Siguiendo el orden del propio disco, diré que la granaína es acaso el corte en el que más desangelado se muestra el acompañamiento de Enrique Sakai, que busca no obstante el acento rítmico pero que carece de la riqueza cromática que Montoya imprimió a este toque. No obstante, Sakai introduce falsetas muy novedosas, personales. López por su parte se muestra soberbia, maestra, en otro de los cantes característicos de esta intérprete, tan populares en la Andalucía Oriental, de donde los tomó y estilizó el genio de Antonio Chacón. La letra que canta Rosario remite a su primer disco, el colectivo Entierro por Federico García Lorca (1977).

La rondeña es otro de los puntos culminantes de la grabación, con un acompañamiento que enlaza este cante con la soleá. Pletórica la cantaora en uno de los estilos más bellos y sentimentales del repertorio flamenco, tenido por muchos por menor. Oda a la crianza y a la trascendencia de la sangre, que diría Unamuno. Por malagueñas, sigue la impronta y la melodía de la gran Trini de Malaga.

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