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Cultura

Alcances rebobina su historia para dar otro enfoque a su futuro

  • La 40 edición de la Muestra Cinematográfica del Atlántico arranca con un homenaje a Fernando Quiñones y mostrando en un breve documental sus raíces, su crecimiento y el nuevo camino

Cuarenta años después, casi el tiempo que dura una dictadura, Alcances rebobinó su propia historia para recordar la semilla que sembraron en 1968 Fernando Quiñones y un grupo de jóvenes tan inquietos culturalmente como él. Una semilla que no germinó, que murió entonces pero que un año después empezó a echar raíces, dio fruto y se fue convirtiendo en el veterano árbol que hoy sigue cobijando entre sus frondosas copas los misterios del cine. La 40 edición de Alcances empezó anoche, el mismo día en el que el mundo, menos Cádiz, recordaba el bicentenario de la muerte del botánico gaditano Celestino Mutis. Otro ilustrado, como Quiñones, y con un legado, como el escritor, capaz de arraigar para siempre en la memoria colectiva de la humanidad.

Así fue la gala de inauguración de Alcances anoche en el Falla. Una manera de echar una mirada al pasado, entre nostálgica y mítica, de rebobinar la historia para, en otra secuencia posterior, seguir fijando las bases del camino elegido hace unos años con el cine documental. Y se hizo precisamente con un breve documental, de 15 minutos, en el que las fotos de los primeros alcanceros se mezclaron con las escenas más recordadas de la muestra cinematográfica y el testimonio veraz de aquellos que acompañaron a Fernando en su aventura, como Nadia Consolani, su esposa; José Manuel Marchante, ex director de la Muestra; Marina Bermúdez, asistente del primer equipo de Alcances; José María Sánchez Villacorta, también ex director; Javier Miranda, coordinador de programación de Alcances, o Vega López, actual coordinadora general. El pasado, el presente y el futuro del maduro festival en un cuidado documento de 15 minutos.

Después vinieron las palabras del periodista y escritor Juan José Téllez, que con sus expresiones puntiagudas y el poso humorístico sobre el que siempre fluyen sus palabras leyó con cadencia una semblanza de Quiñones en la que ensambló al escritor chiclanero y su producción con el mundo del celuloide: "Es inexplicable su literatura sin el cine", afirmó Téllez, que definió a Quiñones como "un personaje de Berlanga metido en un largometraje de Spielberg". Y de banda sonora, el flamenco.

Después vino la entrega de la Caracola de Honor de Alcances a Nadia Consolani. Lo hizo, en representación del público de la Muestra, el pintor y profesor Asencio Salas, acompañado del alcalde en funciones de la ciudad, José Blas Fernández -la alcaldesa y el concejal de Cultura estaban en Colombia de viaje oficial por el bicentenario de Mutis-, y en presencia de Mauro, hijo del fundador de Alcances.

Nadia Consolani, tras recibir el caluroso aplauso del público que llenaba el patio de butacas, recordó los primeros tiempos del festival, cuando ella se "escaqueaba" viajando a Venecia, para escapar del jaleo gaditano, y Fernando la llamaba: "Oye, recógeme la película de Fellini". Nadia agradeció el galardón -"yo no merezco esto, es de Fernando"-, y sus palabras dieron paso al documental Hanoi, martes 13, que esta vez, 40 años después, casi una dictadura, no censuró ninguna autoridad.

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