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CINE

Activismo con olor a Oscar

  • Sean Penn es favorito a la estatuilla por dar vida en la pantalla al concejal homosexual Harvey Milk, en un biopic dirigido por el errático Gus Van Sant

La temporada cinematográfica tiene a lo largo del año su propia cadencia, con sus subdivisiones por etapas. Recién acabada la Navidad y su oleada de estrenos pensados mayoritariamente para la familia y los pequeños de la casa, iniciado enero es el turno de las favoritas a los Oscars, que desde que se otorgan el último domingo de febrero se amontonan en las semanas iniciales del año. Las candidaturas se darán a conocer a mediados de mes, pero el film que abre el fuego de los preoscars, y que es el gran estreno de hoy, Mi nombre es Harvey Milk, se da por seguro que estará entre los finalistas. Al menos su actor principal, el gran Sean Penn, que parte como gran favorito para conseguir su segunda estatuilla. De momento, es candidato a los Globos de Oro.

Mi nombre es Harvey Milk tiene bastantes ingredientes para la gran ceremonia californiana. Es un biopic sobre el militante gay que da nombre al film. En los años 70 luchó contra la discriminación de su colectivo y fue el primer estadounidense que sin ocultar una homosexualidad de la que hizo incluso bandera llegó a un cargo político, como fue concejal en el ayuntamiento de San Francisco. Milk fue asesinado por un compañero de corporación en noviembre de 1978. Entonces no se sabía, pero fue el principio de una época oscura para los gays, pues poco años después del misterioso sida empezó a hacer estragos entre ellos. Hay que decir que no es la primera película sobre el asesinado político, pues ya hubo un laureado documental sobre su figura que ganó el Oscar en su especialidad. Tal vez sea un presagio del destino de Mi nombre es Harvey Milk en la ceremonia de las estatuillas.

El proyecto es obra del guionista Dustin Lance Black, que descubrió la figura del activista en los años 90. Fascinado, empezó una investigación que incluyó hablar con muchos de sus conocidos. De hecho, algunos hacen cameos en el film. A Black no le asustó el documental previo y estuvo cuatro años puliendo su guión, que recogió los últimos años de Milk, desde que a sus cuarenta años decidió dejar Nueva York y trasladarse a la más liberal San Francisco, donde abrió un negocio en el barrio de Castro, que se estaba convirtiendo en una zona de militancia gay. Allí se lanzó de cabeza al activismo y a la política consiguiendo ser elegido para el ayuntamiento, donde encabezo políticas en contra de la discriminación contra los homosexuales que le ganaron fama a nivel nacional. Así fue hasta su asesinato, que compartió con el alcalde de San Francisco George Moscone.

Penn se halla bien escoltado en el reparto por Emile Hirsch, Josh Brolin (el gran olvidado de No es país para viejos), James Franco y el mexicano Diego Luna. El director es el sorprendente Gus Van Sant, cuya carrera asemeja un péndulo. De la gran esperanza del cine independiente pasó a coquetear con el gran Hollywood y los Oscars (El indomable Will Hunting, Descubriendo a Forrester) hasta volver a la marginalidad con su llamada trilogía de la muerte, que incluía la magistral Elephant. Ahora toca volver a mirar hacia la industria, con este film que cuenta con la gran baza del siempre fiable Sean Penn. Suerte en las candidaturas del próximo 22 de enero.

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