Alonso Ruiz (Moguer). Propietario de bodegas Urium

"No hemos venido a Jerez a hacernos ricos, sino a cumplir un viejo sueño"

Su padre realizaba andando el camino, a través del Coto, entre Moguer (Huelva) y Jerez para hacer la siega y siempre le dijo: "Si alguna vez te metes en el mundo del vino, que sea en Jerez". Y Alonso Ruiz, tras 40 años, ya ha visto realizado su sueño. Y el de su padre. Tener una bodega en Jerez. Son 500 botas en la calle Muro, en un casco bodeguero que perteneció a Lustau. Se llama Urium (Moguer en latín) y los vinos de alta gama son su sello. Son hasta tal punto su sello que la pasada semana presentaron en el salón Vinoble su vino de cien años, del que sólo sacan quince botellas al año.

Alonso Ruiz, que toda la vida ha trabajado en la restauración en Huelva, está acompañado de su hija y ambos tienen la mirada de los niños la mañana de Reyes. Les acaban de dar una medalla a uno de los mejores vinos del salón y cuando se les pregunta con extrañeza cómo es que se ateven a entrar en el sector del jerez, que sufre una crisis estructural desde hace dos décadas, se salen por la tangente: "¿Qué es lo que no está en crisis? Esta bodega nace de una ilusión compartida entre mi hija y yo. Nace de nuestra pasión por Jerez. Yo no vengo aquí para hacerme rico. Me conformo con no perder demasiado".

Aunque hasta ahora todo son elogios para su vino, ya ha empezado a descubrir las dificultades de introducirse en este mercado. No hay forma de encontrar distribuidor. "Yo lo entiendo, eh? Un distribuidor ya tiene sus vinos y no va a poner a competir en su misma oferta a una bodega que ya tenga consolidada, por lo que nosotros hemos abierto una tiendecita para vender nuestros vinos". De momento, todo son buenas palabras para el tratamiento recibido en la provincia: "Llevamos tres años con este proyecto y lo único que puedo decir es que hemos sido muy bien acogidos por el Consejo Regulador, la Consejería de Agricultura, las otras bodegas..."

Sólo cuentan con dos trabajadores permanentes y el resto del trabajo lo tienen 'externalizado'. Tienen contratos para la uva del año y un personal más o menos fijo para las épocas en que hace falta más personal. No hablan mucho de futuro y sí de disfrutar el momento. "El jerez hay que tomárselo más como una devoción que como un negocio".

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