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Observatorio de la provincia

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  • Las energías renovables son un yacimiento de actividad 'natural' en la provincia que debe aprovecharse dada la cantidad de recursos disponibles y, aunque crean poco empleo, tienen un peso económico y tecnológico

Cádiz es energía pura, natural, básica. Mire donde se mire, los recursos están omnipresentes y su aprovechamiento industrial supone un negocio en potencia. El viento del Estrecho, la radiación solar de la Costa Noroeste, el agua del litoral y de la Sierra, y hasta las cosas más pequeñas y cotidianas como las algas o la sal marina representan una materia prima. Esta condición privilegiada es de sobra conocida y ha sido explotada durante siglos para uso alimenticio y primario, pero en los últimos años ha cobrado un especial significado ante el agotamiento de los combustibles fósiles como el petróleo y la necesidad de buscar fuentes de energía eléctrica alternativas y menos contaminantes.

Cádiz fue en 1983 la primera provincia en poner en funcionamiento un aerogenerador, en Tarifa, y actualmente lidera la potencia instalada en Andalucía y está entre las primeras del país con más de 1.200 megavatios. Es líder indiscutible en producción de biocarburantes con más del 25% del volumen andaluz y aunque ha entrado con más lentitud en la actividad fotovoltaica a través de proyectos de pequeña y media envergadura, en los próximos dos años vivirá una explosión de huertos de gran envergadura que están empezando a instalarse, sobre todo en el triángulo entre Sanlúcar, Chipiona y Rota, como es el caso del proyecto de la sevillana Tentusol. Lo mismo ocurrirá en el campo termosolar, que actualmente está yermo y en 2011 asistirá al nacimiento de una gran planta de 100 MW en San José del Valle promovida por Torresol Energy y en un horizonte cada vez más cercano (social, institucional y normativo), el litoral gaditano deberá encarar con seriedad la naciente eólica marina.

Este desarrollo energético, especialmente intenso en el último decenio, ha tenido un impacto muy claro en lo macro y microeconómico, así como en lo tecnológico, pero no tanto en lo laboral. Dos referencias hablan por sí solas: entre 2000 y 2007, el valor añadido bruto del sector ha pasado de 398,2 a casi 740 millones, lo que supone un 2,4% del PIB, casi tanto como todo el sector primario (2,6%); y, en segundo lugar, las inversiones realizadas en Cádiz llegan a ser en muchos casos de ocho y nueve cifras, como los 540 millones de euros inyectados por Torresol Energy. En contrapartida, ha un pero y es que tiene una capacidad de generación de empleo muy baja en comparación con otras actividades del sector secundario; de hecho, el grupo laboral estrictamente de energía sólo cuenta con una media mensual de 652 ocupados, un colectivo al que hay que añadirle toda la actividad auxiliar e indirecta y los empleos industriales para tener como resultado la radiografía laboral de la energía.

En otras zonas del país sería un factor irrelevante comparado con el progreso tecnológico que aporta, pero en una provincia con 170.000 parados que demanda del mercado laboral una respuesta rápida y, sobre todo, efectiva, sí hay que considerarlo hándicap importante. Pero esta realidad puede corregirse si se da un salto cualitativo importante: el paso de la producción a la industria. En las dos últimas décadas, la gran contribución gaditana ha sido en términos de generación eléctrica, mientras que a partir de ahora se beneficiará de la fabricación de componentes y el desarrollo de sistemas y productos. El primer tejido emergente ha sido el de construcción de paneles fotovoltaicos. Gadir Solar ha sido pionera en esta nueva industria en la provincia con su implantación de Puerto Real, y tras ella prevén llegar, dentro del mismo ámbito pero con productos diferentes, Terra Sun (láminas holográficas), Solar European Solutions (modelos de bajo coste), y, una vez que cierre su financiación, Genesis Solar (paneles de película fina).

Otro nicho es el eólico, capitalizado por Aeroblade, que sigue optando a la reindustrialización para sacar adelante su fábrica de palas de aerogeneradores. Otra planta de construcción de molinos será la de Energy Innovations Company, que innovará con aparatos de baja altura y conexión directa a la red.

En el ámbito marino también han florecido los planes de inversión. Desde Chipiona hasta las proximidades del Estrecho, las principales empresas energéticas españolas y europeas (como Acciona, Iberdrola o Endesa) han presentado sus credenciales frente a la costa y, tras establecer las zonas aptas, con limitaciones o prohibidas para estas instalaciones, es el Ministerio de Medio Ambiente el que tiene la última palabra para la concesión de estos proyectos.

Además de estos dos ámbitos, hay otras actividades que surgen vinculadas a la tecnología energética, como un proyecto de nanotecnología para producir placas de calor a base de radiación de infrarrojos, otro para desarrollar nuevas bombas geotérmicas solares o para permitir la reutilización de las aguas grises (aguas residuales de los edificios).

La delegada de Innovación, Angelines Ortiz, reconoce este carácter estratégico y considera que estas actividades suponen una renovación: "El avance energético plantea oportunidades para las actividades tradicionales que han sustentado la economía de la provincia durante años". No es sólo una alternativa para las zonas rurales como hasta ahora, sino que Ortiz cree que "sectores como el naval pueden aportar conocimiento y experiencia a este segmento y ser complementarios". Y es que tanto Navantia, a través de un acuerdo con Iberdrola, como Dragados Offshore también buscan su sitio entre las renovables en la construcción de barcos o estructuras.

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