Provincia de Cádiz

Con las más vulnerables

  • Nueve asociaciones logran subvenciones del IAM para su labor con mujeres en riesgo de exclusión social Tres ongs cuentan sus proyectos con reclusas, prostitutas e inmigrantes

Erradicar la extrema discriminación, exclusión y pobreza en la que se encuentran algunos colectivos de mujeres en situación de especial vulnerabilidad. En eso trabajan distintas organizaciones sin ánimo de lucro de la provincia con diferentes proyectos. Nueve de ellos han conseguido una subvención del Instituto Andaluz de la Mujer para poder seguir haciendo su labor este año, con mujeres inmigrantes, con reclusas, con prostitutas, con mujeres amenazadas, en el umbral de la pobreza... "No es nada difícil entrar en esa espiral que lleva a la exclusión y puede ser muy difícil salir. Por eso son muy importantes los servicios especializados que ofrecen estas ongs", explicó Lola Virués, directora del IAM en Cádiz. Proyecto Hombre, la Asociación de Mujeres Progresistas Victoria Kent y las Hijas de la Caridad, con Alma, son algunas de las iniciativas.

Mari, una reclusa que cumple sus últimos meses de condena en la comunidad terapéutica de Proyecto Hombre para tratar de salir de sus problemas de drogadicción, sabe de esa espiral de exclusión social a la que se refería la directora del IAM. "Ya parece que me estoy enmendando. No tengo problemas de mono y espero saber enfrentarme a la calle, adaptarme, porque eso es lo duro", manifestaba. Gracias al trabajo de la asociación, ha tenido acceso a terapeutas que le han dado recursos con los que espera afrontar una nueva etapa. "Tengo fuerza de voluntad y aquí he aprendido a cambiar mi comportamiento, a pedir ayuda, a escuchar y me han dado una serie de herramientas con las que afrontar el futuro", contaba.

Y es que según comentaba Luis Bononato, director de Proyecto Hombre, las mujeres reclusas, con las que tratan en este proyecto, es una población prioritaria para su asociación. "Porque todavía están más excluidas que los hombres, porque salen y no es lo mismo, porque el respaldo de la familia no es igual y parece que una toxicómana, o alcohólica parece molesta más que si es un hombre", apuntaba.

En las cárceles, esta asociación han atendido este año a una treintena de mujeres y 16 más han pasado por su programa de tratamiento. El objetivo es trabajar en prisión con ellas aunque sea dos días a la semana , "que sepan que van a tener visita aunque sea esos días". Se hace con ellas terapias de grupo, talleres de habilidades sociales, de solución de conflictos, de VIH, de conocimiento personal "porque ser toxicómana es síntoma de que algo está ocurriendo en la persona y ellas son las que se acercan nosotros, forma parte de nuestra filosofía". Las mujeres reclusas se sienten muy juzgadas y el rechazo es mayor, lo que genera mucha desconfianza en ellas.

Precisamente la desconfianza es una de las líneas que les une a las mujeres que se dedican a la prostitución, población a la que va dirigida otro proyecto, esta vez de la Asociación Mujeres Progresistas Victoria Kent. "No te podría decir un perfil de las mujeres con las que tratamos, hay de todo, pero sí hay una desconfianza hacia cualquier persona extraña". Su iniciativa tiene por objetivo detectar principalmente los casos de tráfico y trata entre este colectivo de mujeres aunque al final el éxito está en crear un vínculo entre ellas que les haga creer en nosotros y que nos haga partícipe de su situación y eso es lo que fomentan principalmente.

Según contaba Rocío, encargada del proyecto en la asociación, sus miembros acuden a los lugares de trabajo de las chicas tanto en el Campo de Gibraltar, Jerez o la Janda. "Nos desplazamos un equipo interdisciplinar, con una mediadora intercultural. Tenemos a su disposición trabajadoras, abogadas y psicólogas; le ofrecemos nuestros recursos de asesoría jurídica, le damos material preventivo, talleres de salud sexual o violencia", aseguraba.

Desde la asociación reconocían lo difícil de trabajar con este colectivo, porque se mueven mucho, "pero lo importante es que ellas sepan que estamos ahí, que tengan una figura a la que dirigirse si tienen cualquier problema".

Muchas de las historias que escuchan los que trabajan con las mujeres inmigrantes que acaban de llegar a Algeciras son "escalofriantes". Es el adjetivo que utiliza José Luis, responsable del proyecto Alma, que las Hijas de la Caridad pusieron en marcha en 2010 contra la injusticia y la pobreza de las víctimas de trata, a las que se le da una atención integral y personalizada. Para ellas se creó un hogar, el hogar de Marillac, donde pueden permanecer incluso con sus hijos, "un cobijo donde tienen asistencia médica, psicológica, jurídica o lingüística".

Las mayoría de mujeres con las que trabajan suelen venir del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Algeciras, donde acude la asociación y entrevista a cada una de las que llegan para detectar si es víctima. "Las historias de vida que recogemos son de familias destrozadas en su lugar de origen, del que huyen y de un viaje donde las mujeres solas son víctimas de abusos y violaciones y una vez aquí son perseguidas", cuenta José Luis.

En el primer piso que pusieron tiene siete plazas juntos a sus hijos y ahora tienen un segundo, con la subvención del IAM, en la que acogen principalmente a mujeres que han caído en la pobreza y que no tienen otro sitio donde acudir, que suelen ser jóvenes españolas con hijos.

Con todo, trabajar con ellas es bonito. "Algunas terminan bien. A una chica nigeriana le han hecho un contrato de aprendiz en un establecimiento de comida rápida, otras dos se fueron a vivir juntas y han encontrado trabajo y hace poco me ha llamado otra marroquí que va a recoger a sus hijos". Por contra, otras son perseguidas, desaparecen del piso de un día para otro "y no sabemos dónde van".

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