Provincia de Cádiz

Del socorrido 'regalo' de las obras al carné de Franco

Rotonda de la depuradora, carretera del Portal, 10,50 horas. Patrullas del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y de la Usecic (Unidad de Seguridad Ciudadana) se suman al Grupo Cobre para montar un control. Terminando de colocar los pivotes, dan el alto a un Peugeot 406 que arrastra un remolque atestado de objetos de metal diversos. La primera en la frente. El número de matrícula del remolque no coincide con el del coche. El conductor se apea y su acompañante se queda en el coche. Empieza a hablar. "Me han regalado estos restos en una obra", explica a los agentes. El sargento Enrique Arjonilla, el responsable del Grupo Cobre, hace el comentario justo. "Eso es lo que suelen decir todos", apunta. Y el guardia Óscar González, del Seprona de Jerez, sentencia: "Me extraña a mí que en las obras regalen algo".

El primer interceptado se salda con resultado positivo: además del descuadre de matrículas, no puede acreditar la legal procedencia de la rojiza carga.

Con el segundo, hay una grata sorpresa: una furgoneta ocupada por un matrimonio de etnia gitana de mediana edad, que van completamente limpios. El gitano abre la puerta trasera sin problemas. Dentro, un grupo electrógeno, una batería de coche, una sartén y una enorme nevera para guardar refrescos de los bares de antaño. "Unas cosillas que hemos apañado para vender en la chatarrería", dice a uno de los guardias. "¿Y el porte compensa"?. "Hombre esta vez no", reconoce. Su mujer se apea y se acerca a los guardias para enseñarles un carné de Franco, merchandising típico al estilo Casa Pepe de Despeñaperros.

Tras ellos, varios más son parados. Transportistas con bollería induistrial o material de una empresa, restos de instalaciones de aire acondicionado aunque no disponen del preceptivo permiso como gestores de residuos.

Otro furgoneta pequeña con cortinas en la parte trasera despierta sospechas. Falsa alarma: su carga son miñocas, gusanas para pescar. La conductora se va sin embargo con denuncia: debería haber pasado la ITV el pasado mes de julio.

Un soplo: desde la central comunican el robo de 18 discos de grada en El Torno. Puede que vayan a venderlos a alguna chatarrería de las inmediaciones. "Van en un vehículo Dacia de color gris", avisa el sargento, para que estén atentas las patrullas para darle alto si aparece.

La incesante circulación de la vía empieza a flojear. Cada vez pasan menos coches. Ha debido correrse la voz de que hay control,. "¡Qué daño han hecho los teléfonos móviles!", suelta el seprona Óscar. Ni media hora después, se da la orden de desmontar el control. Parece bastante claro que nadie más va a aparecer con mercancía ilegal.

Para finalizar, inspección en una chatarrería de la provincia, donde se brindan a que hagamos fotos que dejan patente que , en estos tiempos de crisis, estos negocios marchan viento en popa. Cobre de múltiples procedencias se amontona cual montañas en las instalaciones junto a objetos de lo más diversos vendidos por buscavidas.

A la vista está que todavía queda mucho por hacer para acabar con los expolios de cobre. El problema estriba en que no suele ser corriente que ingresen en prisión los ladrones. Sólo si son reincidentes y dependiendo de lo que hayan robado y cómo. La mayoría queda en libertad con cargos hasta la espera de juicio. No ha ocurrido así hace poco con un chaval de Cádiz, de San Juan de Dios, al que, la segunda vez que lo detuvieron, en menos de un mes, lo sometieron a un juicio rápido, enviándolo a prisión durante más de tres años. Esto, apunta el agente Torres, "sí que ayuda a frenar los robos".

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