Provincia de Cádiz

Un simulacro de amenaza de bomba siembra el desconcierto en el centro

  • La iniciativa tan sólo había sido comunicada a un reducido grupo de personas para darle realismo

Doce del mediodía. Suena el teléfono en la Delegación de Hacienda de Chiclana, ubicada en pleno centro de la localidad, concretamente en una calle perpendicular a la calle La Plaza y prácticamente colindante con el Mercado de Abastos, donde a esa hora cientos de personas hacen sus compras. Un joven empleado responde a la llamada. Habla una persona con claro acento extranjero y tan sólo se escucha una frase al otro lado del teléfono: "Desalojen el edificio, en quince minutos explotará una bomba".

El empleado, prácticamente sin habla, reacciona con rapidez y pone la amenaza en conocimiento de la administradora del centro, que ordena el desalojo inmediato del edificio, al tiempo que se cursa aviso a la Guardia Civil.

En cuestión de minutos, las sirenas de los vehículos de la Guardia Civil comienzan a sonar por la calle La Plaza y alrededores. Se desecadenan los primeros comentarios. Unos dicen que es un atraco en la oficina del BBVA y otros, los mejor informados, hablan de una amenaza de bomba en Hacienda.

Mientras tanto, la Guardia Civil despliega un amplio dispositivo de control, acordona la zona y desaloja tanto el edificio de Hacienda como varios comercios colindantes, entre ellos una cafetería. Algunos establecimientos echan incluso la baraja por cuestiones de seguridad.

Los primeros medios informativos llegamos al lugar del suceso. La Guardia Civil impide el paso. Un cámara de televisión pregunta qué ha sucedido. El agente se limita a responder que no puede facilitar ningún tipo de información. En otra esquina, un agente de la Guardia Civil nos confirma que se ha producido una amenaza de bomba en la Delegación de Hacienda. Preguntamos si es cierto que van a desalojar el Mercado, como anuncian algunos, y responde que lo desconoce pero que sus compañeros están en el interior. El desalojo, finalmente, no se produce.

Hasta ese momento nadie diría, ni de hecho lo dijo, que se trataba de un simulacro. Sin embargo, poco a poco fue desvelándose el secreto, no porque se revelara pública o veladamente, sino porque había algunos detalles que no parecían muy coherentes para este tipo de situación.

A pesar de todo, decenas de ciudadanos se marcharon del lugar creyendo, a ciencia cierta, que se trataba de una amenaza de bomba real y no simulada. Incluso se vivieron algunas escenas de tensión, con personas que llegaron a la zona asustadas interesándose por familiares que trabajaban bien en Hacienda, en el Centro Médico (que también se vio afectado) o en los comercios cercanos.

Sólo al final, cuando la Guardia Civil levantó la prohibición de acceder a la zona acordonada, se tuvo confirmación oficial de que se trataba de un simulacro, del que tan sólo tenía conocimiento un reducido grupo de personas. Tanto es así que incluso fuentes oficiales de la Delegación de Hacienda reconocieron que algunos agentes que debían acceder al interior del edificio para su revisión lo hicieron con cierto temor, tal vez precisamente por su desconocimiento de la situación real, con la que se pretendía lograr una mayor implicación de todos.

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