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Provincia de Cádiz

No podía con todo

  • Irene García antepone su familia y su partido a una gestión municipal que le sobrepasaba Su decisión encierra un riesgo político enorme

Por eso, por lo inhabitual de una medida como la tomada ayer, pero también por el momento elegido para ello, sólo 40 horas después de que se diera a conocer la composición del nuevo Gobierno andaluz, las conjeturas, las elucubraciones, las hipótesis y las teorías más maquiavélicas sobre política-ficción corrieron ayer como la pólvora por Sanlúcar y por toda la provincia pero también en las filas del PSOE y en las del resto de formaciones políticas. Unos hablaban de que era una pataleta por no haber sido nombrada consejera; otros apuntaban la opción de que estuviera preparando el salto a la Delegación del Gobierno andaluz en Cádiz ante un inminente ascenso de su titular, Fernando López Gil, a una viceconsejería; hubo incluso quien especuló sobre la existencia de una supuesta encuesta que no vaticinaba buenos presagios para el PSOE sanluqueño de cara a las elecciones municipales de 2015; y hasta hubo atrevidos que vaticinaban la existencia de diferencias internas en la actual dirección del PSOE provincial y que por eso Irene García había optado por acampar en la sede de San Antonio para poner orden, y bla, bla, bla... Pero no le den tantas vueltas porque todo es muchísimo más fácil. Irene García renuncia a la Alcaldía de Sanlúcar por una única razón: no podía con todo.

Fue a mediados de 2012 cuando la vida de Irene García cambió por completo. Hasta entonces tuvo que compaginar su labor como alcaldesa de Sanlúcar -con los sinsabores que dan las dentelladas de una crisis económica brutal- con la crianza de dos hijos pequeños. Casi nada. Pero el año pasado cayeron sobre sus espaldas -por decisión propia, cierto es- la secretaría general de todo un PSOE de Cádiz y, por si fuera poco, la portavocía del Grupo Socialista en la Diputación. Para volverse locos, probablemente.

Pero, ¿pensaba Irene García hace ahora un año que sería capaz de controlarlo todo? Posiblemente sí, entre otras cosas porque su predecesor al frente del partido, Francisco González Cabaña, lo había hecho sin demasiados contratiempos durante una década. Pero en estos últimos meses la regidora saliente ha aprendido una cosa: que para lo bueno y para lo malo Sanlúcar no es Benalup, que no es lo mismo gestionar a medio gas una localidad de 8.000 habitantes que una de 70.000 y que no pesa igual una losa de 1.500 parados que otra de casi 12.000. Pero para terminar de entender las razones del adiós de Irene García hay que poner más elementos sobre la mesa. Por ejemplo, que el Ayuntamiento de Sanlúcar está a casi una hora de la sede provincial del PSOE y de la Diputación; que ser alcalde o alcaldesa hoy tiene que ser un cometido titánico y estresante, con muchos ciudadanos pidiéndote trabajo e incluso comida en cualquier lugar y con todos los recursos municipales destinados casi de forma íntegra a abonar la nómina de la plantilla; y no hay que olvidar además que no hace mucho tiempo el colectivo de los ex Delphi vertió su ira en el negocio del marido de la alcaldesa de Sanlúcar, y eso, por muy fuerte que sea uno y por muy anchas que tenga las espaldas, puede terminar haciendo mella en cualquiera.

Con toda esta lista de contras ganando por goleada a los pros, la joven política sanluqueña planteó su decisión a la dirección regional de su partido. Y todo quedó atado la noche del domingo, cuando ya había la certeza total de que Cádiz recuperaría a su consejero en la persona de Manuel Jiménez Barrios. ¿Pensó en algún momento Irene García en la posibilidad que fuera ella la elegida para ocupar un puesto en el Gobierno andaluz? Cuesta creerlo, primero porque el perfil que le ha dado la nueva presidenta de la Junta a su Ejecutivo no casa en demasía con las caracerísticas de Irene García; segundo porque la dirección del PSOE de Cádiz hizo una piña para que el elegido para representar a la provincia en el Consejo de Gobierno fuera Jiménez Barrios; y también porque la relación de la alcaldesa saliente de Sanlúcar con Susana Díaz es aceptable, sin más. Ambas están en sintonía, es verdad, comparten muchos de sus razonamientos sobre cómo tiene que funcionar este supuesto nuevo PSOE, pero hay una evidencia: Irene García no es la persona de más confianza que tiene Susana Díaz en la provincia. Si hoy es secretaria general del partido es porque así lo decidió Griñán y porque así lo acataron de buen grado todos los griñanistas hoy reconvertidos por arte de magia en susanistas. Pero si la nueva presidenta de la Junta tiene que trasladar una confidencia a la provincia, seguro que opta antes por Manuel Jiménez Barrios, por Fernando López Gil o por Juan Cornejo.

Por tanto, la decisión de Irene García de abandonar la Alcaldía de ningún modo puede entenderse como un calentón, como una pataleta por no ser consejera. Para nada. Su decisión ha sido muy meditada y si no ha dado el paso antes ha sido precisamente por la cascada de cambios habidos en el PSOE-A, que empezaron en junio con la convocatoria de primarias y culminaron el martes con la toma de posesión del nuevo Gobierno andaluz.

Cuando dentro de pocos días termine su mudanza en la Alcaldía, Irene García podrá dedicarse de lleno a hacer oposición a José Loaiza en la Diputación -hasta ahora su papel de portavoz se ha limitado a reclamar un plan de empleo para la provincia y a dos espantadas del pleno- y a preparar de lleno la campaña de las municipales de 2015, una cita para la que tiene un objetivo entre ceja y ceja: recuperar el gobierno de la Diputación para el PSOE.

Eso sí, queda la duda de cómo va a reaccionar la sociedad sanluqueña ante la renuncia inesperada de quien ha sido su alcaldesa los últimos seis años. Porque, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras localidades gaditanas, en este caso esta renuncia no viene motivada por un ascenso sino por una priorización de responsabilidades. Y si hace unos años en el PSOE daba igual quién fuera el candidato a alcalde, por el peso que tenía la marca, en las municipales de 2011 ya se demostró que algo ha cambiado. Si no, que le pregunten a los ciudadanos de Algeciras, Arcos, Vejer, Prado del Rey, Tarifa... Por eso la decisión de Irene García, a todas luces legítima, es también muy arriesgada. Por mucho que el PP sanluqueño, sin un líder claro, no esté para muchas fiestas,

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