Provincia de Cádiz

"Mi norma es no acostarme nunca enfadado, aunque tenga motivos"

  • Después de 17 años como director-conservador de la Colección de Arte Cajasol, lo deja atrás para aplicar su visión poética al mundo empresarial. Un acuerdo con la CEC le permitirá ese acercamiento

La espera para una entrevista con Francisco Pérez Valencia se convierte en un espectáculo de abrazos y apretones de mano. Las respuestas de los oyentes de su conferencia en El Corte Inglés pasan del, a veces obligado constumbrismo postural y gestual, a un abierto y sincero comentario: "Qué tío más grande". Qué mayor ejemplo de la personalidad de este Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla que su rápida respuesta a la petición de este periódico para la fotografía que ilustra esta página: "Vámonos del tirón". El objetivo, el área recreativa para niños de El Corte Inglés.

-¿Para qué sirve la Universidad Emocional?

-Si te hablo como Paco soñador, diré que es un sueño que llega después de disfrutar de muchas cosas, de descubrir muchas otras y de aprender. Este era el momento, justo además cuando todo el mundo decía que era el peor por la crisis. Ahora me sentía preparado. Es un proyecto que es un modelo de vida, un trabajo hecho a la medida de alguien que aún tiene el espíritu de ilusión por cambiar el mundo, enamorado de aquellos héroes que sabiendo que iban a morir en el intento seguían peleando por ese ideal. Esa es la Universidad Emocional.

-¿Y si habla como Paco más real?

-Pues diría que es una forma de entender las relaciones de las personas en cualquier ámbito o campo de trabajo. Haciendo lo mismo pero haciéndolo mejor, más volcados en el niño que tienen dentro para que sean más valientes a la hora de distribuir sus pensamientos, de expresarse como personas, que se sientan más a gusto y más felices. Es una escuela de felicidad que propicia que las empresas puedan rentar mejor si entrenan esas opciones.

-¿Cómo es ese entrenamiento?

-Escuchamos a la gente, fomentamos que la gente se hable, comunicamos... al final la gente tiene que obligarse a contar las cosas, no a guardarlas.

-¿Qué le han llamado más veces, utópico o valiente?

-Valiente lo usan poco, me dicen más osado. Pero parece que osado es que uno se va a despeñar inevitablemente. De utópico me han hablado muchas veces. Mucha gente me decía al principio que soy muy optimista, y al final reconozco que soy optimista y ontológico, esto viene de nacimiento. La diferencia entre un optimista y un negativo que se hace llamar realista, es que yo soy mucho más realista que el negativo, porque donde éste no es capaz de ver soluciones, yo soy capaz de inventarme 40. Servirán o no, pero me mantienen vivo e ilusionado. Soy un romántico, utópico extremadamente realista. Quiero seguir siendo un niño hasta el final y espero mirar a mi hijo pensando que le estoy hablando de tú a tú.

-¿Cómo toma esa decisión después de muchos años en un entorno laboral seguro y acomodado?

-Sigo pensando que soy el Paco que soñó con ser artista. Nunca me preocupó el público o la crítica. Yo vivía, aprovechaba los fines de semana, los puentes para salir de la Facultad e irme a pintar. Cuando empecé a trabajar en la Caja tenía 24 años, recién casado, pero poco a poco el trabajo me cautivó. Un día me miré al espejo y me pregunté ¿dónde está Paco, aquél Paco soñador, valiente, que tenía horas para vivir con los demás, para disfrutar, para ir al estudio..si ahora no hago más que trabajar? Me descompuse, no quería eso para mí. Un día me vi en la cama pensando que podía haber sido capitán de mi destino y me cagué de miedo. Sé que soy peliculero, pero así fue. Así que si todo saliera mal y llego a viejo, podré mirar hacia atrás y me diré al menos, Paco, ha merecido la pena. Mi norma es nunca acostarme enfadado, aunque tenga motivos .

-¿Le defino como un indignado de la vida real?

-Acierta absolutamente. He sido además un instigador de la indignación. Leí a Stéphane Hessel (autor del libro Indignáos) antes de que generase todo este movimiento. Pensé que esto llegaría hasta aquí de una manera más apasionada. Y ese movimiento ha sido el más importante de la democracia. ¿Que no han dado soluciones? No estaban para darlas, sino para decir que no les gustaban las cosas y han hecho pensar a los políticos. Si la cultura y la sociedad no sirven para hacer felices a las personas, tenemos que cambiarlas.

-En las empresas, ¿hace falta más positivismo, más humanismo?

-Más coraje para ser persona por encima de todo. No me interesa trabajar con empresas que defienden una filosofía de la vida que no comparto. Por poner un ejemplo, te diré que yo no echo gasolina en dos compañías muy precisas porque un día escuché que en Nigeria habían matado a un defensor de los derechos humanos con helicópteros de esa compañía.

-Hoy no se dan esos ejemplos...

-Tú no puedes citar en un hotel a unos empleados y en lugar de decirles que vamos a almorzar decirles que los vas a despedir. Las cosas se pueden entender de mil maneras, que si las cuentas... lo que sea. Pero aquí hay que pelear por un barco y el barco a la primera vía de agua no lo hundimos, lo llevamos a un dique para repararlo, o lo hundimos pero tratando entre todos de salvar un sueño.

-Pero eso de que el capitán es el último que abandona el barco, tampoco parece que se practique ...

-Hay barcos en los que las ratas huyen siempre al principio, es cierto, pero es que al final son barcos que no se hunden, que funcionan e incluso son referentes en el mundo. Como al primer atisbo de falta de control, la cara del capitán esté desencajada, a rezar. Los capitanes tienen que mirar hacia abajo.El mejor equipo del mundo no es el entrenador, es mucha gente.

-Va a llegar a un acuerdo con la CEC ¿Cuál va a ser la misión?

-Me voy a reservar el papel de detonador. Unos pondrán material plástico, otros los cables, otros con la logística, pero yo quiero ser el que dé al interruptor. Habrá que ver qué contamos, qué puede necesitar esta provincia para reactivar a los empresarios. Confío enormemente en proyectos de autogestión. Para empezar, me gusta que la CEC y nosotros formemos matrimonio de connivencia, y sería estupendo que la Universidad Emocional se convierta en algo parecido a una responsabilidad social corporativa. Que las empresas puedan decir: yo pertenezco a la Universidad Emocional.

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