Provincia de Cádiz

"Ha merecido la pena esperar para vivir este momento"

  • Miles de personas se agolpan desde bien temprano en torno a la calle Real para saludar a Sus Majestades en un histórico paseo desde la Iglesia Mayor hasta el Teatro de Las Cortes

La calle Real amaneció ayer ya engalanada para la ocasión. Su actividad era frenética a primera hora de la mañana cuando las unidades móviles de los distintos medios de comunicación audiovisuales tomaron sus alrededores para transmitir todos los detalles de lo que pronto iba a suceder. En un nuevo laberinto se transformaron las vías más céntricas del municipio, como ha ocurrido en anteriores ocasiones, tanto por las obras como por los distintos actos que ha acogido la ciudad. Los ciudadanos se han vuelto unos expertos en adaptarse al entramado de vallas, a pesar de que en esta ocasión la dificultad era mayor por las medidas de seguridad que el acto requería. Muchos optaron por tomar posición muy pronto. No querían perderse nada. A saber, la llegada de los Reyes, el paso de las autoridades y el desfile militar.

Los actos oficiales comenzaron a las nueve de la mañana con el izado de la bandera de España que portaron hasta la plaza del Rey las unidaes históricas del Tercio de Armada. Poco después, a las nueve y cuarto y ante un auditorio todavía escaso, se recreó la procesión cívica de los Diputados de 1810, que representaban actores ataviados con los ropajes de la época. Acompañados del presidente del Congreso, José Bono y su homólogo del Senado, Javier Rojo y una comitiva de parlamentarios y senadores, se desplazaron hasta la Iglesia Mayor. Este templo, recientemente remodelado, volvió a ser escenario, 200 años después, de la misa de Espíritu Santo -oficiada por el cardenal Amigo Vallejo- que precedió a la recreación histórica del Juramento de Las Cortes, la primera de la jornada, restringida a los asistentes a la ceremonia religiosa.

Fuera resultó demasiado complicado seguirla para las miles de personas que se agolpaban en torno a la pantalla ubicada a pocos metros de la entrada del edificio constitucional. Su colocación, a poca altura, y con los nuevos árboles de la calle Real delante, hacía imposible que muchos ciudadanos pudieran seguir la secuencia del acto. Una espectadora incluso afirmaba haber visto al Rey entre los invitados, cuando éste siquiera había todavía llegado. Lo que en realidad se proyectaba en ese momento era la recreación.

Pero realmente los asistentes ayer no prestaron demasiada atención a la pantalla y estuvieron más pendientes de encontrar la mejor posición para disfrutar de estos primeros momentos de la jornada. Había quien estaba bastante informado al respecto de las autoridades presentes, pero también había muchos cuya imaginación pesó más que la realidad. "Ya viene el Papa", comentaba una joven con demasiado público por delante. "Es Letizia, es Letizia", decía una madre a sus dos hijos -y éstos sí estaban en primera fila- a la llegada del coche oficial. "Que no mamá, que es la Reina", le contestaba uno de ellos. Rebosaban emoción como el hervidero de gente que se agolpaba, ahora sí, en las dos márgenes de Real.

Una multitud que se extendía hasta los dominios de la alameda Moreno de Guerra, porque desde allí estaba previsto inicialmente que comenzara el paseo militar compuesto por la Escuela de Suboficiales, la Infantería de Marina y el Ejército de Tierra. Aunque al final no fue así y el desfile arrancó a la altura de la plaza del Rey. Cuando los afectados avanzaron para ver a los militares, se toparon a un lado de la calle vallada con las unidades móviles, lo que acrecentó aún más sus quejas.

A las once de la mañana, siguiendo el horario previsto, Sus Majestades recorrían a pie el pequeño trecho que separaba su vehículo oficial de la entrada de la Iglesia Mayor, entre aplausos y con los sones del Himno de España. Dentro, Don Juan Carlos firmó en el libro de honor antes de presidir el desfile. A su término, rodeado de autoridades civiles, militares y religiosas, emprendió junto a Doña Sofía el camino hacia el Teatro, a paso lento y respondiendo a los gestos y gritos de admiración de los curiosos que no dejaron pasar la oportunidad de formar parte de este histórico 24-S.

"Qué delgado se ha quedado", señalaba una señora subida a un banco de la plaza de la Iglesia para procurarse mejor vista. "Está muy serio", comentaba otro. "Qué elegante va la Reina", indicaba un tercero. Comentarios semejantes se sucedieron también sobre otros integrantes de la comitiva. Así por ejemplo, el traje de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, no pasó desapercibido. Antes de entrar al escenario de los primeros debates de los diputados de 1810, se vivió otro momento más para el recuerdo: el descubrimiento de la placa por el que las Cortes Generales y el Ayuntamiento de San Fernando perpetúan el reconocimiento del Congreso al Teatro de Las Cortes como primer edificio constitucional de España.Tras el acto, las autoridades invitadas disfrutaron de un cóctel en Capitanía que estuvo a cargo del catering El Faro.

Terminaba así la primera parte de un día en que muchos se ganaron un dolor de cuello sin recompensa. Otros, sin embargo, confesaron que "había merecido la pena esperar para vivir este momento".

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