Provincia de Cádiz

Contra la industria del crimen

  • La Udyco Bahía de Cádiz lucha desde su creación contra los grupos organizados que se dedican al tráfico de drogas y al blanqueo Golpes en Sanlúcar o Chiclana avalan su labor

La industria del crimen no descansa. Hay mucha gente en la provincia comiendo de la delincuencia gracias a auténticas empresas de lo ilegal, mafias organizadas no sólo para traficar con drogas, personas o vehículos sino también para intentar sacar los ojos a la administración central. Falsificaciones por doquier de contratos para cobrar el paro, ayudas innecesarias, empresas que inflan facturas, fraudes a la Seguridad Social. Los clanes tejen una maraña legal cuya punta del iceberg puede ser un alijo de droga, pero tras este existe una organización jerarquizada, con abogados y asesores para dar cobertura a los miembros de la banda. Para plantarles batalla, el ya jubilado comisario Juan Carretero decidió hace meses conformar la Udyco Bahía de Cádiz, intentando optimizar los recursos de las cinco comisarías de la zona gaditana (Cádiz, Jerez, San Fernando, El Puerto y Sanlúcar) en su lucha contra el narcotráfico y el blanqueo de capital sobre todo, aunque también contra estafas a la administración y empresas privadas. 

 

La Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) tiene muchos frentes abiertos, obviamente muchos de los casos en los que han trabajado en los últimos meses siguen vivos, como se dice en el argot policial, es decir, aunque hay detenidos la investigación continúa abierta para intentar que el golpe sea letal, que les cueste recuperarse. El trabajo de coordinación es básico, por eso los grupos específicos que lo componen, como el dedicado al gran tráfico de estupefacientes, al pequeño tráfico, o el grupo de delincuencia tecnológica, están en permanente comunicación. 

 

Gracias a esto hace unos meses la Udyco Bahía de Cádiz puso en marcha una operación contra el clan de La Pinilla, de Sanlúcar, una gran familia con todos sus miembros dedicados al tráfico de drogas. Según fuentes policiales, empleaban viviendas sociales como puntos de droga. La ley no permite que se les puedan quitar esta vivienda ni siquiera por este motivo. Pisos casi vacíos donde se colocaban vendedores a los que a veces se les pagaba con la misma droga, ya que también eran drogodependientes.

 

La Udyco intenta siempre recuperar el máximo de dinero en efectivo de estos clanes, que también cuentan con propiedades y vehículos de alta gama. Les llama la atención que, además de la actividad delictiva, la mayoría de los miembros de estas familias cobran el paro. "Suelen estar bien asesorados y realizan maniobras de blanqueo en las que tenemos que estar muy atentos", dicen desde la comisaría provincial.

 

La Udyco trabaja codo con codo con las dos fiscales especialistas en drogas de Jerez y Cádiz, que realizan una labor excepcional.

 

La crisis económica que afecta al país y a esta zona más deprimida de la Bahía si cabe, sobre todo el marco de Jerez, no se ha traducido en un aumento del tráfico de drogas, aunque lo que sí ha detectado la Policía es que cada vez hay más gente sin antecedentes que se presta a colaborar con los narcos para llevar a cabo los alijos. "Estamos atentos también a los delincuentes habituales, los que se dedican a pequeños hurtos, porque cuando se llevan mucho tiempo quietos quiere decir que están metidos en otros asuntos", dicen los agentes. 

 

Otro de los clanes desmantelados recientemente por la Udyco Bahía ha sido el llamado de Los Catalanes, que se asentó en Chiclana tras abandonar Badajoz. 

Está llamando la atención entre los agentes de la Udyco que la droga más peligrosa, la más adictiva, la heroína, está volviendo a aparecer. En la operación contra el clan de La Pinilla se incautaron de un kilo de esta droga, además de cocaína, y advierten que en localidades como Sanlúcar la figura del quinqui de los 80 se puede seguir encontrando por las calles, muestra inequívoca de que el jaco sigue vivo.

 

Otro tema destapado por la Udyco fue el de una banda que se dedicaba a comprar coches tras falsificar nóminas de indigentes a los que a veces pagaban con comida. Se falseaba la documentación y el coche, nada más salir del concesionario, era enviado a Francia sin que nunca se abonara una de las letras firmadas por esta persona sin recursos aparentes. En caso de detención los cabecillas decían que habían sido simples intermediarios a los que esta persona vendió el coche por la mitad de precio. El trabajo profundo de la Udyco hizo que la justicia no tuviera dudas de que se trataba de una banda organizada y los enviara a prisión. Ahora se están recuperando algunos coches de gama media en el país vecino. 

 

El verano no es época de vacaciones para los delincuentes ni para los agentes policiales que velan por nuestra seguridad.

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