Tragedia en la Plaza Alta

“El golpe más duro” para la comunidad musulmana: "Iré con miedo a rezar"

La carnicería Alhambra, donde el sacristán fallecido era un cliente habitual.

La carnicería Alhambra, donde el sacristán fallecido era un cliente habitual. / Jorge del Águila

Las parroquias de San Isidro y la iglesia de La Palma estaban cerradas a primera hora de la mañana de este jueves cuando la Plaza Alta y la zona baja de Algeciras empezaban a llenarse. Todo el mundo hablaba del crimen cometido por Yassin K., un marroquí de 25 años que llevaba un año viviendo en la ciudad y era un desconocido para gran parte de la comunidad islámica.

La noche antes había asesinado con un machete al sacristán de la iglesia de La Palma, Diego Valencia, y herido al párroco de San Isidro, Antonio Rodríguez. Los vecinos aseguran haberle visto “casi siempre sólo”. Residía en el barrio de San Isidro, en una corrala con dos viviendas en pésimo estado, junto a tres compañeros de su edad. A veces, paseaba por el entorno del Mercado de Abastos, aunque casi nadie mantenía mucho contacto con él.

En la zona baja, el responsable de la principal mezquita de la ciudad estaba destrozado. “No he podido dormir en toda la noche”, reconocía cabizbajo Dris Mohamed Amar, quien destaca el ejemplo que supone Algeciras como ciudad de convivencia. El también presidente de la comunidad se encontraba solo en el edificio, donde asegura que apenas había visto en una ocasión al detenido por presunto yihadismo.

“Para nosotros el golpe es más duro aún, porque la comunidad musulmana sufre las consecuencias más que nadie”, resume el también presidente de la comunidad musulmana, que teme que este episodio dé alas a los racistas. Estuvo presente en el minuto de silencio de la Plaza Alta junto a otros miembros de su mezquita. “Esto no tiene nada que ver con el Islam ni con el radicalismo; el detenido tenía antecedentes penales por tráfico de drogas… Es un criminal y punto”, añadió.

El joven llevaba poco tiempo en la ciudad y no tenía vínculos con la comunidad islámica. “Lo había visto alguna vez en la calle, pero no iba a la mezquita”, dice Abderramam El Wakili, dueño de la cafetería Siwar. Como casi todos, lo conocía "de vista". “Los que más sufrimos somos nosotros… Estamos muy tocados”, se lamenta.

En la Carnicería Alhambra, donde Diego Valencia solía comprar algunos productos, pedían mano dura contra “todos los que se comportan así”. “Hay mucha gente como él y hay que mandarla a su país de vuelta”, espetaba Aszet Tachrifet, que despacha en el negocio. “Solía colocarse ahí, enfrente, y a veces hablaba solo”, contaba, en referencia al presunto yihadista.

Aszet Tachrifet, de la Carnicería Alhambra. Aszet Tachrifet, de la Carnicería Alhambra.

Aszet Tachrifet, de la Carnicería Alhambra. / Jorge del Águila

“Mi hijo se ha pasado la noche llorando”, cuenta un peluquero en el establecimiento New Look, donde el hijo del asesinado también es cliente: “Esperemos que esto no tenga consecuencias… hoy iremos con miedo a la mezquita”.

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