Provincia de Cádiz

El forense que apuntó al suicidio se disculpa: en el baño había "poca luz"

  • El médico asegura que él no vio los regueros de sangre en la pared que indicaban lucha y argumenta que si aparecen en las fotos es porque el flash los iluminó

Un forense que acude al lugar en el que ha aparecido el cadáver de un hombre apuñalado no tiene por qué pensar en usar una linterna o un foco si en ese sitio hay poca luz y debe analizar el entorno para determinar si está ante un suicidio o bien ante un homicidio. Eso es lo que dio a entender ayer, en el juicio a la acusada de haber asesinado a su marido en Sanlúcar, el forense que el 9 de enero de 2008 acudió al domicilio de Manuel Gil, vio su cadáver en la bañera, lo examinó y observó el perimundo del cadáver, la zona que lo rodea. Hay fotos de ese día que muestran regueros de sangre en una pared del baño, esto es, indicios de que allí hubo lucha, de que aquello no era un suicidio. Pero el médico no los vio y ayer explicó el porqué: había poca luz. Si en las fotos se ven es porque el flash iluminó esas manchas, argumentó el forense.

Fue una de las disculpas que ayer esbozó el forense que en el acta del levantamiento del cadáver de Manuel Gil apuntó como hipótesis un suicidio. Como hipótesis. El médico explicó que en ningún momento fue un dictamen concluyente y rechazó así la responsabilidad sobre el error que le atribuyó en el juicio la Policía. "Tenemos que tener la nobleza para reconocer los errores, pero lo que vi no era concluyente", comentó mientras exponía cómo se le escapó que Manuel Gil había sido apuñalado.

Unas tres o cuatro horas después de haber sido hallado el cadáver, la Policía abandonó el lugar sin precintar la casa y sin advertencia alguna a los familiares del fallecido. Los familiares entraron en la casa y, como es natural y explicó un cuñado de la víctima, lo primero que hicieron fue limpiar el baño, hacer desaparecer las manchas de sangre. En una bolsa, metieron los botes del gel y la ropa interior del fallecido y lo tiraron todo a la basura.

A la mañana siguiente, el forense que se disponía a practicar la autopsia (otro distinto al anterior), lavó el cadáver y observó inmediatamente que había un error mayúsculo: que aquello era un homicido. Había más de cien heridas y la mayoría en las manos, defensivas.

Ese forense explicó ayer que se lo comunicó rápido a la Policía. En ese momento hubo crimen pero ya no había escenario del crimen: todo limpio, todo estropeado para iniciar una investigación en condiciones.

"En el entorno tétrico de esa luz mortecina" no es extraño que el forense que acudió a la escena del crimen no viese regueros de sangre en la pared del baño, apuntó ayer el médico que hizo la autopsia. No fue el único cable a su colega. Dijo también que era difícil ver las heridas en un cadáver "totalmente impregnado de sangre".

El caso es que el forense que fue a la casa sí vio heridas en las manos del fallecido. Pero aún así, apuntó como hipótesis el suicidio. ¿Y la herida en la espalda? "No la vi". El médico opina que alguien limpió el baño tras el apuñalamiento: que la sangre que había allí era poca, no coincidía con un ataque como el que revelan tantas heridas. Eso le confundió también.

Las armas usadas en el crimen, unas tijeras y un cuchillo, sí las vio el forense. Pero no enseguida. La Policía ya se las había llevado a la Comisaría y tuvieron que reclamarlas para que las viese el médico. Todo fue así el 9 de enero de 2008 en Sanlúcar.

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