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Provincia de Cádiz

El estibador herido al caerse de una grúa en La Cabezuela continúa "estable"

  • El portuario, que se hallaba trabajando a 20 metros de altura, se precipitó al intentar bajar por una cuerda tras detectar el fuego

El operario de la grúa incendiada incendiada en la tarde de este pasado jueves que se precipitó desde la cabina, situada entre siete y diez metros de altura, continúa "estable" y en observación ingresado en el Hospital Puerta del Mar de la capital gaditana, presentando dos fracturas

Según han indicado a Europa Press fuentes hospitalarias, en principio el herido no reviste gravedad, aunque se encuentra en observación a la espera de practicarle pruebas que permitan descartar otro tipo de lesiones

Los hechos ocurrieron ayer cuando, un operario de una grúa que se hallaba haciendo acopio de graneles en La Cabezuela de Puerto Real, resultó herido  al caer desde una altura de unos diez metros después de que un incendio la envolviera en llamas.

 

El fuego se produjo sobre las cuatro y media de la tarde, por causas que aún se desconocen, en la parte baja de la grúa, la CM-3, de la marca Liebherr, perteneciente a la Agencia Marítima Portillo, situada muy cerca de la pilastra del segundo puente. 

 

El estibador gruista, Ignacio Paredes Asensio, de algo más de 40 años de edad, se dio cuenta pronto de la gravedad de los hechos. Un policía portuario que se hallaba de guardia a pocos metros de lugar, Manuel Serrano, se percató del humo y del fuego y activó el protocolo de seguridad. Pero instantes después, según narra Serrano, más conocido en Cádiz y en el ámbito del carnaval, como McGregor, "el humo se convirtió en gigantescas llamas que provocaron el pánico del gruista". El estibador  se salió de la cabina e intentó descender por una cuerda, ya que la escalerilla había sido presa de las llamas. Pero el fuego prendió también la escala, lo que provocó la caída del operario cuando se hallaba a una altura de  unos 10 ó 12 metros del suelo.

 

Ignacio Paredes cayó sobre el tren de la grúa, a muy poca distancia de las llamas. Sin pensárselo dos veces, Manuel Serrano, con la ayuda de Antonio Flores, encargado de Ership, de Carlos García y Juan López Maldonado, portuarios de Estigades, y de Ramón Payán, empleado de Gadir, se acercaron hasta donde había caído el cuerpo del gruista. Entre los cinco, a sabiendas de que el compañero permanecía aún con vida y de que en segundos podría ser pasto de las llamas, se adentraron  a pocos metros del fuego para intentar alejarlo hacia un lugar seguro.

 

Manuel Serrano recuerda la altísima temperatura que desprendía el fuego, del que raudos lograron sacar a Ignacio Paredes, simulando con las palmas de las manos de los cinco valientes trabajadores del puerto de Cádiz una camilla por si acaso el golpe pudiera haber provocado algún daño grave en la columna vertebral.

Este periódico pudo conocer de fuentes cercanas al accidentado que éste había quedado en observación en el hospital Puerta del Mar aquejado de varios golpes en el cuerpo y de graves quemaduras en sus manos. 

 

Antes de actuar, el policía portuario había alertado a sus superiores y se activó el plan de autoprotección del puerto, que contó con la eficaz intervención de los Bomberos y con la coordinación directa del jefe de dirección de Seguridad del puerto de Cádiz, Rafael Catalán. 

 

La enorme columna de humo resultó visible desde distintos puntos de la Bahía de Cádiz.

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