Desde que el cadáver maniatado de José María Mesa fue encontrado la mañana del 12 de mayo por un cabrero en una cuneta de la autovía Jerez-Los Barrios, a la altura de Medina Sidonia, se barajó el ajuste de cuentas como el móvil más probable del crimen. Menos de un mes después, la investigación puesta en marcha por la Guardia Civil ha dado sus frutos con la detención de siete personas, seis varones y una mujer, como presuntos autores del asesinato de este vecino de la pedanía jerezana de Cuartillos de 46 años de edad. En una primera fase de la operación se arrestó a tres hombres por su supuesta participación directa en el secuestro y asesinato de esta persona. También cayó entonces una mujer por supuesta colaboración con los anteriores. Los tres hombres ya han ingresado en prisión y la mujer está en libertad con cargos.

José María Mesa murió por asfixia. Su cuerpo no presentaba heridas ni otros signos de violencia, pero desde un primer momento se pensó que su muerte tenía que ver con el mundo del narcotráfico. El fallecido llegó a estar en prisión por transportar un alijo de hachís, si bien tanto él como su familia siempre defendieron su inocencia en su pedanía, destacando que no había tenido nada que ver con el asunto y que se trató de un malentendido en el que se llevó la peor parte. Desde ese momento, José María, conocido en Cuartillos como El Moro, no volvió a verse involucrado en ningún suceso turbio. Hasta ahora, en que parece que también estaba en el sitio equivocado a la hora equivocada.

Porque todo parte de la pérdida de un cargamento de hachís. 120 kilos repartidos en cuatro fardos. Un buen dinero. Sus propietarios se ponen manos a la obra para saber quién se ha podido quedar con la droga y hacerle pagar con billetes o con sangre.

Sus pesquisas les llevan hasta Cuartillos, una pedanía jerezana donde vive El Moro. Según ha podido saber este diario, José María no habría participado en el robo del hachís pero sus propietarios debieron pensar que podría conocer a las personas que se habrían llevado esos cuatro fardos. Por eso lo secuestraron e intentaron hacerle cantar. Sin embargo, lo que podría haberse quedado en una paliza acabó de forma dramática cuando se les fue la mano. Luego llegó el abandono en la cuneta del cuerpo. No es la primera vez que esto ocurre. La Guardia Civil ha puesto en marcha en múltiples ocasiones operaciones como las denominadas Toante o Jacaranda en las que han desarticulado bandas de narcos que secuestraban y torturaban a otros colegas de profesión que se habían quedado con un alijo que no era suyo.

Las detenciones realizadas en un primer momento se llevaron a cabo en Jerez de la Frontera y Medina de manera simultánea el pasado día 27 de mayo, cuando agentes de los grupos especiales de la Guardia Civil realizaron dos entradas coordinadas en sendos domicilios, a los que siguió posteriormente un pormenorizado registro.

Pero aparte de esas cuatro primeras detenciones, los agentes de la Guardia Civil continuaron investigando y esta misma semana detuvieron a otras dos personas por su vinculación con los hechos y a las que ha acusado de un delito contra la salud pública (tráfico de drogas), extorsión y amenazas, así como se ha imputado a una tercera, que en estos momentos ya se encuentra en prisión cumpliendo una condena por tráfico de drogas.

Así pues, de momento son siete los detenidos, pero el juzgado número 4 de Chiclana de la Frontera, que es quien se hizo cargo de las actuaciones, mantiene abierta la investigación y no se descartan nuevas detenciones.