La tensión ya se palpaba en el ambiente el pasado lunes, cuando comenzó el juicio por el 'crimen del botellódromo' de Jerez, un desgraciado suceso que costó la vida a un menor de edad y que ha sentado en el banquillo a dos jóvenes con la mayoría de edad recién cumplida. Esa tensión se desató ayer una vez que concluyeron las declaraciones. Las familias del presunto homicida y la de la víctima se encontraron en la salida de la Sección Octava en Jerez y se montó tal enfrentamiento que los guardias civiles que custodian el edificio debieron pedir refuerzos y acudieron varias unidades policiales.
El espectáculo fue contemplado desde las ventanas por el magistrado que ejerce de presidente de sala durante este juicio, Ignacio Rodríguez, así como por los abogados y el fiscal. Rodríguez ha ordenado que las dos próximas vistas se celebren a puerta cerrada, incluso para los medios de comunicación. El magistrado ya había pedido a los agentes en la sala que identificaran a un individuo del público al que había sorprendido haciendo un gesto amenazador a los acusados al pasarse la mano por la garganta.
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