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Provincia de Cádiz

El agua caída en tres semanas supera la de todo el invierno

La primavera ha desencadenado el diluvio en la provincia. Al marzo más lluvioso que se recuerda en las tablas desde el año 1947 ha seguido un arranque de abril con nuevas andanadas de agua que ha logrado lo que parecía impensable: desbordar los 800 hectómetros cúbicos del gran embalse de Guadalcacín, algo que jamás podrían haber figurado los ingenieros que lo diseñaron. La que ha caído puede resumirse en que el año hídrico arrancó en la cuenca atlántica andaluza con un 5% menos de agua embalsada que doce meses antes (un 74%, aunque era una ocupación alta para una media de ocupación histórica del 53%). El pasado viernes tras los últimos chaparrones y el descanso del fin de semana la cuenca se encontraba al 95% con 777 hectómetros cúbicos después de haber tenido que lanzar al río el equivalente al agua de algunos de los embalses más pequeños de la cuenca.

Según los datos de la Agencia Española de Meteorología, las precipitaciones acumuladas en este arranque primaveral ya han roto todas las medias. En las gráficas históricas los 225 litros por metro cuadrado que se llevan acumulados en estos pocos días suponen superar en cinco veces la media histórica de la provincia en estas fechas. Incluso aunque ya no lloviera ni una gota más en lo que queda de primavera, la estación de 2013 ya pasaría a los registros como un año en el que llovió algo más del doble de lo que llueve de media en la zona. Sólo en estos días ha caído casi tanta agua como en todo 2012 (279 litros de media en la provincia). Y, por supuesto, ha superado a todo lo caído durante el invierno, que también se le podía considerar, atendiendo a las medias, lluvioso.

Esto se ha producido cuando hace sólo unos meses, al inicio del otoño, ya se producía en las webs meteorológicas un debate sobre si estábamos entrando en un nuevo ciclo seco. El último ciclo seco prolongado se produjo hace veinte años, entre 1990 y 1995, y el ciclo fue roto por el año más lluvioso del siglo XX, 1996, que provocó históricos desbordamientos del Guadalete y que supone el único año desde que hay registros que se han superados los mil litros en un año natural en la provincia. Entre 2010 y 2012 ha llovido en los niveles de ese ciclo seco, incluso teniendo un año especialmente seco, 2011, más seco incluso que los de principios de los 90. La lluvia caída podría apuntar a un nuevo 1996.

En lo que llevamos de año, desde el 1 de enero, en Cádiz han caído 325 litros, que ya es más de lo que cayó en esos tres últimos años a lo largo de sus doce mesesy nos vamos acercando a los algo más de 400 litros que cayeron en 2009.

De momento, los agricultores temen que se reproduzcan los desastres del 96 si sigue lloviendo, cuando se arruinó la casi totalidad de las cosechas de la vega del Guadalete. "La tierra está borracha, ya no traga nada más y tardará en hacerlo y tenemos los embalses llenos. Estamos preocupados por los cultivos de primavera, donde todavía no se ha podido entrar para hacer los preparativos y, si se entró, esos trabajos ya no han servido para nada y habrá que volver a hacerlos si es que escampa durante varios días porque hay mucha agua que absorber", explica Cristóbal Cantos, secretario general de Asaja Cádiz.

Además, temen las decisiones de la Confederación con sus polémicos desembalses. "Naturalmente, si lo embalses están llenos hay que tirar agua, eso lo entendemos. Lo que ponemos en duda es el cómo y, sobre todo, por qué se ha dejado que Guadalcacín llegara a los porcentajes de agua embalsada que ha alcanzado. Es cierto que nadie podía prever que lloviera todo lo que ha llovido, pero hay que tener en cuenta que el agua, por poner un símil, se echa sobre una bañera, que es lo que llamamos Guadalete bajo. Cuando la bañera está llena, y ahora lo está, el agua ya no se está echando a la bañera, se está echando al suelo del cuarto de baño, se está echando sobre nosotros, no sobre el río", explica de manera muy gráfica Cantos.

El delegado provincial de Agricultura, Federico Fernández, no ha ayudado mucho a calmar los ánimos con las declaraciones en las que afrimaba que veía normal que las zonas inundables del Guadalete se inundaran porque también son río. Científicamente, su afirmación es impecable, pero los agricultores también piensa que con unas avanzadas infraestructuras de regulación de la cuenca esto no tendría por qué producirse. En cualquier caso, si, como todo parece, el resto de la estación se desarrolla con normalidad no habrá que hablar de grandes pérdidas para el campo.

El meteorólogo andaluz José Antonio Maldonado, referente nacional en el campo de la climatología, no aventura desde su página El tiempo.es el año hídrico que se nos avecina después de este arranque primaveral inesperado, en el que se contaba, como en tantas semanas santas, con agua, pero no en estos niveles. "Si analizamos los datos desde que se vienen realizando observaciones meteorológicas de forma continua, vemos que de vez en cuando se producen inviernos muy lluviosos (en ocasiones más de uno seguido), por lo que no puede establecerse ninguna tendencia por las abundantes precipitaciones del recién terminado invierno y el inicio de la primavera", explicaba recientemente en las páginas digitales de este periódico.

Lo que ha sucedido, según Maldonado, tiene su explicación científica: "Cuando varía la circulación general de la atmósfera todo se trastoca. Esta ha sido la causa de que en los últimos meses las borrascas circulasen por latitudes bajas y llegasen hasta la Península por el Golfo de Cádiz". Hemos sido la puerta de entrada, pero eso no quiere decir que nos encontremos ante un cambio de tendencia.

De momento, todas las previsiones apuntan a una semana de descanso de agua que permitirá poner en orden las cosas después de las riadas sufridas en los márgenes del Guadalete anegando las zonas cultivables. La próxima inestabilidad que se espera entrará, como es habitual, por el norte, y dejará su cola en el sur, aunque según eltiempo.es sólo afectará a la provincia de Huelva.

En la página de la AEMET dedicada a la prediccióne stacional se destaca si hay alguna previsión de anomalías de temperatura o de precipitaciones sobre los índices habituales y el dictamen es claro, absoluta normalidad, dentro de lo imprevisible que es la primavera. Pero aunque se sabe que, según la propia Agencia, vba a ser una primavera más húmeda que la de los dos últimos años, nada apunta a que los episodios vividos la última semana se vayan a repetir.

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