Provincia de Cádiz

Por aclamación, los políticos son todos unos ladrones

  • Los parroquianos del bar León despotrican de los dirigentes españoles y andaluces, desconocen a la mayoría de estos, pero irán a votar el día 22

Al Bar León de San Fernando la gente no va a hablar de elecciones, ni de las andaluzas ni de las otras. "¿Política? Aquí se habla de fútbol, no de política", advierte Antonio, el propietario, tras la barra con encimera de zinc. Con esta advertencia y con la fama y aspecto que gasta el bar, algo así como todo lo contrario a una tertulia televisiva, la intención de llenar una página con lo que piensen sus clientes sobre las próximas elecciones andaluzas del 22-M se antoja de entrada un vano empeño. No es así, ya se verá. Eso sí, los políticos, hablando en general, no deberían acudir a estos bares. A menos que quieran escuchar de verdad lo que la gente piensa de ellos.

 

Porque, sí, Antonio no conoce a ningún candidato excepto a Susana Díaz,  afirma no entender nada de política y que lo mejor que se puede hacer es "mandarla lejos"y que "todo es mentira", pero va a ir a votar y tiene muy claro a quién. "Después de tantos años gobernando el PSOE ya va haciendo falta un cambio ¿no? a ver si viene otro y lo hace mejor" ¿O sea, que en el fondo se fía de alguien? "No, pero si vuelven a hacer lo mismo se vota a otro y ya está". Eso es lo bonito de la democracia. Antonio, vástago de una familia centrada en la cocina más típica de la Bahía, piensa con lógica de comerciante que si se echa al PSOE "hay que arrimarse a los que más tienen" ¿A quién? "¿A quién va a ser? A los que están en el Gobierno en Madrid, al PP, no nos vamos a arrimar al que no tiene nada ¿no? eso es lógico", razona mientras despacha tortillitas y papas aliñás.

 

Pasa por delante del vértice del mostrador un alma de mirada perdida que dice casi susurrando "la política es una mierda, todos son iguales, lo que tienen que hacer es dar más trabajo", mientras un parroquiano que pide una copa de manzanilla comenta, como si fuera necesario recalcarlo: "En este ambiente hablar de política no gusta". Pero no es del todo cierto. José Gil, pescador y mariscador de fortuna que acaba de levantarse tras acabar la partida de cartas, se suma con ánimo a la discusión. "Yo el país lo veo mal, porque Zapatero lo dejó esnuncao. Este que está ahora, Rajoy, por lo menos yo veo que lo está enmendando un poquito".  Dos a cero para Rajoy. Pero es que queremos hablar de las elecciones andaluzas, y ahí ya no sabe uno si se sale por la tangente: "¿Susana Díaz? Sí hombre, yo la conozco por que la veo en la tele, bien, bien". Su hermano Antonio, ex trabajador de la construcción actualmente rebajao (término local para designar al que está de baja médica), en cambio, se limita a su lado a repetir el estribillo: "Todos los políticos son unos ladrones".

 

¿Y qué tendrían que hacer los que llegaran al Gobierno andaluz ahora? "Pues mira -ataca de nuevo José con un asunto que en el Bar León forma parte de su hábitat- por ejemplo, dejar que los chavales y la gente que está buscándose la vida cogiendo camarones o coquinas se puedan buscar unas perras pa sus chiquillos ¿Tú crees que se puede consentir que los persigan, les quiten lo que han cogido y encima no los dejen ni protestar? que los amenazan si se quejan, ya no hay ni libertad de expresión". Y su hermano, de nuevo apostilla, nada chovinista: "Es que la gente ya ni habla, te digo yo que San Fernando es el pueblo más cagón que hay". 

 

Andrés es yesero, "en paro,claro". Se queja del desastre que ha dejado el hundimiento de la construcción, que él considera el origen de todos los males económicos actuales y sobre todo de los de su gremio: "Pasamos una época muy buena, en la que todos pudimos comprarnos casas, coches, muebles, lo mejor ¿no? si tú trabajas y ganas dinero quieres tener buenas cosas. Y ahora lo hemos perdido todo, o lo estamos perdiendo, sólo nos quedan los 426 euros de la ayuda". ¿Susana Díaz? La veo bien, dice, y desliza un comentario machista: "Pero ha dado demasiado poder a las mujeres y ahora no se les puede ni rechistar". Pero tiene una esperanza, Podemos. "Me cae bien Pablo Iglesias, , y también la chica que va por Andalucía, Teresa Rodríguez". 

 

Como José insiste en el PP, Andrés recuerda lo que le decía su padre: "Si yo me entero de que has votado al PP, lamentaría haberme acostado con tu madre". Un hombre de ideas. El pescador y el yesero entablan una discusión irónica sobre la intención del PP de cargarse las ansias de progreso de los trabajadores y de sus hijos, y la supuesta afición a la 'maría' de Pablo Iglesias, que nos llevaría al "desastre" que hay en Venezuela.

 

Miguel ocupa el lado tranquilo de la barra. Jubilado y según parece con una buena paga, ve necesario aun así el "cambio", porque "la crisis no acabará mientras todos tengamos en nuestra familia algún parado". No sabe a quién va a votar, y vislumbra "por ahí una fuerza interesante que está surgiendo, Ciudadanos. A Podemos desde luego no". Comparte tranquilidad con los jubilados Juan, Antonio y Emilio, que degustan una ración de tortillitas de camarones, y que aúnan en su trío al votante de derechas, el de izquierdas y el abstencionista. El suyo, daba gusto, era un debate divertido y amistoso sobre si es una obligación ciudadana votar, sobre la certeza de la nula incidencia de las campañas, y el consenso final, de nuevo en que todos los políticos son iguales. Cómo esta conversación terminó hablando del matrimonio pertenece a la lógica particular de los bares.

 

A la hora de las fotos, el León casi se vacía. "No irse, hombre, ponerse aunque sea de espaldas, que es pal Diario", reclama José. "Es que muchos están en busca y captura", dice Antonio bromeando. O no.

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