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Foro Jerez. Conferencia de Leopoldo Abadía

"La crisis acabará cuando Dios quiera, y por ahora parece que no quiere"

  • El profesor y escritor Leopoldo Abadía augura en Jerez una prolongada y muy dura etapa para salir de la actual coyuntura económica, frente a la que recomienda "optimismo, prudencia y gastar con la cabeza"

Leopoldo Abadía, protagonista ayer de la segunda edición de 'Foro Jerez' -que organizan la Cámara de Comercio, Cajasol y Diario de Jerez-, era hasta hace pocos años "un señor normal", un gran desconocido para el público en general que tenía por costumbre o entretenimiento 'traducir' términos económicos al lenguaje coloquial y recopilarlos en una suerte de diccionario de uso particular. Hoy día, este profesor de Política de Empresa jubilado sigue siendo una persona normal, salvo que ahora, tras sus frecuentes apariciones en medios de comunicación y programas televisivos de máxima audiencia como autor de la mejor explicación en español de la crisis, es un personaje público al que paran por la calle para pedirle autógrafos.

Ante un auditorio repleto, Abadía se metió ayer en el bolsillo a su concurrida audiencia en Jerez con su verbo fácil y su sencilla interpretación de la crisis, desde sus orígenes hasta su contagio a España, aliñada con toda suerte de anécdotas y ejemplos de la vida cotidiana.

Bajo el título ¿Qué hacen los sensatos en una crisis como esta?, el autor del libro de no ficción más vendido en España en el año 2009 -'La crisis Ninja y otros misterios de la economía actual'-, y tras la presentación del conferenciante a cargo de Rosa Santos, subdirectora general Institucional y Obra Social de Cajasol, el ya reconocido escritor explicó que todo comenzó cuando decidió incorporar a su diccionario económico la palabra crisis, a la que en lugar de cuatro líneas dedicó cinco folios, y se la envió a un amigo para compartirla.

El documento corrió como la pólvora por internet y desencadenó el resto: publicaciones, colaboraciones en medios de comunicación, un blog con más de tres millones de visitas, un ciclo con casi medio centenar de conferencias en agenda a los dos lados del Atlántico y que en algunas empresas se haya acuñado la expresión 'explícamelo a lo Leopoldo'.

En el universo Leopoldo, es inexplicable que sólo él y dos humoristas ingleses se percataran antes que los expertos, los organismos internacionales, los gobiernos... de que "íbamos a pegar el batacazo", pues "dudo que seamos los más listos del mundo" para adivinar por las noticias que publicaban los periódicos lo que se avecinaba.

En su breve resumen del origen de la crisis, Abadía recordó que después de que la Reserva Federal de Estados Unidos bajara los tipos de interés en el año 2001, los bancos cambiaron de estrategia para seguir haciendo negocio con la gente de a pie, el ninja, acrónimo de no income, no job, no assets "la clásica persona a la que no le prestarías ni cinco euros" pero que suman muchos y se les puede cobrar más intereses.

Y el proceso es de todos conocidos, pero Abadía lo explica a las mil maravillas: "El banco llega al ninja que está mirando una casa en primera línea de playa, le tasa la casa en 70 y le da 100, pero a un interés más alto porque hay mayor riesgo". Para 'celebrarlo', "se va con su mujer a cenar e invita a los 25 ninjas del vecindario, que le preguntan cómo lo ha conseguido. Eso se llama estimular la economía, pues al día siguiente los 25 ninjas acuden al mismo banco y compran 25 casas en primera línea de playa, un coche, ropa...".

El problema, siempre en palabras de Abadía, surge cuando al banco se le acaba el dinero, y empiezan a hacer paquetes en los que mezclan hipotecas buenas, regulares y las subprime, que yo las llamo porquería, pero las agencias de calificación de riesgos no lo ven así y los bancos de otros países compran el producto. Entonces el mercado inmobiliario de Estados Unidos se hunde, y el ninja, "que es ninja pero no tonto", devuelve las llaves al banco, que en EEUU es el que asume las pérdidas, a diferencia de Europa, donde el propietario de la vivienda tiene que devolver hasta el último euro. El problema se extiende a Europa, y como los bancos no se fían unos de otros, pues suben el Euríbor y al final pagan todos los que tienen una hipoteca.

"Al principio, el FMI dijo que la dimensión del problema estaba entre 100.000 y 500.000 millones de dólares, que es como decir que no tienen ni idea -entre una cifra y otra hay un mundo-, pero cada dos meses iban subiendo y en estas me entero que dos entidades han vendido porquería por el mundo por 3,5 trillones de dólares, y por muy diferente que sea el trillón de EEUU del europeo, es una burrada que no necesita traducción".

La primera conclusión a la que llega Abadía es que "no hagáis caso a nadie que dé una fecha para salir de la crisis", pues la mejor explicación es que la crisis se acabará cuando Dios quiera, y por ahora no quiere".

Llegados a este punto, con la porquería esparcida por todo el mundo, el profesor aragonés se plantea cómo reaccionar, y recurre nuevamente a la economía doméstica para dar su receta. "Una familia que ingresa cien y gasta ochenta vive bien, puede ahorrar algo y de ven en cuando darse un capricho; una familia que ingresa cien y gasta 105, puede ir tirando; pero una familia que ingresa cien y gasta 170, pero además no tiene previsión de nuevos ingresos, igual tiene algo para vender, también puede endeudarse o puede retrasar pagos".

"Y el Estado, exactamente lo mismo", explicó Abadía, quien en la traslación del ejemplo cotidiano/familiar al ámbito de la macroeconomía detalló que puede aumentar los ingresos vía subida de todos los impuestos, "y no duden que lo harán"; puede endeudarse, aunque pagando mayor interés por la desconfianza que genera España para las agencias de calificación; puede retrasar pagos, "que es de lo que se está hablando con el retraso de la edad de jubilación a los 67 años"; también puede "darle a la maquinita -de hacer dinero-", como parece que se terminará haciendo por las declaraciones del presidente del Banco Central Europeo -Jean Claude Trichet-, pues "en estos momentos es menos peligroso la inflación que la devaluación"; y también puede gastar menos, es decir, apretarse el cinturón.

En España, cuyo Gobierno con su presidente Zapatero tardó más que ninguno en admitir la situación de crisis, el elemento diferencial para Abadía es que tras el 'estallido griego' y el plan de rescate de la Unión Europea, en EEUU salta la alarma por la deuda que acumula el Estado español, y "Obama se pone nervioso, Alemania se pone nerviosa, Francia se pone nerviosa... y obligan a España a aplicar un severo plan de ajuste", que en resumidas cuentas, persigue subir ingresos y bajar gastos.

Ante tal cúmulo de adversidades, el ciudadano de a pie tiene que reaccionar, de ahí que el profesor y escritor entienda que "ha llegado la hora de los sensatos, del normalito", que tiene capacidad para decidir por sí mismo, con criterio, para no dejarse llevar por la corriente.

Según Abadía, el sensato tiene que usar sus armas, a saber: tiene que ser optimista, "y eso no consiste en decir que no pasa nada, sino en luchar con uñas y dientes para salir de una situación concreta" y "prohibido hablar de la crisis". El siguiente axioma es "no distraerse" y lo explica, "alguien que piensa que ir a Nueva York en lugar de a Sitges es más barato porque el vuelo está de oferta se engaña, pues ya que está allí compra esto y aquello...". Luego está la prudencia, que consiste en "no pasarse por audaz ni por cobardía", o lo que es lo mismo, "gastar con la cabeza y no consumir por consumir". Y lo último y fundamental, "no comprar lo que no entienda", que viene a significar no dejarse engañar por productos financieros o cualquier otro gancho sin tener garantías.

Para Abadía "esta no es una crisis económica, es de decencia, y aquí ha habido mucho sinvergüenza, aunque ninguno está en la cárcel", por lo que la labor de los sensatos es cambiar la dirección de la flecha a su favor.

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