Antonio Morillo Crespo, el que fuera el primer alcalde de Vejer de la democracia, será a partir de hoy también el primero en otra lista. Morillo será nombrado esta tarde hijo predilecto del municipio y es  la primera vez que el Ayuntamiento entrega este reconocimiento.

Hablando ayer con el alcalde vejeriego actual, Antonio Jesús Verdú, señalaba el esfuerzo, la entrega y el buen papel realizado por el homenajeado en el tiempo que le tocó ser primer edil del municipio (1979-1991), "le tocó dirigir a esta ciudad en su momento más importante". "Hizo una buena transición a la democracia, impulsó el desarrollo del pueblo y realizó una gran trabajo a favor de nuestro patrimonio histórico", afirmó Verdú. Este empeño y estos valores le han hecho merecedor de este nombramiento, votado por unanimidad por todas las fuerzas políticas del Ayuntamiento de Vejer.

Hoy, a las ocho y media de la tarde en el Teatro San Francisco tendrá lugar el acto solemne. Morillo se verá rodeado de su familia, compañeros de corporación y vecinos de un pueblo donde todo el mundo lo saluda. Modesto, cree que ser hijo predilecto es "demasié". Más cuando ser alcalde de su tierra es lo más bonito que le ha pasado, dice,  ni diputado del Congreso, que también lo fue por la UCD. " Ser alcalde es lo más bonito que te puede pasar.  Cuando tienes ilusión en esa tarea no tiene mérito y yo tenía unas ganas locas por hacerlo por Vejer". Son las palabras de Morillo desde su farmacia, admitiendo que aún se siente como  "turbado" por este honor y que espera estar fuerte esta tarde, cuando vivirá tantas emociones. "Para mí predilecto es el que tuvo que emigrar a Alemania sin saber hacer la O con un canuto, la mujer que tuvo que aguantar a un marido bestia, el que tiene que luchar para comprar el pan, el que tiene estudios y no tiene trabajo. A mí todo me ha llovido".

Recuerdos de su época al frente del Consistorio, a montones. "Este pueblo tenía la sensación de estar abandonado. Pasar de un régimen dictatorial a la democracia en un pueblo que había sufrido tanto fue percibido por la gente como una nueva era. Y yo estaba en el sitio. Fue caer de pie", explica Morillo, que no se olvida del "equipo magnífico de gente de todo tipo" del que estaba rodeado en su gestión. "No sé en que año concreto tocó en Vejer el Gordo de la Navidad y la gente decía que fue gracias a mí porque yo era amigo del ministro de Hacienda de por entonces, Fernández Ordoñez", cuenta como anécdota. "También en una visita que hizo el Rey y el Príncipe a Cádiz nos colamos gente del pueblo  con una pancarta. Lo más olvidado de España, Vejer, llevábamos". "Tengo la satisfacción de que fue una época fundamental. Cada generación tiene sus batallitas pero la nuestra fue muy bonita. Llegaron más medios, equipamientos... decirle a todo el mundo que había esperanzas", recuerda con cariño.

Hoy Morillo sigue animando a la gente a meterse en la política.  "Yo sigo opinando sobre los asuntos de mi pueblo", comenta. "La gente tiene que participar en política, que no lo vean como una cosa mala, no hay que buscar el lucro personal. Trabajar por tu pueblo es lo mismo que hacerlo por tu familia. Yo siempre digo que tengo 16 nietos, mis 15 nietos y Vejer".