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el verano de la nueva normalidad

Sol, playa... y mascarillas

  • El verano llega al litoral gaditano con medidas de seguridad y temor ante nuevos rebrotes

Una mujer espera para entrar en la playa de Santa María del Mar.

Una mujer espera para entrar en la playa de Santa María del Mar. / Julio González

Con la llegada de las altas temperaturas y los primeros periodos vacacionales, los veraneantes han comenzado a agolparse en las playas gaditanas. Pero este es un verano diferente. Y es que, tras superar por primera vez la provincia de Cádiz los cinco millones de visitantes en 2019 (según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía), así como alcanzar la cifra récord de 1,3 millones de viajeros hospedados en establecimientos hoteleros entre los meses de junio y septiembre, la costa gaditana tiene que adaptarse a las circunstancias actuales en el primer verano de la era COVID-19. Unos cambios entre los que encontramos el de la ocupación. “Hay una cadena que se llama Hipotels, que son cinco hoteles, y solo han abierto dos de los cinco. Eso quiere decir que hay menos demanda este año”, dice José Juárez, sevillano con casa en la chiclanera playa de la Barrosa.

Si bien son muchos los turistas que repetirán destino, pasando parte de los meses de verano a lo largo del litoral gaditano, la pandemia pasará factura tanto en las formas como en el fondo en que transcurra la época estival para veraneantes, residentes locales y comerciantes en comparación con años anteriores. Marcos Díaz, veraneante en Zahara de los Atunes desde hace 20 años, también ha observado dicha bajada: “Aquí hay muchos bloques de pisos y, por ejemplo, dos que están en frente mía, que siempre están alquilados, llevan todo el verano cerrados. No ha venido nadie”.

Y es que, a pesar de que un sondeo realizado por la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía prevé que Cádiz será la provincia andaluza que gozará de mayor ocupación hotelera (con un 50%), la comunidad autónoma andaluza será también una de las más castigadas económicamente de España por la pérdida de turistas.

Pero, por suerte para Cádiz, la provincia seguirá nutriéndose este verano de un elevado número de turistas de la propia comunidad autónoma andaluza. Tal y como recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE) en uno de sus Estudios de movilidad a partir de la telefonía móvil, las playas de Chipiona y Rota son las más frecuentadas por los veraneantes sevillanos en el litoral gaditano. Más de 50.000 fueron los hispalenses que se desplazaron a ambos destinos en 2019. Es el caso de José Zambrano y Esteban Pérez, ambos sevillanos con casa en Chipiona y Rota respectivamente desde 2003. Es por eso que hemos querido conocer, a través tanto de turistas andaluces que veranean en las playas de Cádiz como de jóvenes gaditanos, qué cambios de seguridad, así como en sus propios comportamientos, han experimentado.

A la playa con precaución

Mientras que el Plan de Contingencia confeccionado por el Ayuntamiento de Cádiz afecta a las playas de La Caleta, Santa María del Mar, Victoria y Cortadura, el resto de municipios de la provincia también han llevado a cabo sus respectivas medidas para controlar los rebrotes de COVID-19 que ya se están produciendo a lo largo de todo el territorio español. Entre ellas, destaca la restricción de acceso a las playas para limitar el aforo durante la pleamar. Un hecho que, según nos describe Esteban, se ha llevado a cabo en la playa de Los Galeones, en Rota: “Normalmente cuando llega el al mediodía es cuando la marea sube. En ese momento llegan los que están vigilando ahora en las playas y te dicen que o te mueves de sitio para respetar la distancia o te tienen que echar de la playa porque no hay espacio suficiente para todo el mundo”. Una escena que, sin ir más lejos, se presenció el pasado domingo 19 de julio en La Caleta. Varios agentes de la Policía Local, junto con los vigilantes de la Junta de Andalucía, terminaron cerrando los accesos de la playa del centro histórico al completarse el 80% de su aforo. A Cádiz capital y las playas roteñas se han sumado los municipios de San Roque y Vejer.

Esta ha supuesto una de las medidas más importantes junto con la que puso en marcha el gobierno andaluz el pasado 15 de julio: el uso obligatorio de la mascarilla con carácter permanente. Si bien quedan eximidos de llevarla los bañistas y las personas que permanezcan bajo la sombrilla, su uso sí es obligatorio para pasear por la playa. “En la arena mojada no se puede estacionar. Es decir, no se puede ni estar en sillas ni en estático. Se puede estar con mascarilla y solamente para el paseo”, explica Mario Niño, natural de Rota.

Así mismo, el ocio en las playas se ha visto limitado. Tal y como afirma Inés Luque, quien veranea en Los Caños de Meca desde hace 10 años, existe un gran control sobre el uso de colchonetas, útiles recreativos y juegos de pelota: “A no ser que estés practicando un deporte como surf en el Palmar, que tienes un espacio especial para ti, si estás con una colchoneta siempre te dicen algo, y jugando a las palas igual”. Y es que, según el Plan de Contingencia, “sí se permiten tablas de surf, windsurf, kitesurf y paddle board que se empleen en los canales náuticos establecidos al efecto”. A estas prohibiciones se suma el cierre de lavapiés y duchas para evitar contagios. Incluso habiendo dado marcha atrás algunos municipios en torno a dicha decisión, como nos cuenta Juan Miguel Moreno, natural de La Línea de la Concepción, los asistentes a la playa siguen siendo reticentes a su uso: “En las duchas casi nadie se está bañando. Han estado cerradas pero ahora están abiertas y hay muy poca gente bañándose, la gente le tiene miedo”.

Y por si hubiera lugar a dudas, los bares y chiringuitos del litoral han tenido que extremar las medidas sanitarias. Así nos lo cuenta Mario que, tras un año trabajando en un chiringuito de Rota, ha percibido una gran diferencia en el funcionamiento del restaurante con respecto al verano pasado: “Con el tema del coronavirus se ha restringido bastante que los clientes estén en barra, por lo tanto tienes constantemente que atender en mesa. Normalmente la gente suele llevar la mascarilla, sobre todo si van a comer arriba al restaurante. Nosotros tenemos varios puntos de gel hidroalcohólico y les pedimos constantemente que se laven las manos. También se ha reducido bastante lo que es el aforo del chiringuito. Por ejemplo, a día de hoy ya habríamos tenido 20 conciertos y todavía no se ha hecho ninguno”. Como afirma el propio estudiante roteño, si bien hay casos en los que los clientes no terminan de cumplir las indicaciones, “se están llevando medianamente bien”.

Cuestión de responsabilidad social

Más allá de las medidas adoptadas e interpuestas por las autoridades, son algunos de los propios veraneantes quienes han visto modificado su comportamiento habitual en la playa de una manera que nunca antes habrían imaginado. “Sobre todo el tema de la mascarilla” es la más frase recurrente. Aunque muchos van a la playa con la misma asiduidad que en veranos anteriores, las formas sí han cambiado. “Suelo ir temprano porque me gusta aprovechar el tiempo en la playa, mantengo la distancia de seguridad y llego con mi mascarilla”, explica Mario. No obstante, existen casos como el de Juan Miguel, en los que se ha optado por tomar medidas más drásticas: “Hemos cambiado la playa donde íbamos y ahora vamos a Torrenueva, que está más alejada e intentamos que no haya mucha gente al lado”.

Una vez en la playa, la misión no es otra que encontrar un lugar en el que poder mantener la distancia de seguridad requerida por las autoridades. Y es que, a diferencia de las mascarillas, la separación entre sombrillas es todavía una tarea pendiente para muchos veraneantes. “Los juegos de pelota ni se me pasan por la cabeza y en la arena busco una zona que esté más alejada de los demás”, son algunas de las cosas que José Zambrano reconoce haber cambiado este verano debido a la situación actual. De la misma manera que Marcos, después de toda una vida veraneando en Zahara, no se imaginaba utilizando los geles hidroalcohólicos que hay ahora distribuidos por toda su urbanización. “Hay muchas puertas: para bajar a la playa, para entrar en la urbanización, para entrar en el portal. Tienen un timbre y le doy con el pie, abro la puerta con el pie, no cojo nada con la mano”, reconoce.

Sin embargo, uno de los aspectos que más afecta al comportamiento de los jóvenes es el ocio nocturno. Acostumbrado a salir por La Barrosa, José Juárez afirma que “antes hacía una vida más nocturna y ahora he cambiado a una vida más durante el día. No puedes hacer planes de discotecas, más nocturnos. Pubs, discotecas, es lo que más perjudicado se ha visto en la juventud, en La Barrosa y me imagino que en todos lados”. Aunque las aglomeraciones se siguen sucediendo y una vez cae el sol las medidas de seguridad parecen brillar por su ausencia en muchos municipios de la provincia gaditana, hacer uso de la mascarilla y evitar los botellones depende de la responsabilidad social de cada uno. En la línea de José habla uno de los sevillanos que veranea desde hace muchos años en Rota: “Una calle que es así más concurrida en Rota, en la que hay muchos bares, prácticamente se hace peatonal para que sea más cómodo y ni siquiera las propias motos de los bares podían pasar de la gente que había. Tú lo ves y te da incluso apuro pasar por ahí. Ese tipo de cosas, si intentas evitarlas, mejor”.

El miedo local

No obstante, todos han observado el mismo hecho: “Se nota que hay muchísima menos gente”. El miedo de los turistas tanto a viajar como a alquilar, habiendo perdido la provincia un 37% de viviendas con fines turísticos en lo que va de 2020, sigue patente en la población. Tanto en el turismo nacional como internacional. “En los Caños hay veces que suelo ver extranjeros y este año lo máximo que he visto ha sido una pareja de franceses. No he visto nada más. Muchas veces también hay alemanes y he visto super pocos este año”, afirma Inés. No obstante, sigue existiendo un miedo superior al de los viajeros: el de aquellas personas que residen todo el año en el litoral. Estos lugareños verán cómo, durante los meses de verano, enormes multitudes de turistas procedentes de todos puntos de la geografía española abarrotan sus playas. Los rebrotes (que sumaban 32 en Andalucía este viernes y más de 550 los casos confirmados), cada vez con mayores cifras de contagiados y más expandidos por el territorio nacional, no hacen más que incrementar el escepticismo de la población.

Si bien no todos los entrevistados creen que exista una actitud de rechazo hacia el veraneante que viene de fuera, algunos sí coinciden en que el elevado número de contagios registrado durante el estado de alarma en Madrid o la cantidad de brotes surgidos en Cataluña tras el confinamiento han hecho saltar las alarmas: “En Chipiona sí que escuché “que no vengan a Andalucía”. Pero más que nada por Cataluña”. De igual manera, José Juárez dice haber escuchado que “ahora vienen todos los de Madrid, pueden traer el virus y hay rebrote aquí en Andalucía”. Y es que, como afirma Marcos, el miedo se percibe especialmente en la gente que vive durante todo el año en la playa: “La gente que venimos de Sevilla, porque aquí (Zahara de los Atunes) hay sobre todo madrileños, vascos y sevillanos, no tenemos tanto rechazo a los que vienen de fuera como la gente de aquí. Esa gente, para hablar contigo, sí dicen: “Ahora vienen los madrileños, los vascos… Por favor, ponte la mascarilla. Son más los zahareños los que están más preocupados”. Sin embargo, como afirman Juan Miguel o José Zambrano, estos son lugares de costa, con numerosos chiringuitos y negocios, que viven y necesitan nutrirse de la gente de fuera, del turismo. “El periodo del verano reactiva la economía”, concluye José.

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