Provincia de Cádiz

La otra sangre

  • El único bufete andaluz dedicado a gestación subrogada ha recibido un centenar de solicitudes desde 2015

Hablar de un tema tan visceral, tan de piel y sangre como el de la maternidad subrogada empieza en la pura asepsia: en los números. La ratio de natalidad en España es digna de un país salido de una debacle, de alguna epidemia diezmadora, de una guerra: en 2015, por primera vez, las muertes superaron a los nacimientos. El número de mujeres en edad fértil se ha desplomado (menos inmigración, más emigración) y la edad media de madres primerizas ha subido hasta casi los 32 años. Llevamos un lustro perdiendo población. Si somos algo, es un país de viejos.

En diez años, las adopciones internacionales han caído en un 85%. Precisamente, los datos señalan que comenzaron a descender en 2010: fecha en la que una instrucción de la Dirección General de Registros y del Notariado permitía la inscripción de niños nacidos en el extranjero a través de gestación subrogada. Juan Carlos Campo, ex secretario de Estado de Justicia, recuerda perfectamente la mañana en la que llegó al ministerio "una petición para un niño nacido en California que una pareja quería registrar como hijo suyo. Pero no era suyo, era de otra madre, aunque todo se acompañaba de una resolución judicial y de un acuerdo de entrega. Era una adopción y no era una adopción. El entonces ministro, Francisco Caamaño, se quedó sin saber qué hacer, igual que yo: 'Pero bueno, es que todo esto es irregular'. 'Ya, pero el niño existe'. 'Ya, el niño existe', dijo el ministro. Lo único que podíamos hacer es no dejar a ese niño en un limbo".

La rendija de la puerta ha sido lo suficientemente ancha para que a través de ella se cuelen en torno a mil niños al año. Desde entonces, varias firmas se encargan de gestionar todo el proceso con distintos países. No debe ser mal negocio: la demanda es suficiente para que incluso se organicen ferias al respecto - Surrofair, por ejemplo, el año pasado en Madrid-.

Universal Surrogacy Málaga es el único bufete que trabaja en gestación subrogada en Andalucía. En sus dos años de existencia ha recogido unas cien solicitudes: "Lo que no significa que todas ellas prosperen", comenta uno de sus responsables, Miguel González Erichsen. El perfil registrado coincide con el de la media nacional: en un 70%, parejas heterosexuales; la mayoría, de 35 a 40 años, "con enormes deseos de ser padres". Suelen llegar tras haber atravesado un camino largo y frustrante, después de un tratamiento de fertilidad fallido o de un proceso de adopción fallido, o incluso ambos. "Es una experiencia muy emocionante y satisfactoria", indica González Erichsen. Existe también, afirman desde esta oficina, una "regulación ética": así, han echado para atrás algunos casos "en los que el niño se contemplaba como un medio para solucionar la pareja", y tampoco realizan procesos para personas mayores de 60 años. La aptitud psicológica de la madre gestante la realiza en cada caso la clínica del país de origen.

Universal Surrogacy -que también cuenta con oficinas en Bilbao y Valencia-, trabaja con clínicas, donantes y gestantes de Ucrania y Estados Unidos que son "los que mejores condiciones ofrecen a las mujeres". Suele pasar un mes y medio entre el primer contacto y el inicio del proceso. "Antes era incluso más rápido, pero ahora hay una mayor demanda -explica el responsable-. Primero, ofrecemos donante y/o posibles madres gestantes. Nosotros promovemos el contacto entre los padres y la madre biológica, así que en el viaje de contacto se conocen. En la clínica, se realizan los análisis y las firmas de consentimiento, contrato con la gestante, con la clínica... En total, diecinueve contratos". Va rápido: si sale bien, todo termina un año más tarde, con la entrega del niño.

Entre Estados Unidos y Ucrania hay una más que sustancial diferencia económica: en California, un estado "en el que lleva años funcionando el tema de la gestación subrogada y en el que está todo perfectamente reglado", el precio oscila entre los 120-180.000 euros, "en los que no se incluyen los viajes ni la estancia; la gestante, además, puede solicitar cubrir gastos varios por cláusula".

En Ucrania, desde luego, sí que existe un precio fijo: 48.000 euros en los que se incluye absolutamente todo (seguros médicos, trayectos y estancia en Kiev...), excepto los billetes de avión. En California, la gestante puede recibir de 25.000 a 40.000 euros. En Ucrania, de 9.000 a 14.000 euros -los 10.000 euros que cobraba la madre de alquiler del caso de Villamartín viene a ser el precio base en Europa del Este-. "Pero hay que tener en cuenta que, con lo que una madre gestante recibe en Ucrania, una familia de cuatro miembros puede vivir tres o cuatro años", explica González Erichsen.

En los últimos años, Ucrania ha vivido una situación de conflicto bélico intermitente: "Ninguno de nuestros clientes se vio afectado por el conflicto, incluso con gestantes ya embarazadas", era todo lo que tenía que decir al respecto (Babygest) Global Law Spain, una de las firmas que trabajan en el país. Ucrania es, también, uno de los países en los que la filiación pasa a los padres solicitantes a través de contrato: en el documento que consta como certificado de nacimiento, el niño tiene nacionalidad ucraniana y consta su filiación con los padres españoles. Se menciona también a la gestante como madre biológica.

El ucraniano es sin embargo, y al igual que otros países eslavos y algunos estados norteamericanos, un territorio acotado: sólo pueden solicitar el proceso de gestación subrogada las parejas heterosexuales y casadas. "Sería una discriminación de pleno derecho según nuestra ley -considera González Erichsen-. Pero aquí es, simplemente, una cuestión de atenerse a su marco legal".

En Europa, la gestación subrogada está expresamente prohibida en Alemania, Austria, España, Estonia, Finlandia, Islandia, Moldavia, Montenegro, Serbia, Eslovenia, Suecia, Suiza y Turquía. El Parlamento Europeo declaró el año pasado esta práctica como "contraria a la dignidad del a mujer, cuyo cuerpo y función reproductiva son utilizadas como mercancías".

González Erichsen insiste en la transparencia de todo el proceso: "Precisamente, lo que buscamos por el bien de todos es que se garantice la dignidad de las mujeres: nos aseguramos de que se prestan al embarazo de manera voluntaria, con todo el conocimiento y la información necesarios. En contra de lo que se ha difundido últimamente en algunos medios -continúa-, según lo que nosotros mismos hemos visto, las mujeres no sufren ninguna coacción: a las madres gestantes se las trata como un bien valioso y preciado".

"Las mujeres no se pueden alquilar o comprar de manera total o parcial", dice, negro sobre blanco, la frase que abre la página de #NoSomosVasijas: la iniciativa que incluye a feministas del renombre de Amelia Valcárcel y constitucionalistas como Mar Esquembre: "Alquilar el vientre de una mujer -sostiene su manifiesto- no se puede catalogar como técnica de reproducción humana asistida. Las mujeres no son máquinas reproductoras que fabrican hijos en interés de los criadores". "El altruismo de unas pocas no evita la mercantilización, el tráfico y las granjas de mujeres comprándose embarazos a la carta", un argumento, además, el de la generosidad de las gestantes, que "refuerza la arraigada definición de las mujeres, propia de las creencias religiosas, como seres para otros". Especialmente falaz resulta para la mayor parte de las feministas el argumento que recurre a la libertad de elección, ya que difícilmente se puede hablar de libre elección en una relación socioeconómica asimétrica. Además, la capacidad de juicio y libre voluntad llega hasta el contrato: más allá, la mujer deja de ser un sujeto con libertad plena: no puede arrepentirse y solicitar al niño -aunque hay sistemas con excepciones, como Reino Unido- y, si decide interrumpir el embarazo de manera voluntaria, debe devolver a los padres solicitantes los gastos ocasionados hasta ese momento más una indemnización.

El tema de la gestación subrogada divide incluso a colectivos tradicionalmente unidos, como son feministas y plataformas LGTB. Antonio Ferrer, de Andalucía Diversidad, aboga por una regulación que evite cualquier tipo de mafia, pero no talmente altruista, pues no cree que "así se garantice lo primordial, que es la seguridad del niño; y después, la de la madre y los padres adoptantes. Además -prosigue-, si es sólo altruista, estamos quitando a la gente pobre la opción de solucionar su situación, que parece que todo tienen que ser limosnas".

Para el presidente de Andalucía Diversidad, la presente realidad de la paternidad y maternidad del colectivo homosexual muestra a "ciudadanos de primera y de segunda ya que, tras el endurecimiento de las leyes internacionales de adopción, sólo te puedes permitir ser padre mediante un mínimo de 100.000 euros". Igualmente, si existieran mayores facilidades en los procesos de adopción, dentro y fuera de España, "probablemente, las peticiones de gestación subrogada descenderían drásticamente. Creo que pesaría el sentido humano sobre la individualidad".

De parecida opinión es Paco López, miembro de la junta directiva de Son Nuestros Hijos: "El sistema de adopción debería legalizarse -comenta-, ya que muchos hubiéramos adoptado de poder contar con esta posibilidad". Son Nuestros Hijos agrupa, desde 2008, a quienes han optado por la maternidad subrogada en nuestro país: "En general, la parte que no gusta cuando se habla de gestación subrogada es cuando se vincula a lo mercantil -continúa Paco López-, en la regulación que proponemos estamos en contra de que exista. Defendemos un modelo legal que se acercaría más al canadiense, de carácter altruista pero con algunas diferencias. Precisamente, queremos esta regulación para que se impida que se cometan barbaridades al tener que recurrir al extranjero".

El portavoz sostiene sin embargo que, en general, en lugares "como Canadá o los países eslavos se dan pocos casos de arrepentimiento por parte de la gestante", y le resta peso al carácter mercantilista de la operación ya que "el dinero que se lleva la gestante es poquísimo. Cuando donas óvulos también hay dinero de por medio y no se critica tanto". Excepto que aquí estamos hablando de algo más que un óvulo: "Es que hay situaciones que son irreversibles, como si una mujer aborta y luego se arrepiente -indica López-. Eso lo tendría que solucionar el sistema legal".

"Entiendo que haya gente con dudas y que no lo comprenda -continúa-. Pero estaría bien que si una mujer quiere donar su capacidad de gestar, pueda hacerlo". A nivel político, desde SNH ven la "situación con esperanza: están cayendo muchos mitos: que somos ricos, que esto es producto neoliberal, lobby gay... Luchamos porque se vea esa otra cara y que se sepa que defendemos un modelo altruista y ético".

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