La Feria de Puerto Real está a pleno rendimiento. Al mediodía, las casetas del recinto ferial de Las Canteras celebraban las primeras comidas de familiares, compañeros de trabajo y amigos, que llenaron casetas tradicionales como Olé que Arte, La Familia, Amigos pa siempre, Tal como Somos, y la de la Peña Hay Moros en la Costa. En tese jueves, la Asociación de Damas de la Feria volvía a organizar el encuentro de "Damas de la Bahía", en el que participaron las Salineras, Chiclaneras, representantes de la Asociación de Ninfas del Carnaval y las Damas y Caballeros de la Villa.
Ambiente de celebración que se enlazaba con una tarde en la que los más pequeños cobraban todo el protagonismo, con la celebración del habitual Día del Niño, que este jueves fue especial. Por primera vez la Feria creaba un espacio más amable para personas con mayor sensibilidad al ruido, como pueden ser aquellas con TEA (Trastorno del Espectro Autista). Entre las 17:30 y las 20:30 horas, las calles del infierno fueron menos infernales y más integradoras con una considerable reducción del volumen de la música que acompañan a las atracciones.
La medida gustó, y mucho, a la mayoría de familias que pasearon por el ferial, que agradecieron un “descanso para los oídos”, al menos durante esas horas. Lo que no descansaron fueron las carteras de los padres, madres, abuelos, y de todos aquellos que tuvieron que hacer frente a los paseos en las atracciones, que no pararon.
Es cierto que el jueves de feria los precios son reducidos. Así se hace desde hace casi dos décadas gracias a la colaboración de los feriantes y el Ayuntamiento. “Pero los viajes son mucho más cortos. En el vender está la ganancia, eso lo sabe todo el mundo”, decía ayer a este periódico Manuel Castaño, que con sus dos hijos y “algunos agregados”, aguardaba la cola de la taquilla del ‘Tren de los Escobazos’.
Era una de las atracciones más demandadas para pequeños y mayores. Una de las que más éxito sigue teniendo a lo largo de toda la feria. “Somos la más antigua”, aseguraba Florencia, la gerente de esta atracción. “Este año cumplimos cincuenta años viniendo a Puerto Real, la tercera generación, y estamos muy a gusto aquí”.
Y aunque pudiera parecer extraño, una de las novedades de ayer era un clásico de todas las ferias: la noria. “Menos mal que este año la han instalado porque cuando mi hija era niña nos fuimos a casa con la promesa de que el año que viene me montaba con ella y nunca más vino. Todos los años me lo recuerda y aquí estoy hoy, cumpliendo la promesa 7 años después”, decía con cierta resignación Miguel Moro, vecino de Puerto Real.
Fue una tarde intensa en la que, como es habitual, costaba caminar por las calles en las que se han instalado el mas de medio centenar de atracciones que este año están funcionando, una de las consecuencias de haber retrasado una semana la feria de la Villa, para evitar coincidir con otras de localidades cercanas. La fiesta se vivió hasta bien entrada la noche, aprovechando que este viernes es jornada no lectiva en la ciudad.
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