Se necesita mucha dosis de valentía para ponerse a nadar contracorriente y, con la que está cayendo, invertir una suma considerable de dinero y poner en marcha un negocio. Jesús Gómez Rodríguez y Flora Pacheco Herrero no se amedrentan y, a sus 49 y 48 años, respectivamente, acaban de plantar cara al desempleo y la falta de perspectivas laborales poniendo en marcha una empresa, un sueño en el que tienen depositadas todas sus ilusiones.

Hace justo dos meses que estos dos emprendedores inauguraron su establecimiento y sede de su empresa, "Ddulcefantasía", un obrador que tiene un plus añadido: un taller de repostería con el que pretenden "dar a conocer el mundo de la repostería creativa y artesanal". No se conforman con ser dos grandes reposteros, sino que su objetivo se orienta a que otras personas "sean capaces de ser creativos y se atrevan a innovar sus propias creaciones dulces a través de nuestros talleres. En nuestra tienda hacemos tartas fondant personalizadas, galletas decoradas, cupcakes, etc., y además realizamos talleres de elaboración de todos estos productos", indican.

Ubicada en la avenida de Portugal, en Cádiz, Ddulcefantasía ha necesitado para su puesta en marcha una importante inversión por parte de Jesús y Flora: 37.000 euros. Este factor indica que, además de la ilusión, esta pareja gaditana ha tenido que pensar en frío dónde se metían. "El objetivo era diseñar una tienda con estilo propio e innovador, para que el cliente se sienta lo más a gusto posible, pero detrás de la idea están muchas horas de trabajo estudiando su viabilidad y analizando con frialdad las expectativas que nos ofrece el mercado".

Jesús y Flora quieren diferenciarse de posibles competidores ofreciendo "trabajos artesanales, hechos a medida, exclusivos para cada cliente, cuidando el último detalle". La reacción inicial ha sido "genial -aseguran-. En nuestro establecimiento las personas que tienen interés por la repostería creativa pueden adquirir en una tienda física todas las herramientas necesarias para decorar sus dulces, y poder así desarrollar su creatividad a través de los talleres que organizamos".

Esta pareja llevaba mucho tiempo acariciando la idea de montar un negocio. "Siempre quisimos independizarnos y finalmente la oportunidad llegó cuando me despidieron de mi trabajo. Llegó la hora de decir, sin titubeos, que era nuestro momento", explica Jesús.

Antes de abrir las puertas ha habido un intenso trabajo de preparación en el que se han tenido que vencer muchas dificultades, como "tener que contar con terceras personas a nivel profesional y, especialmente, buscar distribuidores que no han tenido las respuestas que esperábamos", indican. A todo ello se suma no haber contado con ayuda económica, ni privada ni por parte de la administración.

Jesús y Flora tienen la lección bien aprendida. En la actual situación de crisis, "hay que estudiar muy bien el proyecto y todos los indicadores de su viabilidad: económica, técnica, comercial… Paralelamente, hay que formarse profesionalmente para gestionar un negocio, independientemente de poner todas la ganas, ilusiones y estar dispuestos a trabajar mucho".

"Nuestra principal fortaleza es que disfrutamos con el trabajo que realizamos y eso se traslada a nuestras creaciones expresando el cuidado, cariño y esmero que le ponemos a cada una de ellas", aseguran. El reto está en comprobar si las expectativas se cumplen desde el punto de vista de rentabilidad del negocio, porque las personales y profesionales se están cumpliendo con creces.

Para vencer la rutina y el día el día, esta pareja de reposteros no va a bajar el foco en la formación y en la capacitación continua. Una muestra de este querer aprender más y más está en el uso de las tecnologías y las redes sociales, "que aportan un papel muy importante ya que con ellas nos podemos dar a conocer a todo el mundo".