Solidaridad

Madres de Conil con niños acogidos de Ucrania piden matricularlos con sus hijos

  • La Delegación Territorial contempla escolarizarlos en centros distintos, lo que origina un perjuicio a estas familias

Madres como Antonia Alba piden que Educación atienda sus reclamaciones.

Madres como Antonia Alba piden que Educación atienda sus reclamaciones. / J.M.Ruiz

Antonia Alba, es una abogada de Conil, y madre de dos hijos de ocho y once años, y por tanto en edad escolar. Ante el llamamiento solidario realizado por las distintas administraciones para acoger a familias con niños ucranianos, tomó la decisión de amparar en su casa, junto a otros padres del municipio, a pequeños en edad escolar con sus madres.

Como letrada, tiene más experiencia a la hora de tramitar ante la Administración cualquier tipo de documentación en referencia a regularizar la estancia en el país de estas personas que huyen de una guerra. Entre esos trámites están la Orden de Especial Protección, o acudir a la Comisión Europea de Atención al Refugiado (CEAR), para que puedan entrar en el sistema y acogerse a algún tipo de ayuda de las tres fases existentes, Cero, Una y Dos.

La Cero es alojamiento y comida, algo, que según expuso Antonia Alba en la Comisaría de la Policía Nacional donde fue atendida, les pueden dar ellos a las familias de acogida, aunque toda ayuda económica para dar de comer a varios miembros más siempre es necesaria. El problema surge cuando se precisa introducir a esta familia al nivel Uno, lo que puede llevar a una tramitación administrativa en el Ministerio del Interior, en Madrid, que puede alargarse hasta dos años.

Según relata esta abogada, “nos dicen que España está haciendo campaña de que está con Ucrania, y un procedimiento de asilo para darles algún tipo de ayuda puede durar entre 18 y 24 meses”, algo que “no entiende”. Eso o dejar que estás familias sean hacinadas en un piso de refugiados donde, en algunos caos están conviviendo hasta 18 personas, según manifiesta la letrada, que seguirá manteniendo en su hogar a esta familia.

Antonio Alba, ha expuesto que han llegado con lo puesto, y desde el principio ha tenido que flexibilizar su situación personal y laboral para poderles atender. En su caso, como en el de otras familias de acogida, han tenido que aportar ropa, medicamentos y todo lo que han podido precisar. Denuncia la escasa ayuda de las administraciones en la acogida de las familias ucranianas.

Por otro lado, tras realizar la tramitación de la documentación, con esos escritos intenta escolarizar a una pequeña de nueve años en el mismo centro donde tiene a sus dos pequeños, y es ahí donde se ha encontrado nuevos problemas administrativos que les impide, de momento, poder realizar ese trámite en el colegio público Los Bateles de Conil. Un problema que también se ha dado en otros núcleos familiares que han acogido a familias ucranianas.

Se queja de que la Delegación Territorial de Educación no haya tenido en cuenta a la hora de ubicar a los menores que procedan de un mismo núcleo familiar. En ese sentido expone que, ella tiene a sus hijos en tercero y quinto de Primaria, y le ha venido aprobado que la menor de acogida vaya a otro centro educativo de la localidad, lo que supone un perjuicio para ella y su pareja, ya que no pueden estar en dos centros distintos a la hora de llevar y recoger a sus hijos y la otra pequeña. Una situación parecida tiene otra familia con tres niños escolarizados en Los Bateles, y ha acogido a dos niñas que a las que les dan matrícula en otro centro distinto.

Ambos responsables familiares han acudido a la Delegación Territorial de Educación, y allí, según expone Antonia Alba, no han solucionado nada. No entiende, que “cada paso que tengamos que dar sea una barrera, y ninguna ayuda”.

En la conversación que tuvo con la encargada de tramitar la escolarización de los niños, se le puso por delante la ratio de 25 alumnos por clase, y que no se podía superar ese número, ya que habría que desdoblar de cara al próximo curso, algo, que según entiende Antonia Alba no se contempla, cuando se prevén acoger a otros cuatros niños más en los próximos días.

Esta letrada asegura que se tiene que llevar a su despacho a la pequeña para que no esté sola en casa, y si tiene una reunión se la tiene que llevar, pero no al Juzgado, por ello exige que “esa niña esté escolarizada, necesita aprender el idioma y socializarse”. Expone que “cuando la veo comiendo en mí casa me da pena, porque se ha venido con una mano delante y otra detrás, ha dejado allí a su hermano que al tener 18 años no le han dejado pasar, su madre cuando no está llorando, está mal, cuando sabe que ha habido un bombardeo hasta que no localiza a sus familiares es un silencio sepulcral en la casa”.

Según relata, esa madre se ha puesto a trabajar  fregando platos en un bar, y “la niña está todo el tiempo conmigo, está sin su madre, la quiero llevar a un colegio para que cuando salga al recreo vea a mis hijos, que le son conocidos, y si le pasa algo pueda acudir a ellos, la puedan ayudar con el traductor del móvil”. Le ponemos canales temáticos en la tele para que no vean nada de lo que ocurre en su país, y “cuando se ponen a llorar tenemos que hacer de tripas corazón para estar con ellos en esos momentos”.

Alba asegura que “la barrera del idioma es muy grande, no le han dado ningún tipo de ayuda para aprender español, y en Conil, la Academia Atlántica se ofreció para darles clase, algo que hacen algunos profesores cuando tienen un hueco”, y en su casa, “mis hijos tienen un móvil con el que se relacionan con la mamá y la niña con el traductor, como hago yo, nos compaginamos las tareas de la casa, ella cuando viene de trabajar está muy pendiente de su niña”.

Esta vecina de Conil lamenta que se esté gastando dinero en armamento para ayudar a Ucrania y en viajes de gobernantes a ese país, y no se esté ayudando a estas familias que necesitan un techo, alimentación, ropa, tarjetas de teléfonos para que puedan tener un contacto con sus familiares, algo con lo que están respondiendo los vecinos de Conil, pero no la Administración, “es una situación de impotencia que tengamos que pelear para que los niños estén escolarizados con nuestros hijos”.

Si pudiese tener delante suya al delegado territorial de Educación, Miguel Andreu, esta madre, le pide que “articule el mecanismo para que los niños ucranianos que hayan solicitado  la escolarización, lo hagan con los niños de las familias de acogida, para que podamos llevarlos y recogerlos del colegio”. Antonia Alba recuerda a los que le piden papeles de esta madre y su hija que “salieron con una mano delante y otra de detrás, y la única ropa que traían era la puesta”.

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