Provincia de Cádiz

La Fiscalía pide más condena para el asesino de Miriam Tamayo

  • El derecho a la última palabra de Germán J.G. provoca el desalojo de la sala: "Fueron los celos".

La familia y los amigos de Miriam Tamayo aguantaron el dolor hasta ayer, pero los últimos instantes se les hicieron insuperables. Fue en el momento en que el acusado hizo uso de su derecho a la última palabra. Fue entonces cuando se mostró locuaz por primera vez desde junio de 2013. "Estoy arrepentido y pido perdón a la familia. No sé qué se me pasó por la cabeza. Los celos me volvieron loco. Yo la quiero mucho, la querré hasta que me muera. Todas las noches pido perdón mientras estoy en mi celda, solo, donde sólo tengo una radio. No pude con los celos, no pude. Moriré queriéndola". Afortunadamente, muchos de los familiares ya habían abandonado la sala. Quienes quedaron comenzaron a increparle y a llamarle absolutamente de todo, desde "asesino" a "hijo de puta", canalla" y todo tipo de improperios, fuera de sí. Un veterano policía, cuando vio la que se podía organizar, duplicó el número de agentes a pie de banquillo. Ya fuera, la escena era terrible. Mujeres llorando por todos lados y una afectada por un ataque de histeria y ansiedad que convirtió a algunos policías en enfermeros. Las frases dolieron como puñaladas. Pero es que dichas 'puñaladas' se le volvieron en contra. En ellas la calificó como su "mujer", cuando en la declaración que hizo al declarar (sólo a preguntas de su abogado) dijo que lo único que tenían era un hijo en común, que no había relación. A todo esto, su abogado, Álvaro Aguayo, había defendido hasta poco antes que no se podía aplicar "agravante de parentesco".

En lo judicial, cabe destacar que la última jornada destacó por el aumento de condena que la fiscal María Gala, solicitó al tribunal. Añadió a su consideración de asesinato un delito de amenazas (el padre de la víctima tuvo que socorrerla en una ocasión tras estar acorralada por el presunto asesino) así como añadiendo la referida agravante de parentesco.

La fiscal fue clara, explicando al jurado las razones por las que deben condenar al acusado. "Ha estado mintiendo de principio a fin", algo que dejó patente en su última palabra y que en los días anteriores se comprobó cuando nadie le vio borracho ni drogado tras acabar con la vida de, como él la llamaba, "la madre de mi hijo". Hizo un resumen. Primero: la relación anterior ya había contenido episodios de violencia; segundo: "Nadie va con un cuchillo de 14,7 centímetros de hoja por la calle" si no es con la intención de utilizarlo; tercero: las heridas infligidas se centran en tórax y abdomen, zonas vitales; y cuarto: las manifestaciones posteriores que realizó: "Era mi ex pareja y le he metido", los comentarios realizados en comisaría de que "llevaba tiempo pensándomelo (atacarla)". El acusado negó que el cuchillo fuera suyo y la fiscal vino a significar, con indudable acierto, que además de que la familia negara que ese cubierto hubiera estado jamás en su casa en la Escuela de Hostelería (que era a donde se dirigía la joven a celebrar un fin de curso) no se permite la entrada de cubiertos para evitar intoxicaciones alimentarias.

Otro punto destacable fue la narración de los momentos previos al apuñalamiento. "Las vecinas dijeron que no había discusión. Uno amenazaba y la chica tan sólo lloraba", no hay forcejeo, él la quita del callejón donde se sabe observado y de la avenida (con alto tráfico) e intenta llevarla a espaldas del bloque de la clínica de hemodiálisis de la avenida de Lebrija. Pero entonces salen los celadores y en apenas unos segundos la apuñala en siete ocasiones. Se trató de un asesinato con "alevosía sobrevenida" en lo que habría incurrido el acusado, ya que "ella no tuvo la más mínima posibilidad de defenderse". Tras huir del lugar, tiró el cuchillo y regresó. La defensa pide una atenuante de confesión. Igualmente recordó que la colaboración del acusado con la Justicia fue nula desde su detención. No declaró en ningún momento, sólo hasta que llegó el juicio y a la parte que le era favorable, su defensa. Para concluir, la acusación pública tuvo palabras tan certeras como duras. "Pasado el tiempo él saldrá de la cárcel, pero Miriam no volverá a ver a su madre".

Por su lado, el representante de la familia, Marcos Rodríguez, insistió en que el presunto asesino "intentó ocultarse para perpetrar el ataque", destacó que el "buen corazón" le impidió a Miriam denunciarle por amenazas (él ya había estado en la cárcel y hubiera entrado de nuevo) y defendió la agravante de parentesco entre ambos. Para terminar alertó al jurado que el acusado, como recluso que ha sido, "sabe qué tiene que hacer para beneficiarse".

La acusación popular que ejerce la Junta a través del abogado Tello se centró en dos asuntos: "Creo que es un asesinato, pero en caso de que ustedes consideren que es homicidio pido contemplen la agravante de superioridad (él iba con cuchillo y ella, evidentemente, desarmada". También destacó que el agresor buscó una zona idónea para atacarla, pero se vio sorprendido. Para terminar, instó a que se le retire la patria potestad del hijo que tenían en común.

El abogado defensor, Álvaro Aguayo, por su parte, pidió que se condene a su defendido por homicidio a una pena de siete años y seis meses. "Todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario". Calificó de poco persistentes los testimonios de los padres al considerar que éstos cambiaron del Juzgado a la sala de la Audiencia y negó que hubiera seguridad de que Germán J.G. enviara whatsaaps amenazantes a la joven al haber quedado bloqueado el móvil. Dijo, poniendo como ejemplo a un bebedor de whisky, que la tolerancia de su cliente al Trankimazín le hizo aportar esa imagen de serenidad tras hacer agonizar y morir a Miriam Tamayo, así como que en el análisis de cabello que se le hizo dos meses después no aparecía rastro de los calmantes que le dieron los médicos.

El hecho de que Miriam Tamayo no pidiera ayuda cuando la madre y la hija del chalé advirtieron el escándalo que había en su calle provocaron que su abogado dijese que "ella pudo defenderse, pedir ayuda", para de esta forma atacar las acusaciones de alevosía que elevan el homicidio que él defiende a asesinato. "Tuvo tiempo de percatarse de sus intenciones. Sabía que venía una tormenta", añadió. Dijo incluso que el cuchillo podría ser de la joven muerta. Esto provocó que varios familiares abandonaran la sala con evidente enojo.

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