Sanidad

Cuando llega la muerte...

  • Los Cuidados Paliativos han cambiado la forma de enfrentarse a los momentos finales de la vida 

  • “Nadie está preparado para morir”, dice Fernando Carmona, doctor de esta unidad

Fernando Carmona, a la izquierda con bata blanca, junto a parte del equipo de la Unidad de Cuidados Paliativos.

Fernando Carmona, a la izquierda con bata blanca, junto a parte del equipo de la Unidad de Cuidados Paliativos.

“Nadie está preparado para morir”. Lo dice Fernando Carmona, médico internista de la Unidad de Cuidados Paliativos del Puerta del Mar. Cada día Fernando y sus compañeros ayudan a muchas personas a cruzar el umbral más temido. Porque a la hora de la verdad, cuando uno se mira al espejo y le pregunta a su reflejo:¿cumpliste tus sueños viejo?, ¿valió la pena?, afloran esos miedos que van cociéndose desde la infancia a fuego lento. Los años nos dan experiencia, pero no valentía, todo lo más resignación, como si resignarse no fuera en sí mismo una derrota. La muerte, la parca, la flaca, la fría, la señora, llámenla como quieran, nos espera como la certeza suprema. Y cuando su cercanía nos abruma es bueno tener a especialistas como Fernando Carmona al lado, no sólo para aliviar el dolor físico, también el del alma y la mente.

Este sábado se celebra el Día Mundial de los Cuidados Paliativos. Cada año tiene lugar el segundo sábado de octubre. Fernando Carmona relataba a este diario ayer viernes que “los cuidados que ofrecemos al final de la vida son un derecho que tiene el paciente y la familia. Ese derecho redunda en una mayor confortabilidad en una situación tan complicada como es el final de vida”.

Para un médico, por mucha experiencia que tenga, debe ser duro enfrentarse diariamente a la muerte. “Es duro sí, pero también es cierto que vivir estas experiencias supone un privilegio. Poder acompañar a la persona que va a fallecer y a sus familiares. Son situaciones donde se experimenta lo más profundo y lo más íntimo de la vida de una persona: los deseos, los miedos, las inquietudes... pero también se viven momentos de felicidad, aunque pueda parecer imposible, también hay momentos muy bonitos, muy emocionantes”. “Al final en la balanza está lo duro pero también todo lo gratificante que uno se lleva atendiendo a estas personas”.

“El objetivo es que la gente no sufra. La muerte ha cambiado en las últimas décadas”

Pero, ¿cómo se prepara a una persona para dejar de existir? “Es complicado ciertamente, porque ese miedo a la muerte existe siempre. Esa cuenta atrás se inicia, normalmente, con un diagnóstico. Los pacientes que más vemos nosotros tienen cáncer. En ese momento es cuando la persona empieza a vislumbrar un posible final y se hace muchas preguntas. ¿Cómo se prepara? Pues la preparación viene desde una atención, que es la que damos en paliativos, que es la atención global a las personas”, dice Fernando. Y prosigue. “Cuando un paciente nos llega con un diagnóstico de final de vida, que pueden ser días, semanas o meses, tratamos todos los aspectos biológicos de su enfermedad, si tiene dolor, si se asfixia, en fin los síntomas que vaya teniendo, pero también abordamos esa otra dimensión de la persona que es la situación sociofamiliar, la parte sicoemocional, las reacciones anímicas que tiene el paciente. Otro aspecto muy importante es el espiritual-religioso. Cuando a alguien se le dice que tiene una enfermedad mala las preguntas son: ¿voy a sufrir, me voy a morir, cuánto tiempo voy a durar…? pues bien muchas de esas preguntas están en esa dimensión espiritual. Hay preguntas trascendentales que se hace una persona. Nosotros conseguimos que la persona lo lleve lo mejor posible en ese final de su vida”.

La duda que nos surge es saber si las personas que creen en Dios soportan mejor esos duros momentos. “El dolor lo puede presentar un 60% de los pacientes, las náuseas un 40%, pero preguntas espirituales las hacen todos, y todos necesitan esa atención que les ofrecemos. Todos tenemos esa dimensión espiritual, cada uno la vive a su manera. En nuestra tierra la mayoría hacen referencia a Dios, y un número importante lo vincula a través de una religión, en este caso la cristiana. Yo no sé si el creyente lo lleva mejor o no, pero sí veo que el abordaje para nosotros es más factible, porque uno tiene una serie de herramientas que te ayudan”. “También nos encontramos con gente que te dice yo no creo en Dios, pero eso no quita que haya que intentar ayudarlo desde el punto de vista espiritual, porque preguntas tales como ¿he sido feliz, he hecho feliz a los demás, dejaré algún legado, me van a recordar?, se las hacen los pacientes independientemente de sus creencias religiosas”.

En tiempos de pandemia, la unidad de Cuidados Paliativos también ha sufrido. “Más que afectarnos es cierto que sobre todo la primera ola fue un shock para todos. Observamos que muchos pacientes de paliativos se quedaron en casa por miedo a venir al hospital y hubo gente que igual no tuvo la atención que necesitaba en esos momentos. Ahora estamos haciendo todo lo posible para que eso no vuelva a ocurrir y que la atención paliativa sea una de las prioridades en esta etapa de pandemia”.

Carmona reconoce que el objetivo fundamental de su unidad es “que la gente no sufra. Es cierto que hay sufrimiento que no es tratable pero no quiere decir que no sea acompañable. El tema del dolor, que es un síntoma muy concreto, también lo tratamos. Puede causar un sufrimiento, pero muchas veces ese sufrimiento no va acompañado de dolor sino de otros síntomas. Por ejemplo, en el caso del dolor, en un porcentaje importante se alivia muchísimo. La muerte ha cambiado en las últimas décadas”.

Los inicios

Los cuidados paliativos se iniciaron en la década de los 50 del siglo pasado en Canadá y llegaron a España en los 80. “Esto ha cambiado completamente la atención al final de la vida. No solamente por fármacos que podemos usar sino por esa atención global que comentaba antes, la atención sicológica, espiritual, el acompañamiento a la familia…”.

Pero, obviamente, no es lo mismo prepararse para morir con 90 años que con 40. “Indudablemente. Nadie está preparado para morir pero es cierto que conforme avanza la vida uno va asumiendo una serie de perspectivas que hace que se asuma de otro modo”.

“La eutanasia no tiene sentido. El paciente que muere en paliativos no lo hace con sufrimiento”

La Unidad de Cuidados Paliativos del Puerta del mar trata unos 300 pacientes al año. Cuenta con 14 camas, en habitaciones individuales, pero también hay pacientes que en determinados momentos están fuera de la unidad.

Reconoce Fernando que es importantísimo el trato con la familia. “La familia ayuda muchísimo en la atención al final de la vida. De hecho también hay que hacerse cargo de su atención, seguimos atendiéndolas en el duelo. Porque hay veces que es un duelo normal pero otras hablamos de un duelo patológico y hay que tratarlo”.

Por último, preguntamos a Fernando su opinión sobre la eutanasia. “Nosotros tenemos una postura clarísima en este aspecto. La eutanasia no tiene sentido, además de por muchas perspectivas que podíamos hablar, antropológicas, sociológicas, filosóficas, las que quieras, porque teniendo unos buenos cuidados paliativos no tiene sentido la eutanasia. La experiencia nuestra es que el paciente que fallece en paliativos no lo hace con sufrimiento. Hay alternativas a acabar con la vida de una persona”.

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