Provincia de Cádiz

Cádiz en los días que estremecieron al mundo

  • Si no hay justicia, habrá revolución, claman republicanos y obreros en una provincia sumida en una grave crisis, asombrada ante las noticias que llegan de Rusia

El 7 de noviembre de 1917, cuando los bolcheviques se disponen en Petrogrado a tomar el Palacio de Invierno, el comandante de la Guardia Civil de Bornos le comunica en un telegrama al gobernador civil que los gañanes han desconvocado su huelga tras un acuerdo: durante la sementera, los labradores les darán un jornal de 6 reales. Esto es, cobrarán 1,50 pesetas: una peseta y cincuenta céntimos cada día por un duro trabajo que comienza al amanecer y termina con la puesta del sol. El litro de aceite cuesta ya 2,25 pesetas y sigue subiendo, como el precio del pan y de otros alimentos básicos.

En Rusia, Lenin y Trotski lanzan la revolución que estremeció al mundo, como la vio John Reed, y la provincia de Cádiz afronta una crisis de subsistencias, como el resto del país. La Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial, va por su tercer año y los productos de primera necesidad son desviados hacia los países combatientes: resulta más rentable exportarlos que venderlos en España, donde cada día son más caros. La situación es verdaderamente grave. Hace poco pagábamos 2 reales (50 céntimos) por un taco de jabón y hoy, 8 perras gordas (80 céntimos), clama en Diario de Cádiz D. Orellana. Pagábamos 11 céntimos por un huevo y hoy, 20. Son artículos españoles. ¿Por qué sube su precio? La democracia debe ir del brazo de la justicia; hay que abrir de par en par las puertas de las cárceles para todos los que con su comercio ruin y miserable nos ahogan, pide el articulista.

Con ese panorama llegan las primeras noticias de la que luego fue llamada la Revolución de Octubre. Es noviembre por estos lares pero Rusia se guía por otro calendario. Huelga rusa "monstrua", titula Diario de Cádiz un breve texto el día 8. En Moscú (escriben Moscou) han declarado en huelga 300.000 obreros de las fábricas de paños. En Petrogrado ha surgido un grave conflicto entre el Estado Mayor y el Comité revolucionario militar del Soviet.

En el Hospicio Provincial de Cádiz hay 712 asilados y ese día en que los bolcheviques se lanzan contra Kerenski ingresa la niña de nueve años Carmen García Romero. En el Teatro Principal se puede ver la película Mancha roja por 40 céntimos en butaca y 15 en general. En la Prevención Civil, a disposición del señor alcalde, hay un anciano de 78 años detenido por implorar la caridad pública. Otro indignado articulista comenta que uno de los más famosos toreros del momento ha ganado en lo que va de año lo mismo que 600 maestros de Escuelas Nacionales. Es doloroso, dice, que un mocito envuelto en oro y lentejuelas gane en una hora lo que un maestro ganará en tres años. ¿Quién se asombra, pues, de que en nuestra patria existan más de 11 millones de analfabetos?

El periódico informa diariamente sobre las operaciones militares en los distintos frentes de la guerra: da el parte francés, el italiano, el alemán, el británico... A partir del día 9 se hacen un hueco habitual las noticias sobre "los conflictos del maremagnum ruso": en Petrogrado, los maximalistas son dueños de la situación, se han apoderado de los telégrafos, del Palacio en el que residía el Gobierno (el que hasta febrero ocupaba el zar). El proletariado ha destituido a Kerenski. ¿Hacia dónde va Rusia?, se lee en un titular pionero, cien años antes de que ese estilo triunfe en la prensa española. En el texto, la más sensata respuesta que se puede dar en ese momento: "Ignórase el tiempo que durarán los sucesos y la importancia de los mismos". En la edición de la tarde hay, sin embargo, un vaticinio preciso: la revolución rusa va hacia el caos.

En San Fernando ha muerto el ex alcalde Manuel Roldán (padre de Cayetano, el alcalde republicano asesinado por los sublevados en 1936). En su memoria, el Partido Liberal, del que fue presidente, acuerda repartir una abundante limosna entre los pobres. Los partidos hacen campaña para las inminentes elecciones municipales. Un candidato de Cádiz, Ildefonso Fuente, se define como hijo del trabajo ("en él cifro mi honra y mi provecho") y clama contra un Ayuntamiento que ve como "un inmundo comedero de los lacayos del cacique". De Madrid dicen que en el vecindario aumenta el malestar por la carestía de las subsistencias.

El día 10, el periódico habla de "la guerra civil rusa". Aparece Lenin, a quien llama Lenine. Ha sido ovacionado, elegido por 550 delegados que asisten al congreso general de los soviets y nombrado presidente del Gobierno. Kerenski ha huido. La prensa de París y Londres acoge con reservas las noticias llegadas de Petrogrado porque los maximalistas (así se refieren a los bolcheviques equivocadamente, según John Reed) son dueños del telégrafo. En Cádiz, María Toledo, que vive en el número 16 de la calle San Leandro, gravemente enferma y sin recursos, implora caridad de las almas benéficas. Los Grandes Almacenes El Águila, en la calle San Francisco, ofrecen abrigos desde 50 pesetas. Un vestido de mujer de sarga inglesa cuesta entre 72 y 85 pesetas.

El escenario ruso se complica al día siguiente: el Gobierno maximalista continúa casi aislado, con escasas adhesiones tanto del pueblo como de la guarnición de Petrogrado. Los minimalistas (socialistas revolucionarios, socialistas democráticos y la facción internacional de los nacionalistas) rechazan solidarizarse con los maximalistas. Kerenski se dispone a ponerse al frente de las tropas para dirigirse contra la capital. En París, la prensa no oculta la gravedad de la situación en Rusia, pero sostiene que la obra de una minoría audaz no arrollará definitivamente a los directores del país. En Londres, The Times dice que es imposible creer que la verdadera Rusia acepte una paz separada impuesta por la extravagancia de los volchevicks. Otras noticias afirman ese mismo día que los revolucionarios exaltados rusos hacen progresos, que Lenine ha pronunciado un violento discurso: pedirá inmediatamente un armisticio a Alemania, entregará las tierras a los aldeanos y solucionará la crisis económica. No se conoce la suerte de Kerenski.

Ildefonso Fuente, el candidato que clamaba contra el caciquismo, no ha salido elegido en las municipales. El día 12, explica en Diario de Cádiz lo que le han contado muchos amigos suyos: que acudieron a votar y que no lo hicieron porque se encontraron con que sobre los carteles que anunciaban su candidatura había un aviso que decía: Retirado. Un aviso falso, claro. En Jerez se han desarrollado las elecciones con orden y tranquilidad absoluta, escribe el corresponsal. Han triunfado ocho mauristas, ocho datistas y tres prietistas. Un accidente laboral enturbia la jornada en Cádiz: en las obras del puerto ha desaparecido Fernando Maline, un obrero de 27 años; se cree que cayó al agua cuando conducía una carretilla con dos sacos de cemento desde un lanchón a otro; deja mujer e hijo.

Hay detalles sobre cómo fue la fuga de Kerenski. Se escapó cuando supo dos cosas: una, que un general se había entrevistado con Lenine y Trotski y que trataba de aprovecharse de los bolchoviks para dar un golpe de Estado; y dos, que la artillería estaba del lado de los maximalistas y que el crucero Aurora había recibido órdenes de bombardear el Palacio de Invierno. En un decreto, los soviets han suprimido los derechos de los grandes propietarios y han declarado que todo ruso tiene derecho a poseer el terreno que pueda cultivar por sí mismo.

Ha aparecido en escena Trotski en las páginas de Diario de Cádiz. Es posible que en noviembre de 1917 alguien en la ciudad lo haya identificado como el revolucionario ruso que estuvo confinado un mes en la capital gaditana justo un año antes. Quizá se acuerde de Trotski el policía encargado de acompañarlo y vigilarlo, o lo evoquen los dueños del hotel Roma, donde estuvo alojado; o el funcionario que lo atendió muchos días en la Biblioteca Provincial. Antes o después, alguien cayó en la cuenta de la importancia histórica del personaje y conservó las fichas con las que Trotski solicitaba libros. En la biblioteca están hoy.

El día 13, las noticias sitúan la revuelta maximalista en baja, con sangrientos combates en Petrogrado, y dan por seguro el triunfo de Kerenski. Sólo hay subsistencias para dos días. La ciudad está aislada de toda Europa.

El periódico dice el día 14 que la prensa madrileña comenta con indignación el caso de una infeliz mujer muerta de hambre y frío la madrugada anterior. Piden a las autoridades y a las personas caritativas que eviten que ese tristísimo caso se convierta en racha interminable. Al día siguiente, en la madrileña calle Calatrava, un sereno recoge a un hombre desfallecido que poco después muere en la Casa de Socorro. Los médicos certifican que de hambre y frío. En la factoría de Matagorda, el carpintero de ribera Juan Cumplido, de 55 años, vecino de Puerto Real, muere tras caer a la carbonera del trasatlántico Ciudad de Cádiz, que está en reparación. El gobernador civil de Cádiz publica una nota que ha enviado el Alto Comisario en Marruecos. Pide que se vigile rigurosamente en los puertos la emigración de obreros al Protectorado, que se pongan todas las trabas posibles para evitar la situación que viven allí los que llegan en busca de trabajo. No lo hay y andan menesterosos por las calles.

Entre el 14 y el 18, en las noticias sobre la revolución rusa reina la confusión. A Kerenski se le supone unas veces triunfador y otras, vencido. En una misma página se lee que ha entrado en Petrogrado y ha restablecido la autoridad del Gobierno provisional y, a continuación, que eso ha sido desmentido y que Kerenski ha sido derrotado por el ejército revolucionario. El caos ruso: existen tres autoridades. Para complicarlo más, un despacho de Copenhague afirma que Siberia se ha declarado independiente y que ha proclamado emperador al Czar Nicolás. En Petrogrado falta pan y harina. Millares de mujeres y chicos piden a gritos que se les dé de comer ante las panaderías y los depósitos municipales. Los bolcheviks, dueños de la ciudad, no tienen oficiales que les dirijan.

También se complica la situación en la provincia de Cádiz. La ausencia de lluvias deja el campo sin trabajo. El Ayuntamiento de El Puerto reclama ayuda al ministro de la Gobernación: ante el grave problema de necesidad, ha tenido que dar trabajo a 330 obreros pero carece de recursos para continuar con ese socorro. El pleno del Ayuntamiento de San Fernando, que aborda la carestía de las subsistencias y el paro, acuerda dar un socorro en metálico a los barqueros, salineros y cargadores de sal. A cada obrero en paro le proporciona una peseta. En Cádiz, el alcalde, el señor Clotet, ordena al jefe de la Guardia Municipal que evite la mendicidad y que anden por los muelles y calles "los vagamundos".

El día 19, el periódico publica que la prensa inglesa afirma que en Moscú reina una completa anarquía. Que ha habido numerosas víctimas. Pero los últimos despachos rusos confirman que Kerenski ha sido derrotado, que los maximalistas están venciendo, que Lenine se ha erigido como un dictador: ha anunciado que sus decretos tendrán fuerza de ley hasta la reunión de las constituyentes.

El día anterior se ha celebrado en Cádiz un mitin organizado por las sociedades obreras. Reclaman la amnistía para los encarcelados por la huelga de agosto de ese año. Hablan varios obreros y los jefes republicanos. Santiago Crespo menciona la revolución rusa y pide a todos que persistan en la consecución de sus ideales. Manuel Rodríguez Piñero habla del elevadísimo precio a que han llegado las subsistencias y de las enormes ganancias que obtienen importantes entidades. Reclama un aumento del jornal del obrero. Si no hay justicia, dice, habrá revolución. "Hemos de conseguir nuestro ideal aunque cueste sangre a la humanidad".

En Madrid hay reunión del Consejo de Ministros. A la entrada, un periodista le indica a De la Cierva que el precio de los artículos alimenticios sigue elevándose. "Todo irá arreglándose", responde el ministro. "Hasta ahora, Dios ha ayudado a España y seguirá ayudándole".

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