Provincia de Cádiz

'Britescepticismo' en la Roca

  • Los gibraltareños siguen en la distancia y con cierta indiferencia las elecciones de hoy en el Reino Unido · Muchos de ellos reconocen que la única política que les interesa es la del Peñón

Winston Churchill Avenue te recibe y te despide con tres cuartos de hora de atascos. Esto es por dos motivos: por el laberinto aduanero y porque Gibraltar quizá sea el único lugar del mundo en el que un paso a nivel no es para los trenes, sino para los aviones. Ante las narices del conductor despega el avión. Bruuum. Abre la valla.

Acabamos de dejar atrás en La Línea el monumento a los hombres que con su bicicleta pasaban a pie todos los días la aduana allá por los 50, símbolo de la relación de dos poblaciones hermanas y extranjeras, y ahora nos encontraremos, ya sobrepasado Churchill, con el monumento al artificiero sobre la roca, en honor a la toma de 1704. Suficiente tiempo para que arraigara el espíritu y que, por tanto, hubiera expectación para las reñidas elecciones de hoy en el Reino Unido.

Así parece. En cualquier pub las televisiones están conectadas con Sky News, que ayer retransmitía minuto a minuto el último maratón, el 'decision time', de los tres candidatos y el de otros 2.000 que buscan 597 puestos en el Parlamento circunscripción a circunscripción, voto a voto. Casi ningún parroquiano mira la televisión. Las elecciones están de fondo. Punto.

Hay cosas que han cambiado en Gibraltar. La Union Jack no ondea en cada rincón. No existe la exaltación británica de los tiempos de la verja. Se puede ver alguna entre el verdadero símbolo que se encuentra en todas las tiendas de souvenirs: los monos de peluche, que les encantan a los turistas británicos, los que atraviesan a cientos cada día los túneles que hacen de la Roca un queso gruyere para avistar delfines.

Y es que si los norteamericanos consideran de mala educación hablar de política, a los gibraltareños parece que les estás escupiendo a la cara si les preguntas por las elecciones británicas. "¿Hay elecciones? ¿Dónde? ¿En España?". Nos lo dice el gibraltareño que regenta el Horse, un bar que se encuentra junto a la St. Mary Crowned, la coqueta y modesta iglesia que es la catedral del lugar. En el Horse, que nos han dicho que es un templo inglés, diferenciación notable que hacen los gibraltareños entre los que son de allí de toda la vida y los que vienen de la metrópoli, ahora mismo estamos viendo a Gordon Brown en un esfuerzo sobrehumano por hacerse el simpático con una electora. "Nadie sabe aquí nada de nadie de elecciones inglesas", dice terminando de zanjar el asunto.

En el Irish Place se enfrentan puerta con puerta un pub con marcado sabor británico, pero sin símbolos nacionales más allá de la foto del Titanic en la que coinciden casi todos los establecimientos, con otro pub de un sabor algo más español -que también tiene la foto del Titanic-. En este último charlamos con un yanito que se muestra hablador, pero dejando claro que a él le importan relativamente lo que se juegan los británicos. "Nosotros no votamos en esas elecciones. Ellos no hablan de nosotros, así que nosotros tampoco hablamos de ellos". Reconoce que en algo sí les afecta y conseguimos arrancarle que espera que ganen los "conservativos". "¿Por qué?" "Porque los laboristas se han pasado estos años haciéndole el juego a Zapatero. Necesitamos a alguien fuerte que le dé bien a España. Cada uno barre para casa", nos dice ante una lager fría, con su claro acento andaluz mezclado inglés y el escudo del Birmingham en el llavero.

Intentamos obtener algo de información en un pequeño medio local, Panorama. Su redacción es un cuarto con tres ordenadores donde se encuentra también la recepción. "Sí interesan las elecciones. Es cierto que a unos más y a otros menos -nos dice el redactor y editor de Panorama-, pero sí que hay un interés porque en Gibraltar se vive de la libra y el futuro de la libra tiene que ver con el nuevo Parlamento". Por él nos enteramos de la existencia de una oficina de los conservadores en el exterior en algún punto del Peñón, pero no nos puede decir dónde está, no lo sabe.

No hay forma de hacerse ni una aproximación de cuáles son las tendencias o simpatías de los gibraltareños. En el Venture Inn, consagrado al que fue jugador irlandés del Manchester George Best, cazamos a dos ingleses comentando, mientras obervan a Nick Clegg, el líder lib-dem, que este chico -dicen "boy", nada de "man"- puede que vaya a sacar más votos que nunca, y eso gracias en buena parte a su mujer española, pero que tendrá los escaños de siempre: insuficientes. No parece que les despierte mucha simpatía. Demasiado europeo. Cuando irrumpimos en su conversación y les preguntamos, rápidamente nos dicen que no hablan de política. Nos sugieren que hablemos con los taxistas, hacemos caso y el primer taxista al que abordamos nos enseña su espalda con una lacónico "nothing to say".

En Main Street, rebautizada por muchos como calle Real, se encuentra un establecimiento de prensa. Nos enteramos que el periódico británico con más éxito es el Daily Express, que en su portada de ayer con grandes despliegues tipográficos titula: "Only Cameron can save Britain". Es una tendencia. Pero en Sacha´s, una de las numerosas tiendas de esta céntrica calle que ofrece tabaco y licores a precios más bajos que al otro lado de la aduana, su propietario nos asegura que "aquí la política británica da igual. Nos preocupa la política cuando tenemos que votar a nuestro alcalde". Va más allá. "En muchas cosas nos puede influir tanto lo que suceda en la política española como en la británica". Pero da marcha atrás y avisa que "no quiero interviús, pero podéis sacar fotos". Y nos coloca los monos de peluche para que salgan bien ordenados.

Ahora doblamos Pairlament Lane para entrar en un pub que sí que tiene una gran bandera inglesa y fotos y camisetas del Tottenham. Allí trabaja una chica de La Línea, uno de los cientos de La Línea que cada día cruzan la 'línea'. "No sé qué sería de la Línea sin Gibraltar...", explica agradecida. Los parroquianos son ingleses devorando hamburguesas con patatas. Por supuesto, Sky News. La chica de La Línea nos hace de socióloga: "Los gibraltareños no quieren ser ni españoles ni británicos, por eso no hablan de estas elecciones, aunque no les den del todo igual. Ellos no votan. Cuando lo hacen para Europa son participativos. De lo que hablan es de la libra y de cómo el euro lo fastidió todo".

En la plaza principal, a la sombra del artificiero, un grupo de niños judíos disputan un partido de fútbol sosteniendo con una mano el kipá para que no se les caiga. Pregunta a bocajarro: "¿Gerrard a Torres?". Miran extrañados a los españoles que les preguntan y contestan con una seguridad absoluta: ¡Gerrard! Y eso es lo que hay. El fútbol sí hace patria. Por lo visto, Cameron, Brown y Clegg no tanto.

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