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Brexit | Negociación de España y Reino Unido

Gibrexit: un toma y daca para igualar ambos lados de la Verja

  • A expensas de un acuerdo marco entre la Unión Europea y Reino Unido, varios comités y grupos de trabajo se afanan en cerrar los detalles de las futuras relaciones entre el Campo de Gibraltar y el Peñón

El Peñón de Gibraltar, visto desde La Línea de la Concepción.

El Peñón de Gibraltar, visto desde La Línea de la Concepción. / Erasmo Fenoy (La Línea)

La Verja que separa España y Gibraltar distingue claramente dos mundos limítrofes y muy distintos, pero condenados a entenderse. El resultado del referéndum por el que Reino Unido aprobó hace cuatro años su salida de la UE anticipó un cambio de escenario. Gibraltar ocupaba hasta entonces una posición privilegiada: la de un paraíso fiscal en un mercado común formado por 28 países, mientras que La Línea de la Concepción era y sigue siendo en buena medida uno de los territorios más castigados por el desempleo y las mafias de la droga y el contrabando.

En noviembre de 2018, los gobiernos de España y Reino Unido cerraron cuatro memorandos de entendimiento donde se fijan las reglas que marcarán el futuro compartido entre ambos mundos. En ellos se alude a la colaboración policial y aduanera, la lucha contra el contrabando de tabaco, la protección del medio ambiente y los derechos ciudadanos, concretados estos últimos en el paso fluido de las personas por la Verja.

A ellos se añadió, en marzo de 2019, el Tratado Fiscal, que persigue dos objetivos: eliminar el fraude derivado de la singularidad de la legislación gibraltareña y que los llanitos residentes en España, junto con las empresas de la colonia que operan principalmente en nuestro país, rindan cuentas ante la Agencia Tributaria.

"Los memorandos de entendimiento y el Tratado Fiscal no tienen precedentes en lo relativo a Gibraltar, un territorio que se ha caracterizado por hacer 'dumping' fiscal, medioambiental, etcétera”, afirma González Laya

De lo que se trata ahora es de abrochar definitivamente esos pactos en los comités multilaterales y los grupos de trabajo, para hacerlos perdurables en el tiempo, dar estabilidad y prevenir posibles conflictos. “Se han encauzado los irritantes para tratarlos como nunca antes había sucedido y hemos creado esos comités para superar las dificultades que puedan surgir. Los memorandos de entendimiento y el Tratado Fiscal no tienen precedentes en lo relativo a Gibraltar, un territorio que se ha caracterizado por hacer dumping fiscal, medioambiental, etcétera”, afirma la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya.

Sin la mano de obra de La Línea, Gibraltar, colapsaría; sin los empleos que proporciona la Roca, La Línea se hundiría económica y socialmente

La situación es compleja cuando se pisa el terreno, lejos de los despachos y de las tribunas parlamentarias. El Peñón es la primera fuente de recursos económicos de La Línea puesto que allí trabajan unas 14.000 personas. Es un cálculo estimativo, dado que aún no hay censo alguno al respecto. Sin esa mano de obra, Gibraltar, en la práctica, colapsaría; sin los empleos que proporciona la Roca, La Línea se hundiría económica y socialmente.

Ambas partes obtienen un beneficio claro con la situación, aunque desde la reapertura de la Verja en 1985, la singularidad fiscal de Gibraltar y la relajación de sus autoridades en ese ámbito han contribuido a generar una desigualdad enorme entre ambos lados. La balanza se inclina del lado llanito, aunque no todo es culpa del Peñón: la falta de atención durante décadas del conjunto de administraciones al Campo de Gibraltar, una zona caliente con una enorme presión migratoria y del tráfico de drogas como consecuencia de su posición geográfica, ha ayudado también a agravar el empobrecimiento de determinados barrios. Allí donde los poderes públicos desaparecen, la narcoeconomía se hace fuerte, ocupando su espacio.

Prosperidad compartida

El Gobierno español resume su objetivo en una expresión que poco a poco va cuajando: quiere crear una “zona de prosperidad compartida” en la que, una vez se active el Brexit, la prioridad sean los ciudadanos. Los de ambos lados. En primer lugar, para garantizarles que van a poder seguir cruzando la Verja con fluidez, pero también para que “no haya competencia desleal, ni fiscal, ni medioambiental, ni aduanera”, en palabras de González Laya. Un win-win en el que ambas partes ganan, pero sobre todo el Campo de Gibraltar con la obligada complicidad de Gibraltar.

“Hay que dialogar siempre. El Brexit nos ha dado la oportunidad de hablar cara a cara de problemas compartidos que llevaban muchos años enquistados”, sostiene Juan Lozano

Esa es la tesis compartida por el presidente de la Mancomunidad de Municipios, Juan Lozano, que participa en las reuniones de los comités de negociación como representante de las administraciones locales. “Hay que dialogar siempre. El Brexit nos ha dado la oportunidad de hablar cara a cara de problemas compartidos que llevaban muchos años enquistados”, señala. En las convocatorias, además de los gobiernos de España y de Reino Unido, participan también la Junta de Andalucía, Gibraltar y la UE, esta última a través de un representante que sigue las citas por videoconferencia.

"Todo el mundo da por hecho que esto es un tira y afloja y que se llegará a última hora a algún tipo de entente cordiale para que no se haga demasiada sangre”, apunta uno de los negociadores

“Por parte gibraltareña quieren llegar a un acuerdo. Ellos son los que más preocupados están. Si la metrópoli (el Gobierno de Boris Johnson) realmente ejecuta un Brexit duro, no saben en qué posición quedarían. No parece probable que vaya a haber en el paso por la Verja una problemática importante. En la colonia no prevén, en ningún caso, un cerrojazo y por supuesto tampoco medidas restrictivas. Todo el mundo da por hecho que esto es un tira y afloja y que se llegará a última hora a algún tipo de entente cordiale para que no se haga demasiada sangre”, subraya otro de los participantes en las reuniones.

Tampoco España apretará más allá, “sin renunciar a cuestiones como su soberanía sobre el Peñón o las aguas que lo rodean”, aspectos que no se tocan en las reuniones. Cada cual sabe cuál su sitio y cuál es la prioridad: “Todos queremos relaciones de buena vecindad, pero no se habla de determinados asuntos”.

"Hay muchos gibraltareños que no lo son, salvo a efectos fiscales, porque viven en Sotogrande, la Alcaidesa u otro sitio de postín. No, mire: usted vive en España y tributa en España”

“Hay una especie de toma y daca, pero ellos están convencidos o, al menos, esperanzados, en que en la Verja haya algo muy parecido a lo que hay hoy, quizá dando un poco más de guerra al tema de la residencia”, apunta la fuente a renglón seguido en referencia a la fiscalidad y el lugar donde tributarán los residentes en España y las empresas: “Es un tema importantísimo, al menos para el Gobierno de España. Hay muchos gibraltareños que no lo son, salvo a efectos fiscales, porque viven en Sotogrande, la Alcaidesa u otro sitio de postín. No, mire: usted vive en España y tributa en España”.

La autoridades de Gibraltar indican que, para ellas, la fiscalidad no será un obstáculo, aunque eso suponga que muchos de sus ciudadanos censados dejen de pagar en la colonia sus impuestos para pasar a hacerlo en España. “Nos dicen que están superinteresados en que salga a la luz toda esa bolsa de fraude. Esa tributación para Gibraltar es testimonial y les crea una mala imagen que les puede afectar en otras cuestiones con España, como el paso por la Verja. No quieren tocar las narices a España”.

Blanqueo de capitales

Gibraltar quiere sacudirse la impronta de paraíso fiscal y presume de haber dado pasos en favor de la transparencia financiera, aunque no lo consigue del todo. El pasado mes de febrero, el Consejo de Europa criticó la pasividad de la colonia a la hora de luchar contra el blanqueo de capitales. Moneyval, órgano de control del consejo para combatir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, sostuvo en un contundente informe que las autoridades del Peñón evidencian “una comprensión variada” sobre los riesgos del blanqueo y las vías por las que llega el dinero a grupos armados a nivel internacional. Es decir, aunque los supervisores clave de la Roca poseen un “conocimiento sólido” de sus obligaciones, en la práctica hay un “análisis insuficiente de la amenaza transfronteriza a la que se enfrenta Gibraltar como centro financiero internacional”. El Ejecutivo de Gibraltar respondió con un “toma nota” y mostrando su “decepción” porque sus esfuerzos en la materia no hubiesen sido reconocidos. Punto.

Ulster e Irlanda

Las negociaciones son cordiales, pero con las limitaciones lógicas derivadas de que todo cuelga, a priori, del acuerdo marco sobre el Brexit que la UE y Reino Unido parecen negociar a cara de perro. Los paralelismos y las distorsiones que pueda provocar el futuro de la frontera entre el Ulster e Irlanda son inevitables. Gibraltar es un espacio mucho más pequeño y singular, pero a día de hoy nadie apuesta sobre seguro a que se le ofrezca una solución ad hoc diferente.

“Los gibraltareños quieren ayudar, participar y decir que colaboran en todo. En lo referente al tabaco no paran de decir que han reducido el margen de precios respecto a España para desincentivar el contrabando. Y en otro tipo de cuestiones, como las fiscales, dicen que están muy interesados en colaborar. Ahora bien: ¿Eso va a ser avalado desde Londres? Lo que más le aprieta el zapato a Londres es la cuestión del Ulster. Tampoco pueden estar demasiado seguros de lo que vaya a pasar”, apunta al respecto el citado negociador.

“Si Londres dice que no, es que no. La preocupación de Londres es el Ulster y la frontera con Irlanda. Saben que si desaparece el control aduanero entre ambos países y este se fija entre la isla de Irlanda y la isla de Gran Bretaña, a la vuelta de 30 o 40 años, toda la isla sería para la república irlandesa"

“La espada de Damocles siempre está ahí”, añade. “Si Londres dice que no, es que no. La preocupación de Londres es el Ulster y la frontera con Irlanda. Saben que si desaparece el control aduanero entre ambos países y este se fija entre la isla de Irlanda y la isla de Gran Bretaña, a la vuelta de 30 o 40 años, toda la isla sería para la república irlandesa. Londres no quiere eso. ¿Van a poder aplicar un Brexit duro con frontera física en el Ulster? Está la cosa complicadita”, apostilla.

“El problema a día de hoy en la Verja son nuestros trabajadores: muchos no quieren inscribirse en el censo que se debe elaborar para no tener que declarar sus ingresos en Gibraltar”

Otro de los negociadores españoles resta, en cambio, trascendencia a la influencia del Ulster y su frontera. “Son circunstancias muy diferentes”, apunta. Como todos, insiste en que la prioridad es lograr “un paso por la Verja lo más permeable posible”. “El problema a día de hoy en la Verja son nuestros trabajadores: muchos no quieren inscribirse en el censo que se debe elaborar para no tener que declarar sus ingresos en Gibraltar”, apunta con una carga de ironía.

Con todo, es difícil pensar que Gibraltar sea para Boris Johnson una nota al margen en sus negociaciones con la UE. Y ello pese a su escasa sintonía política con Fabian Picardo, el ministro principal del Peñón. Hay, al menos, dos buenas razones que justifican la importancia de la colonia para Reino Unido, que, como reza el viejo clásico, no tiene amigos, sino tan solo intereses.

La primera de ellas es que Gibraltar, pese a sus notables y costosos esfuerzos para maquillar su imagen, sigue siendo un próspero paraíso fiscal en el que tienen sus intereses múltiples empresas de la city. Una larga lista de bancos, aseguradoras y la mayoría de las casas de juego online a nivel mundial mueven desde el Peñón sus negocios y el Ejecutivo británico no les puede dejar al pairo.

El segundo motivo por el que Gibraltar sigue y seguirá siendo un punto clave para Reino Unido, antes y después del Brexit, es que también constituye una base militar con una localización geográfica privilegiada. El Estrecho es un lugar de encuentro de Atlántico y Mediterráneo por donde cada año navegan alrededor de 110.000 barcos, como paso obligado entre Oriente y Occidente.

Sus ciudadanos no pertenecen a Reino Unido y tampoco constituyen un territorio autónomo, sino una colonia así identificada de manera oficial por la ONU desde 1965. Y pendiente de descolonizar. En cierto sentido juegan a ser una nación independiente, pero saben que no es así.

El rol de las autoridades de Gibraltar no es sencillo. Sus ciudadanos no pertenecen a Reino Unido y tampoco constituyen un territorio autónomo, sino una colonia así identificada de manera oficial por la ONU desde 1965. Y pendiente de descolonizar. En cierto sentido juegan a ser una nación independiente, pero saben que no es así. “Eso les molesta y no se lo vas a estar recordando, pero si no hay un acuerdo con Londres, se acabó”, subraya uno de los negociadores.

“El tono general de las conversaciones es bueno. No te vas a pelear con quien tienes que entenderte porque es tu vecino. Tampoco tenemos capacidad de decisión”, admite Juan Lozano. Fabian Picardo ha puesto el listón de sus aspiraciones bien alto alto y apuesta –y suspira– por un acuerdo que convierta Gibraltar en un espacio aún más privilegiado y con condiciones mucho mejores que las actuales, como zona Schengen sin controles aduaneros en el que los ciudadanos y las mercancías fluyan libremente. Su modelo de “prosperidad compartida” se asemejaría al de Mónaco y su área de influencia, pero ni Gibraltar tiene el glamur de la familia Grimaldi ni la Atunara es la Costa Azul.

Cuando García-Margallo, entonces ministro de Exteriores con el PP, propuso hace tres años esa fórmula de cosoberanía para Gibraltar, la respuesta desde Convent Place fue nítida: “No way, Jose”.

El de Picardo es un órdago de tonos naíf al que España no responde, entre otras cuestiones porque Gibraltar no ofrece una contraprestación del mismo nivel, como sería la soberanía compartida. Cuando García-Margallo, entonces ministro de Exteriores con el PP, propuso hace tres años esa fórmula de cosoberanía para Gibraltar, la respuesta desde Convent Place fue nítida: “No way, Jose”.

Colaboración policial y contrabando

Hay aspectos del día a día que contribuyen a orillar las posiciones de unos y otros. La colaboración en materia policial ha mejorado en los últimos tiempos y Gibraltar hace hincapié en ello. De hecho, la Guardia Civil y las fuerzas de seguridad del Peñón han asestado recientemente un duro golpe a un clan de la droga liderado por un gibraltareño, Gareth Mauro, desarrollando a uno y otro lado de la Verja de forma prácticamente simultánea registros y detenciones contra varios miembros del grupo.

Cuestión aparte es el contrabando de tabaco. El inicio de las negociaciones y las declaraciones de buena voluntad no impiden que desde el Peñón sigan saliendo ilegalmente cada semana decenas de cajas con cigarrillos que eluden el pago de impuestos en España: se sabe perfectamente cuáles son las naves donde se almacena el tabaco, desde las que sale hacia la costa gibraltareña y donde es embarcado rumbo a España en gomas de tamaño medio. Gibraltar apenas practica detenciones y tampoco retira las licencias de importación a los miembros de las mafias, algunos de los cuales –según sostienen las autoridades policiales españolas– tienen vínculos directos con clanes dedicados al tráfico de hachís que hace tiempo diversificaron su negocio, como los Castaña.

“Si Gibraltar quiere colaborar realmente, que quite el diferencial de precios que todavía hay con España. Se niega a hacerlo, pero es que tampoco hace mucho por frenar el contrabando. Es un pilar básico de su financiación”, apunta un responsable policial español.

Como España no reconoce que las aguas estén cedidas por el Tratado de Utrecht, el Peñón insinúa que no actuará en ellas hasta que los interlocutores del otro lado de mesa no cambien de criterio, que no lo harán

“Les hemos dicho infinidad de veces que el tabaco de contrabando sale de lugares muy concretos, con direcciones que se saben, y también saben dónde lo ponen en el agua. Ya está, que lo controlen. Es una hipocresía total, que no nos quieran engañar”, añade.

Gibraltar juega en este punto con el contencioso que mantiene sobre la jurisdicción de las aguas que le rodean: como España no reconoce que estén cedidas por el Tratado de Utrecht, el Peñón insinúa que no actuará en ellas hasta que los interlocutores del otro lado de mesa no cambien de criterio, que no lo harán. Sus patrulleras sí hostigan, en cambio, a los pequeños pesqueros de La Línea que faenan a unas pocas millas de su costa. El del tabaco parece un cuestión menor, pero “son muchos cientos de millones libras al año los que están en juego cada año”.

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