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La solución a la crisis política en Honduras llega a su momento clave

La restitución del depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, contemplada en el acuerdo suscrito el viernes con el Gobierno de facto de Roberto Micheletti, inicia una semana clave para su concreción a la espera de que el Congreso se reúna para dar luz verde.

Zelaya espera ser restituido a más tardar el jueves en el cargo del que fue expulsado el 28 de junio, en cumplimiento del acuerdo suscrito bajo la presión de EEUU.

"Para el jueves deberá estar organizado el Gobierno de unidad e instalado en sus funciones, y para ese día se tiene que tener resuelto el punto número cinco", que es su propia restitución a la Presidencia, dijo Zelaya. Dicho punto prevé "retrotraer la titularidad del poder ejecutivo a su estadio previo al 28 de junio" aunque no precisa una fecha límite para ello.

Esta decisión depende del Congreso, cuyo presidente tendrá que convocar una sesión extraordinaria ya que se halla en receso hasta después de las elecciones presidenciales previstas para el día 29.

En el Congreso "no se va a discutir el cargo del presidente de la República", sino "el hecho de poder retrotraer la titularidad del poder Ejecutivo", precisó Zelaya, refugiado en la Embajada de Brasil desde el 21 de septiembre.

Tras la euforia inicial que siguió a la suscripción de un acuerdo que parecía imposible tras cuatro meses de negociaciones pese a la fuerte presión de la comunidad internacional, el nerviosismo parece instalarse en el campo zelayista.

Las declaraciones de algunos miembros de la delegación de Micheletti, que aseguraron que éste podría seguir presidiendo el Gobierno mientras el Congreso no se manifieste o vote en contra de la restitución, no han hecho más que atizar el fuego de las suspicacias.

Los 128 diputados del Congreso deben "reunirse de forma inmediata", instó el asesor de Zelaya, Rasel Tomé, para quien "ésa es la obligación de un poder del Estado que está al servicio de su pueblo, porque estamos en una profunda crisis".

La urgencia de que se resuelva la restitución de Zelaya es mayor a medida que se acerca la fecha de unas elecciones que quedarían en entredicho si antes no se restablece el orden constitucional.

La población también manifiesta hartazgo de esta crisis. "Es hora de que esto acabe y pensemos en otra cosa", dice Ana, una peluquera en cuyo salón no se habla de otra cosa. Y en la calle pocos son los que creen (y dicen querer) la restitución del presidente depuesto.

Pese a ser festivo, hoy empieza a correr el reloj. Se constituirá la Comisión de Verificación, bajo la supervisión de la Organización de Estados Americanos (OEA) -integrada por dos extranjeros y dos hondureños, uno por cada bando- que debe comprobar el cumplimiento del acuerdo. "Si una de las fuerzas no acepta ese acuerdo, no hay reconciliación y continúa el golpe de Estado", advirtió Zelaya.

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